La participación argentina en el G20 es un legado que dejó Carlos Menem para las generaciones presidenciales venideras. Más allá de las críticas que en su mayoría los presidentes que lo sucedieron le han dirigido al riojano, lo cierto es que a él se le debe que nuestro país fuera sumado en 1999 al principal foro intergubernamental de coordinación económica y financiera internacional.
La creación de ese organismo fue una idea de los miembros del G7, las grandes potencias industriales de Occidente -Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Canadá, Reino Unido y Japón-, que después de la crisis financiera de 1997-1998 (la crisis asiática), buscaron dar mayor participación a los países emergentes en el debate y toma de decisiones. Por esos años, Argentina tenía buen predicamento internacional, y Menem línea directa con Bill Clinton, a quien le pidió que nuestro país estuviera en ese foro.
La participación en la cumbre realizada esta última semana en Brasil fue para Javier Milei su debut en las grandes ligas. Y ya se sabe la importancia personal que el presidente argentino le concede a ese protagonismo internacional que le da tanto disfrute tener. Así, exhibió su buena relación con el presidente francés Emmanuel Macron, que como con Giorgia Meloni tuvo su correlato en la Casa Rosada, como así también permitió verificar las cuotas de pragmatismo que de vez en vez se permite mostrar.
Lo hizo con el presidente Lula, al que saludó con gesto adusto mas sin destrato -la mala relación personal es mutua-; y con el líder chino Xi Jinping, de quien en campaña decía “no voy a hacer negocios con ningún comunista”, hasta que a Susana Giménez le confesó haberse sorprendido “muy gratamente” con ese país, por tratarse de “un socio comercial muy interesante, porque no exige nada, lo único que piden es que no los molesten. También se mostró pragmático a la hora de firmar el documento final del G20.
En Brasil, el ministro de Economía Luis Caputo firmó en esa cumbre con su par de Energía brasileño, Alexandre Silveira, un acuerdo para acelerar la provisión de gas de Vaca Muerta a las industrias brasileñas. Se estima que a partir de ello la Argentina podría llegar a exportarles 30 millones de metros cúbicos diarios de gas natural en cinco años, un negocio que podría cambiar la ecuación de la balanza comercial entre ambos países, históricamente deficitaria para el nuestro.
Con China se habría hablado de reanudar las obras de dos represas que ese país construye en Santa Cruz -aunque el gobierno argentino relativizó esa información-, entre otros negocios con el gigante asiático.
Y respecto del documento final del G20, primó la cordura y Milei no pateó el tablero, firmando junto al resto de los jefes de Estado. La salida airosa que encontró la delegación argentina fue emitir luego una declaración donde el gobierno de Milei se manifestaba disociado de los párrafos del texto vinculados a la Agenda 2030 y a las iniciativas para cobrar impuestos a las grandes fortunas.
La señal disruptiva la dio Milei al ser el único ausente en la foto de familia final de la cumbre, tomada el martes pasado. En rigor, él estuvo en la primera, tomada el día anterior, pero en la que por diversas razones faltaron Joe Biden, Giorgia Meloni y Justin Trudeau, por lo que debió repetirse al día siguiente. Y a esa foto el presidente argentino faltó, aunque oficialmente se atribuyó a la agenda apretada que obligó a reprogramar sus reuniones, entre otras con Xi Jinping y Kristalina Georgieva.
Mientras eso sucedía, en el Congreso argentino se registraba uno de los hechos salientes de la semana: la suspensión de la reunión de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, donde se esperaba que se emitiera el dictamen correspondiente, para dos días después llegar al recinto y darle media sanción. Como han vencido los tiempos para dictaminar, el Presupuesto solo podrá ser tratado en extraordinarias, si el gobierno las convoca y, sobre todo, si incluye la ley de leyes en el temario.
Por el momento, fuentes oficiales confirmaron al día siguiente de la suspensión de la reunión de Presupuesto y Hacienda que habría extraordinarias… pero hablaron solo de incluir una reforma electoral. La premura oficial se comprobó cuando al día siguiente llegaron los proyectos al Parlamento. Son dos: uno que contempla la eliminación de las PASO, y otro que modifica la Ley Orgánica de los Partidos Políticos. En este combo se buscaría una reducción presupuestaria al financiamiento de los partidos políticos, que en el futuro debería ser privada, mientras que la eliminación de las elecciones primarias permitiría evitar el gasto de más de 50 mil millones de pesos.
