Las recientes elecciones para el Parlamento Europeo del pasado 9 de junio trajeron consigo un profundo cuestionamiento de la actual política de la EU, de su enorme burocracia, de su ideología globalista y de su propia existencia porque no se han respetado las profundas raíces culturales de los 27 países en pos de una absurda uniformidad cultural e ideológica y de un gran gobierno opresivo y hasta con una constitución común.
Todo esto en medio de una cruenta guerra en sus puertas, que en el fondo sus pueblos no la han elegido. Pero las urnas han hablado y demostrado que los pueblos quieren otra política, dándole masivamente el voto al centro derecha conservador en los más importantes países europeos. Sin embargo el viejo sistema se mantiene aún, resquebrajado y cuestionado.
En Francia el conservador partido de Marine Le Pen dobló en votos a los reunidos por el actual presidente Macron, que no le quedó otra que llamar a elecciones anticipadas del parlamento para las próximas semanas. Por su parte la votación para con la primer ministra italiana Giorgia Meloni fue apabullante y la colocó en el centro de una nueva política europea. En España el muy cuestionado Sánchez también perdió su mayoría parlamentaria europea y en Alemania se produjo un verdadero terremoto político al conseguir el nuevo partido de derecha conservador, la AfD, Alternative für Deutschland, el segundo lugar en las elecciones detrás de la CDU, que se debate internamente para encontrar una nueva política que encarne el pensamiento de sus votantes.
La coalición gobernante que reúne a los llamados verdes, a los socialistas del canciller Olaf Scholz y a los liberales, que obtuvieron escandalosamente tan sólo el 5% de los votos, recibieron el repudio de la población. Sin embargo el Canciller se aferra al poder y se niega a renunciar, sumando al país en un caos político, social y económico. Las aguas bajan turbias en Bruselas para la actual EU.
Es interesante destacar que en este nuevo escenario europeo han irrumpido buscando un nuevo liderazgo y un nuevo camino tres mujeres de armas tomar. Una de ellas es la francesa Marie Le Pen, diputada por el partido Rassemblement National , 56 años, candidata a la presidencia del país en las elecciones de los años 2011, 2016 y 2022, y actual líder de la renovada derecha francesa. Marie Le Pen tiene grandes posibilidades de ganar las próximas elecciones, que pidió Macron para elegir una nueva Asamblea nacional y un nuevo primer ministro.
Marie Le Pen es la hija menor del legendario fundador del partido Front National , Jean Marie Le Pen. La segunda destacada política que ha emergido últimamente dominando el escenario político europeo es Giorgia Meloni, líder indiscutida de su partido Fratelli D’Italia, que cada vez se perfila más como la gran esperanza para una Europa distinta. Meloni, con sus 47 años, cuenta con una gran experiencia política que comenzó siendo una adolescente escalando por sus indiscutidos méritos y talento político.
Y por último en este trío de mujeres renovadoras de la derecha conservadora europea tenemos a Alice Weidel, la alemana de 45 años , economista y líder del emergente partido llamado la AfD, controvertida dentro de su país por ser claramente euroescéptica y que se define abiertamente como lesbiana, y que logró en las últimas elecciones europeas en Alemania el sorprendente segundo puesto de las votaciones, aún antes del tradicional partido socialista alemán, la SPD del actual canciller Olaf Scholz. Weidel cuenta en su contra con un orquestrado intento de desprestigio por parte del propio gobierno alemán y los órganos de prensa más importantes del país que buscan la prohibición de su partido con la excusa que es un partido de ultra derecha cercano al nazismo.
Estas tres candidatas de la derecha conservadora europea tienen en común, con algunas variaciones de carácter nacional, su euroescepticismo y su decidido anti islamismo, porque ven en ello el mayor problema para la futura existencia de Europa. Son decididamente antiglobalistas, defienden las individualidades de los 27 países que componen la UE, son pro capitalistas defensores del libre mercado. Están en contra de la omnipresencia del Estado, están en contra del aborto y quieren que Europa siga una política propia, independiente de aquella marcada por los Estados Unidos, disminuyendo la influencia política de la OTAN. A este nuevo credo político europeo se adhieren hoy en día también Polonia con su líder Mateusz Morawiecki, Hungria con Viktor Orbán, Austria con el partido conservador de Herbert Kickl, y los triunfos electorales conservadores en España, Portugal, Holanda, Bélgica.
La ironía quiere que todos estos movimientos estén en contra de una reelección en las próximas semanas de la actual manda más de la EU, la alemana von der Leyen, responsable de toda la política equivocada, fracasada y cuestionada en las últimas elecciones, pero que aún cuenta con una mayoría en el parlamento Europeo. A ella se refiere un prominente diputado europeo afirmando que su estrategia política ha sido siempre la de buscar de destruir la democracia para luego tratar de salvarla. Von der Leyen se aferra a su puesto y para mantenerse en el poder no tiene escrúpulos. En estos días se decidirá su permanencia o no y se decidirá con ello el futuro europeo: es decir más del status quo, de la crisis imperante o un nuevo rumbo. Su pasado como Ministra de Defensa en Alemania bajo la era Merkel fue un desastre y ésta es la opinión de la mayoría de los alemanes. Además está envuelta en casos de corrupción junto a su marido.
El primero de julio asume el cargo de presidente del Consejo Europeo, un cargo rotativo, el primer ministro húngaro Viktor Orban, notoriamente de derecha, que en forma provocadora para su nueva presidencia eligió el moto del ex presidente Trump en la versión “Make Europe Great Again”. Con su elección traerá a discusión temas fundamentales para el futuro inmediato de Europa, como por ejemplo el peligro inminente del islamismo para la supervivencia del viejo continente, la búsqueda de una solución pacífica en la guerra de Ucrania y otros temas importantes para la Europa actual, que vive momentos dramáticos en su larga historia.
Pero esto de demonizar a los partidos conservadores, de derecha, con todo tipo de triquiñuela, informaciones falsas, persecuciones con la ayuda de parte de la gran prensa, ha fracasado ante el voto popular que pudo expresarse en las últimas elecciones europeas. Como bien escribe Douglas Murray, periodista de la tradicional revista británica The Expectator en un artículo que titula “The trouble with calling everyone right” (El problema de llamar todo el mundo de derecha), el uso excesivo de este término ha tenido el efecto contrario, quitándole un significado trascendente.
Pocos se alarmaron en el espectro de la izquierda al constatar que por ejemplo en Francia, la agrupación política de extrema izquierda La France Insoumise haya obtenido el 10% de la votación en las últimas elecciones europeas, teniendo en cuenta que éste sí es un partido ultra radical, fascista, de izquierda, antisemita, que ostentivamente apoya a grupos terroristas, como el Hamas. ¿Porqué entonces Giorgia Meloni de Italia, una verdadera europeísta que defiende la libertad y la democracia, que defiende los derechos de Ucrania y de Israel es tildada de fascista, de antidemocrática, de extremista. Hay una hipocresía política evidente, que tenemos que denunciar. Es nuestro deber. Y a los periodistas militantes que pululan nuestro mundo occidental les recomendaría de releer detenidamente a dos grandes filósofos y politólogos italianos especializados en el tema de los extremismos políticos y dejar de hablar constantemente de una “ultra derecha” y de una “extrema derecha”. Estas dos grandes personalidades del pensamiento político son obviamente los italianos Norberto Bobbio y Giovanni Sartori, ampliamente difundidos en nuestra América Latina.