Tal vez por que están preocupados por una eventual crisis del gobierno de Javier Milei, o porque no quieren perder las elecciones legislativas del 2025, Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta continúan en la escena política, ocupando la “estrecha calle del centro” más allá de sus derrotas electorales.
El dirigente del PRO fue el primero en “romper el molde” y expresarse abiertamente en contra del DNU que emitió el presidente, lo que también lo puso en “la vereda de enfrente” de sus compañeros de partido, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich y Luciano Laspina, que adhirieron a la iniciativa.
HRL “no tenía pensado hablar” en los primeros meses de Milei, pero el DNU y el protecto de Ley Ómnibus fueron de tal impacto que lo movilizaron a tomar posición, en algunos casos, en la forma en la que se quiere hacer el cambio, y en otras, sobre los temas de fondo de la reformas que quiere llevar adelante el libertario.
De manera paralela, prepara su propia fundación para volver al ruedo, primero en las legislativas del 2025, y postularse a la presidencia en el 2027.
Es algo similar al Grupo Sophia con el que se metió en política en los 90, la coordina Federico di Benedetto, el principal asesor estratégico que tuvo Larreta durante su gestión en la Ciudad y en las diversas campañas electorales.
El objetivo de esta fundación es tener todo preparado para las discusiones que se van a dar durante los próximos cuatro años, y ganar la interna del PRO, que quedó acéfalo con la renuncia a su presidencia de Patricia Bullrich.
Por el otro lado Sergio Massa publicará en marzo un libro donde buscará “despegarse”, una vez más, del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, hablando de “el fierro caliente” que le tocó agarrar «de manera inesperada».
De manera paralela, buscará ser la alternativa del “kirchnerismo duro”, o lo que queda de él, encarnado por Axel kicillof, con quien no tiene ninguna afinidad económica, Máximo Kirchner, o Eduardo «Wado» de Pedro, si, el que fue candidato a presidente por 48 horas.
Eso si, a Massa le será difícil explicar cómo tomó un ministerio de Economía con una inflación internual del 78,5% en agosto del 2022 – según cifras del Indec – y lo dejó con otra del 160,9% en noviembre del 2023. O cómo hizo que la deuda creciera alrededor de US$ 25.000 millones en poco más de 12 meses.
Pero los desafíos no lo amedrentan al hombre de Tigre. Ya de movida “huyó hacia adelante» y le apuntó a los empresarios que hablan de libertad de comercio, y luego “por debajo” piden prebendas.
Además, su segundo en Economía, Gabriel Rubinstein dejó en claro algo que generó tirria en el kirchnerismo: “Nosotros también nos habíamos planteado llegar al equilibrio fiscal en el primer año”. Es decir, ajuste iba a haber, el tema era la forma, algo no menor.