Lejos quedaron aquellas postales que mostraban juntos a Javier Milei y Victoria Villarruel en la Cámara de Diputados, en las cuales podía concebirse una relación amena y saludable entre los principales impulsores de La Libertad Avanza.
Nada, entonces, podría hacer suponer lo que pasaría una vez que ganaran las elecciones del 2023. El tiempo demostró, a pesar de los ingentes esfuerzos de ambos en desmentirlo, que sus caminos políticos corren en paralelo.
Lo último de esta tira novelesca se pudo observar tras las críticas de Milei en una entrevista televisiva en la cual vinculó a su vice con “el círculo rojo” y “la casta”; dejando en claro que no tenía ningún tipo de injerencia en las decisiones políticas de Gobierno ni participa en las reuniones institucionales.
Pero no es nada nuevo lo que sucede dentro de la interna libertaria. De hecho, ya antes del cierre de listas para las presidenciales del año pasado, fuentes ligadas al hoy oficialismo aseguraban que Villarruel comenzó a reclamar lugares propios bajo amenaza de bajarse de la contienda electoral.
No fue todo, teniendo en cuenta que una vez que las listas de los distintos partidos quedaron conformadas fue la propia entonces candidata a vicepresidenta quien comenzó a cuestionar y desafiar la estrategia electoral de quien es finalmente la mano derecha del presidente, Karina Milei.
La hoy secretaria general de Presidencia tomó varias decisiones cuestionables en ese sentido, incluso ponderando y colocando en lugares clave a personas que habían salido del camporismo. Pero el de Karina Milei es un caso aparte que bien podría desarrollarse en otra columna.
En fin, parece que Villarruel es la tercera en discordia dentro del Gobierno de Milei. Una figura central que parece por momentos ir en contra del propio partido del cual fue cofundadora.
Así puede verse cómo se fue peleando con diversos referentes del partido Gobernante, tal es el caso de Lilia Lemoine y Florencia Arietto, e incluso con personajes que salieron del PRO pero que tienen fuerte intromisión en las políticas del Gobierno, tales los casos de Patricia Bullrich y Luis Petri.
Lo de Bullrich y Petri fue algo cantado desde el minuto cero. Es que los lugares que ocupan en el Gabinete como ministros de Seguridad y Defensa respectivamente, eran cargos que Milei le había prometido Villarruel. Pero tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales son cargos que el presidente negoció para obtener el apoyo del partido liderado por el ex presidente Mauricio Macri.
Por su parte, quizá fue muy cruel de parte de Lemoine tildar de “Bicha Cruel” a la vicepresidenta. Pero cabe destacar que fue autentica, se esté o no de acuerdo, cuando sostuvo que Villarruel estaba más cerca de las ideas de Isabel Perón.
En el caso de Arietto, que calificó a Villarruel de “mal bicho”, fomentó la creación de una alianza liberal antivillarruelista, algo realmente poco normal, pero que deja a las claras el aprieto en el que se deja a los propios libertarios a la hora de tener que elegir entre un camino y el otro.
Allí es donde Milei tiene las de ganar, puesto que tiene un apoyo tanto social como gubernamental superior al de Villarruel. La vicepresidenta tiene acaso unas escasas espaldas en las que apoyarse. Muy poca gente propia.
Sin el diputado Guillermo Montenegro apenas si puede contar con el apoyo del círculo de trabajo diario que armó en el Senado, con su secretaria privada, María Jones, el secretario legislativo, Agustín Giustinian, y director de Atención Ciudadana del Senado, Juan Martín Donato.
El único ámbito que elige, por otro lado, a la vicepresidenta antes que al jefe de Estado es la familia militar, que no oculta elogios hacia la presidenta del Senado. Pero nada más.
Por otro lado cabe destacar que los dichos de Lemoine no son meramente personales, sino que es quien expone los pensamientos de varios funcionarios del Gobierno, quienes puertas adentro sostienen que Villarruel es “la peor vice de la historia”. Todo un síntoma teniendo en cuenta que fue parte de la victoria de La Libertad Avanza, a pesar de que el sector antivillarruelista del Gobierno hoy lo niegue y sostenga que “no hizo nada por el partido”.
Hay quienes tratan de bajarle el volumen a la fuerte y profunda interna que sufre el Gobierno por estas horas, como lo han hecho insistentemente el jefe de Gabinete Guillermo Francos y el vocero presidencial Manuel Adorni. Sin embargo, no son más que declaraciones oficiales que no hacen otra cosa que demostrar la desesperación del Gobierno por ocultar la fuerte grieta oficialista.
No obstante, y a pesar de los deseos de no pocos referentes del partido gobernante, difícilmente Villarruel se aparte de su cargo. Ese sería sin lugar a dudas el principio de un claro error estratégico dentro de la filas de La Libertad Avanza.
La vicepresidenta tiene en sus manos la agenda del Senado, lo que no es poco, y mientras le toque desempatar y haga caso a las decisiones del presidente, su lugar está más que a salvo. Y aún más, porque supo desafiar a Milei con los aumentos en las dietas de los senadores y allí sigue, sin ningún peligro de eyección.