Podría decirse que el Pro se encuentra en un “no lugar”. El término vale para establecer que el partido que encabeza Mauricio Macri no termina de encontrar el espacio desde el cual manejarse y, sobre todo, planificar su futuro. Se sabe útil; más aún: indispensable. Pero así y todo duda de su futuro.
Tuvo claro desde un principio Macri que el destino de su partido está atado a la suerte de Javier Milei en el Gobierno. Si le va bien, se come al Pro; si le va mal, lo arrastrará en su debacle. Es un riesgo que el expresidente asumió la misma noche que formalizó el Pacto de Acassuso, cuando llamó a quien había resultado segundo en la primera vuelta para ofrecerle su apoyo para el balotaje.
Pero siempre imaginó que las cosas serían distintas; que aun sin poner condiciones en la formalización de ese pacto, estaba claro que si Milei ganaba trabajarían juntos, pero no así.
Críticos de Macri le advierten que lo que está sucediendo con el partido amarillo no es muy distinto al papel que el exmandatario le asignó a la UCR cuando llegó al poder. El expresidente sabe de esas críticas y las soslaya; piensa que son situaciones bien distintas. Es verdad que Cambiemos fue fundamentalmente una alianza electoral y parlamentaria, pero el Pro contaba con experiencia de gobierno y en los bloques -fundamentalmente en Diputados, no así el Senado-, tenía paridad numérica con sus socios y legisladores con buen expertise.
Una columna clave del Gobierno nacional, tal vez su ministro estrella por estos días, es alguien del Pro: Federico Sturzenegger está aplicando en estos meses de gestión un plan que había armado para Patricia Bullrich, y al que echó mano Milei cuando se encontró con la presidencia y necesitó un programa. Otro dato que suma para el peso específico del Pro en la administración mileísta.
Autor intelectual del mega decreto de necesidad y urgencia 70/23, y de buena parte de la Ley Bases, Sturzenegger administra en forma diaria los anuncios de desregulaciones que va aplicando. Esta semana la arrancó anunciando los cambios en la AFIP y la cerró con la eliminación de privilegios hereditarios en la función pública.
Al mismo tiempo se conocía la novedad de que el riesgo país traspasaba el piso de mil puntos, la cifra más baja en cinco años. El dato clave para este buen clima, que se tradujo también en una suba de los bonos argentinos, se había conocido el día anterior, con la exclusión de la Argentina de la lista gris del GAFI, un espacio al que muchos daban por descontado que nuestro país ingresaría y que sin embargo logró evitar. Fue, por lejos, la mejor noticia de la semana.
Solo faltó algún guiño del Fondo Monetario Internacional, a propósito de la visita de Luis Caputo. Eso sigue demorándose, y hay algunos reproches que ya empieza a ligar el ministro de Economía, por haber dado por seguro antes de asumir que contaría con el dinero suficiente que ahora el Fondo le está retaceando. Es un secreto a voces que el Gobierno argentino apuesta un pleno a lo que pase el 5 de noviembre en las elecciones de Estados Unidos.
Caputo también proviene del Pro, como Patricia Bullrich, la ministra más ponderada. Pero ambos ya tienen vuelo propio dentro de la órbita mileísta. El Pro apuesta a tener gente propia en el Gobierno, capitalizar su colaboración y mantener su identidad partidaria. Eso pide. Eso es lo que Karina Milei y Santiago Caputo se resisten a conceder. Quieren quedarse con el partido sin pagar nada.
Un encumbrado dirigente del distrito bonaerense admitió que, por las razones expuestas, el Pro está en “el peor de los mundos”, pero tras reivindicar la identidad partidaria -“no podemos olvidar que tenemos 20 años de vida”-, relativizó los riesgos: “En 2013 fuimos en una lista que armó (Sergio) Massa, con los lugares que nos dejó, y dos años después llegamos al gobierno”, evocó. Desconfiado por naturaleza, “el triángulo de hierro” teme que en un futuro cercano desde allí le disputen poder.
Javier Milei pareciera sentirse más a gusto con los peronistas que con sus principales aliados. Es lo que reprochan los gobernadores de Juntos por el Cambio (el único espacio donde esa denominación sigue vigente), que observan que desde el poder central a ellos “les reclaman”, mientras que a sus pares peronistas “les piden”. Pequeña gran diferencia entre un caso y otro: mientras unos aparecen “obligados”, a los otros “se les agradece”.
