El Gobierno de Javier Milei sigue de cerca las actividades en la base espacial china denominada “Estación de Espacio Lejano”, ubicada en la provincia de Neuquén, al norte de Bajada del Agrio, antes del puente del río Salado sobre la ruta provincial 33, y planea avanzar en una inspección técnica de los contratos que rigen su funcionamiento tras la preocupación de los Estados Unidos.
La gestión busca analizar el accionar de la Estación de Espacio Profundo CLTC-CONAE-NEUQUEN, que los chinos califican de “estrictamente científica”, y comprobar que se hayan respetado los acuerdos.
La base de la polémica
En 2012, China firmó dos acuerdos de cooperación con Argentina, uno con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y otro con CONAE y la provincia de Neuquén. Estos acuerdos establecieron la construcción de la base espacial en Bajada del Agrio, con una antena de 35 metros de diámetro. El objetivo principal del proyecto es apoyar actividades como la exploración interplanetaria, la observación astronómica y el seguimiento de satélites. Se acordó que Neuquén cedería las tierras a China por 50 años a cambio de que CONAE tuviera acceso al 10% del tiempo de la antena cada año.
Aunque el plan original era construir la base en la provincia de San Juan, descartado por ser zona sísmica, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner acordó con Xi Jinping la concesión de 200 hectáreas de la localidad neuquina por 50 años.
El acuerdo decía que tanto la empresa constructora (China Harbour Engineering Company Ltd. -CHEC-) como la agencia que opere la base estarán eximidas de pagar el IVA, los derechos aduaneros y los impuestos internos, entre otros, por el tiempo que dure la concesión (50 años); y que los empleados de China que trabajen en Neuquén se regirán bajo la legislación de China.
Desde 2015 que el proyecto despierta dudas y polémicas en la oposición política y parte de la población, entre otras cosas, por la sospecha de la utilización de la base con fines militares por parte del Ejército chino y por haber firmado una “cesión de soberanía”.
Quienes desechan el fin militar de la base china aseguran que todos los organismos de estudio del espacio tienen algún grado de relación con el aparato militar, y de hecho varios de los integrantes de la base son militares, tal como en otros organismos del mundo que se vinculan con la investigación del espacio celeste, pero que eso no significa que sea propiamente una base militar china.
La base “melliza” en Mendoza
Desde ese momento, y ante las críticas, la CONAE argumenta que el proyecto tiene fines exclusivamente civiles y pacíficos, y que el convenio es similar al ya firmado con la Agencia Espacial Europea (ESA, o DSA, por sus siglas en inglés), para la instalación de una base en Malargüe, donde hay una base de seguimiento de satélites de la ESA, que se inauguró en 2012 luego de distintos convenios firmados desde 2009.
La inauguración de la denominada DSA 3 fue en diciembre de 2012, y marcó la consecución del trío de estaciones de antenas para la exploración del espacio profundo de la Agencia Espacial Europea, una de las organizaciones espaciales con la tecnología más avanzada del mundo.
Con la DSA 1 en Australia y la DSA 2 en España, estaba claro que la DSA 3 tenía que construirse en algún punto en una longitud americana para conseguir una cobertura de 360°. Se eligió a Malargüe tras evaluar concienzudamente otras opciones en Argentina y Chile.
Las tres estaciones DSA están equipadas con discos parabólicos de 35 metros de diámetro.
La DSA 3 es operada remotamente desde el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC), Darmstadt, Alemania.
La base se utiliza para observaciones espaciales no militares, aunque teóricamente tiene un potencial dual. Al igual que en el caso chino, la concesión se realizó por 50 años, implicó una inversión por parte de la ESA de 45 millones de euros, y las instituciones argentinas pueden utilizar hasta un 10% del tiempo disponible de las antenas.
Se evaluó la posibilidad de ubicar la instalación en Canadá, ya que es un país que colabora estrechamente con la ESA. Sin embargo, las ubicaciones potenciales en Canadá presentaban desafíos significativos en términos de propagación de radio y visibilidad. Además, la NASA ya posee suficiente capacidad de seguimiento en América del Norte, por lo que construir otra instalación en la misma región no tenía sentido.
En un acuerdo entre la Agencia Espacial Europea (ESA) a través de Telespazio y el Complejo Planetario Malargüe, realizan acciones abiertas al público, como visitas guiadas, exhibiciones y presentaciones.
A diferencia de la base china, los estadounidenses no expresan quejas ni sospechas sobre la antena ubicada en Mendoza. Y eso puede deberse a que la base está financiada y gestionada por la Unión Europea. Por lo tanto, el problema podría no radicar tanto en la base en sí misma, sino en el temor hacia los chinos.