En medio de las secuelas por el desgarramiento de su bloque y de las dudas que reflotaron en torno a la eficacia en la conducción de la Cámara de Diputados, el presidente Javier Milei ejecutó el viernes pasado una puesta en escena en la Casa Rosada con legisladores propios y de las bancadas aliadas para realinear fuerzas y mostrar el músculo político con el que defenderá el veto total a la ley jubilatoria en la Cámara de Diputados.
Con ese gesto, el mandatario hizo saber que muy a su pesar -ya que no es un aspecto de la gestión en el que muestre particular interés- estará mucho más pendiente de la política parlamentaria de lo que estuvo hasta ahora.
Es acaso el primer tirón de orejas al presidente de la Cámara baja, Martín Menem, quien no solamente tuvo que soportar las críticas que le hizo Mauricio Macri sino que además debió escuchar que Milei diga públicamente que su intención es armar un interbloque con el PRO.
Se trata de una idea que el riojano resiste, ya que detrás de esa propuesta entiende que hay una operación de Macri para licuar su poder real, a partir de un plan para que Cristian Ritondo se ponga al frente del hipotético interbloque, sentenciando al jefe de la bancada libertaria, Gabriel Bornoroni, a un rol secundario.
Este plan, de todos modos, tiene grandes dificultades de instrumentación: el comportamiento errático del PRO en las últimas semanas generó muchas rispideces no saldadas, y más aún después de los comentarios de Macri contra Menem.
La secretaria general de Presidencia, Karina Milei, que es la verdadera “Jefe” de Menem, tampoco quiere saber nada con la idea de exonerar al PRO de sus infidelidades recientes y coparticipar la gestión del oficialismo parlamentario.
Como sea, Milei dejó los rencores de lado y revivió en la Casa Rosada el pacto “PRO-libertario”, que venía ahuecado a raíz de los posicionamientos “autonomistas” del partido amarillo en varias votaciones que terminaron en estruendosas derrotas legislativas para La Libertad Avanza.
La motivación del presidente al hacerle lugar al PRO y al MID de Oscar Zago es estrictamente pragmática: necesita de sus aliados naturales para defender el veto a la ley jubilatoria.
Fue la fuerza política de Mauricio Macri la que en las semanas previas se encargó de hacerle entender a Milei que la necesitaba para impedir en ambas cámaras los dos tercios de los votos que la oposición persigue.
Primero el PRO aportó en Diputados sus votos para el rechazo al decreto de ampliación presupuestaria de la SIDE. Y luego sus senadores votaron a favor de la reforma jubilatoria opositora, con un resultado mayor a los dos tercios.
Después llegaría el comunicado de Macri despegándose del voto de sus senadores, pero para entonces el PRO ya había tenido éxito en exhibirle al Gobierno su poder de daño, resaltó NA.
De esta manera, el macrismo le hizo saber al oficialismo que el blindaje al veto de la reforma jubilatoria depende exclusivamente del PRO.
Esa demostración de fuerza fue un mensaje de poder y una forma de subirse el precio luego de sentirse menospreciado por el Gobierno. Lo consiguieron.
Para impedir los dos tercios en Diputados, el Gobierno necesita 86 votos en contra de la ley jubilatoria. De entrada no los tiene, ya que a la sumatoria de los votos de LLA, el PRO y el MID le faltaría un puñado más de voluntades.
No obstante, igualmente podría cumplir el objetivo con menos votos, ya que la mayoría especial de dos tercios que requiere la oposición es sobre los diputados presentes al momento de la votación, y no sobre el total de 257 diputados que tiene la cámara.
En este sentido, el trabajo del Gobierno consistirá no solamente en juntar votos propios, sino en “bajar diputados” del denominador de base.
Para ello, jugará sus fichas en la negociación con gobernadores de distinto signo político, especialmente radicales y del bloque Innovación Federal. En esas bancadas podrá restarle voluntades bando que busca voltear el veto.
Para garantizarse la ley jubilatoria en Diputados y revertir el veto, la oposición necesitará 171 votos, aunque también podría lograr su objetivo con menos, tomando en cuenta que muy probablemente habrá ausentes en la sesión.
Antes de que la reforma jubilatoria aterrice en el recinto, la iniciativa debe conseguir dictamen en las comisiones de Previsión y Seguridad Social, y Presupuesto y Hacienda.
El oficialismo controla la segunda comisión a través de su presidente José Luis Espert, quien podría pisar la convocatoria indefinidamente para evitar que el tema siga su natural trámite en el recinto.
En ese escenario, la oposición no tendría más remedio que utilizar una sesión para emplazar a la comisión de Presupuesto a tratar la reforma jubilatoria en un plazo determinado.