Se trata de iniciativas que deberían ser aprobadas este verano y no en 2025, pues es uso y costumbre que en los años electorales no se legisle sobre temas electorales. La oposición más amigable, e incluso los aliados, anticiparon su rechazo a la eliminación de las PASO, aceptando en cambio modificaciones que incluso han impulsado por motu proprio. De ahí que se pregunten cuál es el objetivo del gobierno de mandar este proyecto ahora. Y lo relacionan con la conferencia de prensa que el oficialismo convocó el 30 de octubre y suspendió diez minutos antes de iniciarse, por el enojo del Pro al enterarse de que propondrían condicionar modificaciones al Presupuesto a recortes en gastos para la política, supresión de las PASO incluida.
Sospechan -casi convencidos- que el oficialismo condicionará reactivar el tratamiento del Presupuesto a que la oposición acepte votar estos proyectos que acaba de mandar al Congreso.
Es el método libertario para negociar. Ya hay suficientes antecedentes en la materia y quienes acuerdan con el gobierno se quejan inexorablemente de que no les cumplen. Es un reproche recurrente de los gobernadores de Juntos por el Cambio que reciben menos beneficios que sus colegas peronistas. Queda claro que el gobierno valora más las concesiones de estos últimos y así las corresponde; en el caso del resto, que por primera vez desde 1983 son más que los del PJ, es como si estuvieran obligados a colaborar con el gobierno, dando por hecho que así lo desea su electorado. Es un planteo permanente que hace Mauricio Macri, que ve que pese al fallo de la Corte, Milei sigue sin cumplir con la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires.
Tampoco es que el gobierno nacional sea demasiado concesivo con el resto; en general es muy reticente a conceder cosas… pero sobre todo a cumplirlas después. Juega con las urgencias ajenas, y sabe que siempre tiene la sartén por el mango. Pasó en vísperas de la suspensión de la negociación del Presupuesto: los gobernadores hablaron entre sí para ponerse inflexibles para hacer cumplir cinco puntos. La causa común se desarmó cuando uno de ellos aclaró que no quería pelearse con el gobierno. Aprovechó el gobierno, que está muy cómodo sin tener presupuesto.
A estas alturas, lo más probable es que, por primera vez en la historia, un presupuesto sea reconducido dos años seguidos. La ley de leyes es hoy un arma que usa el gobierno para negociar, otra concesión que estaría dispuesto a hacer, pero no gratis. Le sirvió para hacer caer hace dos semanas la sesión en la que la oposición iba a rechazar el DNU 846, del canje de deuda, y la modificación de la ley que regula los decretos de necesidad y urgencia. Los gobernadores, que privilegian el presupuesto, retiraron diputados, incluso los peronistas. Ahora esa misma oposición convocó a una sesión por intentarlo de nuevo este martes, pero nada indica que les vaya a ir mejor. Y cuando termine la semana, la oposición -y los gobernadores- perderán la posibilidad de imponer sesiones, por concluir el viernes el período ordinario.
Así y todo, de las cuatro sesiones pedidas en Diputados para esta semana, solo la última tendría alguna chance de hacerse. Es la pedida por ficha limpia y otros temas. Ficha limpia saldría aprobada, pero para demostrar que realmente le interesa esa ley, el gobierno debería hacer algo más que mandar a sus diputados a votarla: incluirla luego en el temario de extraordinarias, para que el Senado la convierta en ley. Nada indica que lo hará y Cristina Kirchner, que este fin de semana le lanzó a Milei un “a ver si sos tan guapo”, podrá ser candidato el año que viene. Que es lo que el oficialismo desea, aunque muchos le recuerden qué pasó en 2017 y 2019.
Mientras Karina Milei continúa acumulando millas cada fin de semana promoviendo La Libertad Avanza en cada provincia, y otros sectores se permiten -con su venia- lanzar agrupaciones, como Las Fuerzas del Cielo, que armados con celulares hablan de hacer la revolución, el mileísmo se convence cada vez más de estar transitando el camino correcto, que abjura de buscar consensos o forjar alianzas. El método es el enojo y la fuerza del Estado -que ahí sí lo disfrutan- para imponer sus deseos.
“Los buenos modales ya fracasaron”, advierten funcionarios libertarios refiriendo sin nombrarlo al macrismo. Ante ese desdén reacciona Cristian Ritondo cuando advierte que “estos logros no los habría hecho (el gobierno) sin el Pro, que ha sido responsable en la Cámara”. La Libertad Avanza solo les da las gracias y sigue haciendo su camino, sin preocuparse por corresponderlos. “No tienen adónde ir”, deslizan desentendidos.