Son los últimos días del 2023 y llegamos al fin de un año muy intenso y quizás también al fin del período más oscuro de nuestra historia.
Los argentinos hemos padecido 100 eternos años de corrupción, de socialismo y de populismo. 100 años de sometimiento, de conformismo y de resignación. 100 años de miedo al qué dirán, de corrección política y de autocensura. En estos 100 años hemos padecido El Imperio de la Decadencia Argentina.
Estamos a las puertas del 2024 y se abre ante nosotros un nuevo año y una nueva oportunidad de darle fin a este camino de miseria.
La empresa no será sencilla, pasaremos momentos muy duros, pero estoy seguro que el éxito es posible y ese éxito depende de Cada Uno de Nosotros. Desde lo actitudinal, las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) sintetizan la disposición que debemos tener: fe en nuestras capacidades, en nuestras cualidades y en nuestro espíritu combativo; esperanza en un mejor futuro para todos y cada uno de los argentinos; caridad entendida como la empatía que debemos tener para con quienes se encuentren en peores condiciones.
Nuestras armas en esta batalla cultural y política contra la decadencia son éticas y fueron sintetizadas en las virtudes cardinales (templanza, prudencia, fortaleza y justicia): templanza en el dominio de nuestros instintos, prudencia en el manejo de nuestras pasiones, fortaleza para no rendirnos ante las adversidades y justicia en la consideración del otro y de nosotros mismos.
Hace muchas décadas que defiendo las ideas de la libertad. Nunca me di por vencido y hoy como nunca creo que nos encontramos ante una posibilidad histórica de salir de la miseria material, pero sobre todo, de recuperar nuestro honor cívico, nuestra dignidad personal y nuestro orgullo patrio.
Bienvenidos a La Rebelión de los Mansos.