El Presidente de Argentina viajó en avión de línea con una pequeña comitiva a Davos, Suiza, para disertar en el foro Económico Mundial. Algo que sucedió el 17 /1 ante un auditorio que no estaba lleno.
Esto último probablemente se debió no a la persona de Milei, que sí concita curiosidad por ser alguien que llega al más alto cargo de su país sin ser político y empezando a ser conocido hace sólo dos años.
La falta de un auditorio lleno se debió a la desconfianza, al hartazgo que suscita Argentina. A lo largo de los años el país ha dejado de cumplir sus contratos y ha vivido fuera de un estado de derecho. No es confiable.
Ante ese auditorio, con proyección mundial, el Presidente Milei empezó diciendo “Occidente está en peligro”. “El socialismo es un modelo empobrecedor que fracasó”. ”El gobierno no es la solución, es el problema mismo”. “El capitalismo genera una explosión de riqueza”.
Siguió explicando las bondades reales del capitalismo y metió en la misma bolsa a “comunistas, o sea socialistas, social demócratas, demócratas cristianos, neo keynesianos, progresistas, populistas”.
Cumplió con los 20 minutos acordados a todos los expositores y ante el desconcierto de los políticos y de la mayoría de los periodistas, los empresarios aplaudieron con ganas. Les había hablado a ellos.
Terminó diciéndoles, “No se dejen amedrentar. No se entreguen a una clase política que lo único que quiere es perpetuarse en el poder. Uds. son benefactores sociales. Uds. son héroes. […] Que nadie les diga que su ambición es inmoral. Si Uds. ganan dinero es porque ofrecen un mejor producto a un mejor precio. Contribuyendo al bienestar general.”
Nombró a Adam Smith, a Bastiat, a Friedman y aunque no lo nombrara el espíritu de “El ogro filantrópico” de Octavio Paz (1972) flotaba sobre el discurso. Y por supuesto nombró a Alberto Benegas Lynch (h).
Dio una clase magistral, defendió al capitalismo, que es la rama económica del liberalismo. En Europa y en Argentina se lo criticó por haber desperdiciado la oportunidad de conseguir inversores para el país.
Si es que el honorable Congreso de la Nación le aprueba el DNU y la ley ómnibus, ¿perdió la oportunidad? Se supone que los integrantes del foro de Davos conocen las riquezas naturales de Argentina.
También conocen, algunos por desgraciadas experiencias, las debilidades institucionales del país. ¿Qué podía prometerles Milei? Recién empieza su mandato y ya tiene a los gremios en la calle y le faltan congresistas.
La advertencia a Occidente fue audaz y veraz. Empezó Europa a socializarse después de la 2ª Guerra Mundial. El “estado benefactor” fue creciendo. Y Francia dejó de crecer desde hace 30 años.
Preocupado con este fenómeno, Klaus Martin Schwab nacido en Alemania en 1938, economista, empresario, integrante del Consejo de Administración del Grupo Bilderberg y de las Universidades de Friburgo y de Ginebra, decidió en 1971 fundar el Foro Económico Mundial.
Hoy se conoce como el foro de Davos, para muchos el corazón del capitalismo. En el 2020 apareció la pandemia del Covid 19 que asoló al planeta y que modificó la vida y el pensamiento de mucha gente.
Esa modificación le llegó a Klaus Schwab. En 2021 apareció un libro escrito por él en colaboración con el francés Thierry Malleret que se llama “El gran reínicio”. La traducción literal sería El gran “reseteo”.
En ese libro el fundador del foro de Davos propone “resetear” la economía mundial y convertirla en “solidaria”, capaz de prevenir y estar preparada para un desastre natural como la pandemia.
Más allá de las ideas socializantes adquiridas por Schwab durante la pandemia, ¿cómo sería posible estar preparados para un desastre natural o deliberado como la aparición de un virus desconocido?
Si es justamente el capitalismo y su competitividad el que permite ante la aparición del Covid 19 (o de otros virus, que se espera no aparezca) que los laboratorios del mundo encuentren vacunas para salvar vidas.
Sea como fuere, el “Gran reínicio” terminó de minar el pensamiento económico de los europeos y de muchos demócratas estadounidenses. El presidente Milei advirtió sobre los peligros del Estado benefactor.
Aclaró que Argentina es el perfecto ejemplo de todo lo que no se debe hacer. Y si el Congreso de la Nación aprueba el DNU y la ley ómnibus (aún con correcciones), el país será atractivo para los inversores.
No habrá necesidad de discursos, ni en Davos ni en sitio alguno. Los hechos son infinitamente más elocuentes que las palabras.