Las diferencias no se limitan a eso. Se sabe que a lo único que no se resigna el Pro es a perder su distrito original. Allí se siente desafiado por la hermana presidencial, que construye en todo el país, pero toma carrera en la Ciudad. Donde ella misma podría ser candidata, lo mismo que en provincia de Buenos Aires. El jefe de Gobierno, Jorge Macri, se siente acosado por La Libertad Avanza y le reclama a su primo Mauricio mayor firmeza ante los Milei.
La guerra silenciosa se libra en la Legislatura porteña, donde ya se vivieron varias embestidas de parte del bloque que lidera María del Pilar Ramírez y se referencia en Karina Milei. Primero fue con la modificación del Código Urbanístico, que LLA rechazó; hace diez días con la adhesión al RIGI, que volvió a comisión con el argumento de que, redactado como estaba, el proyecto implicaba que la ciudad resignara recursos y cediera casi todo al Gobierno nacional. Esta última semana comenzó a librarse el round más reciente, con la presentación de un proyecto de “ley de bases” por parte de María del Pilar Ramírez, que busca establecer “fuertes recortes en el Estado” porteño. La iniciativa cuenta con el apoyo de legisladores del Pro ligados a Patricia Bullrich y entre otras cosas propone privatizar AUSA, Lotería de la Ciudad y Subterráneos de Buenos Aires.
El Pro teme que en 2025 el mileísmo quiera librar en CABA “la madre de todas las batallas”, como hace justo 20 años fue la que disputaron el kirchnerismo con el duhaldismo, y representó para este último la derrota definitiva, con el traspié de Chiche Duhalde ante Cristina Kirchner en la disputa para el Senado. El año que viene se eligen senadores en la Ciudad de Buenos Aires, y LLA podría jugar con Karina Milei (difícil), Bullrich, o bien Manuel Adorni, quien cuando le preguntan por su origen platense remarca que desde los 24 años vive en CABA.
¿Jugaría en ese caso Mauricio Macri? El expresidente no tiene el menor interés en ser candidato legislativo, y cerca suyo se esperanzan porque “prime la cordura” y se privilegien los acuerdos tanto en la provincia de Buenos Aires, como en la Ciudad. En el primero de esos distritos, el Pro arriesgará 7 escaños, y está dispuesto a intercalar con La Libertad Avanza en la lista. En el segundo, expone 3 diputados y un senador (el otro es Martín Lousteau). Podrían resignar algo en provincia de Buenos Aires, mas no en la Ciudad que gobiernan.
El oficialismo celebra mientras tanto las divisiones ajenas. En el Pro, juega en silencio a que algunos vayan a pegar el salto a “las fuerzas del cielo”. Suponen que llegado el momento podrían llegar a contar con los diputados que responden a Patricia Bullrich, quien ya metió mano en el bloque radical. Ven a Diego Santilli muy interesado en no dejar pasar esta vez la oportunidad en la provincia de Buenos Aires y no quieren desaprovechar la posibilidad de meter una cuña.
El bloque radical terminó rompiéndose en Diputados, luego de que el martes pasado se sorteara angustiosamente lo que parecía ser la inevitable fractura. Pero esa misma noche los radicales rebeldes forzaron la situación reclamando cargos, mientras que del otro lado el más visible de los radicales alineados con la Rosada, el tucumano Mariano Campero, le decía al “Pelado” Trebucq que entre Milei y Lousteau él votaba al primero. Al día siguiente se terminó de romper el bloque.
También disfruta el oficialismo la crisis interna del peronismo, expuesta en una devaluada confrontación interna por la presidencia del partido. Insólito para quienes conocen bien a los Kirchner, que siempre renegaron de lo que despectivamente definían como “pejotismo”, Cristina K aparece ahora lidiando por dirigir al PJ contra el gobernador riojano, que íntimamente debe soñar con replicar la épica de su comprovinciano Carlos Menem, pero no tiene ninguna chance de nada.
La verdadera -e insólita- pelea la libra CFK con Axel Kicillof, luego de haber elegido entre su hijo biológico y su hijo político. Tras un fallido intento de reconciliación pública impulsado por Estela de Carlotto en La Plata, que terminó empeorando las cosas al hacer pública la fractura, el gobernador bonaerense pareciera estar recorriendo el mismo camino que Horacio Rodríguez Larreta con Mauricio Macri en el Pro. La historia se repite, primero como tragedia y después como farsa.