Las primeras alertas se produjeron en octubre del año
2007. Informaciones originadas en Costa Rica señalaban que desde ese país había
ingresado a Nicaragua un grupo de 21 iraníes sin visa, con un
rápido trámite avalado por las autoridades migratorias del gobierno sandinista.
Poco antes lo habían hecho, en las mismas condiciones, tres ciudadanos libios
provenientes de Venezuela.
Las alertas se ampliaron cuando el gobierno de El
Salvador las activó en todas sus fronteras, ante la presencia en Nicaragua de
tres miembros de la Guardia Republicana de Irán, denominada
Pasdarán, quienes no regresaron a su país luego de acompañar la visita
realizada por el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, como “invitado
especial” del presidente Daniel Ortega. Cabe señalar que la Guardia
Republicana tiene en Irán varios campos de entrenamiento para terroristas tanto
locales como de otros países, cuyo detalle figura al pie de este artículo.
Los tres “pasdarán”, al que hace poco Estados Unidos
calificó como “grupo terrorista” fueron identificados como Ali Mohebbi,
Hossein Nemati Barugh y Ali Moderassi, quienes inicialmente se
alojaron en el lujoso complejo residencial Las Colinas, en las afueras de
Managua.
También Costa Rica activó
sus alarmas fronterizas y acentuó sus controles migratorios, especialmente luego
de que los tres miembros de la Guardia Republicana habían sido vistos tomando
fotografías en diversos países de la región.
Esto fue solo el comienzo de
una operación que en cualquier momento puede desembocar en una verdadera
pesadilla. El fundamentalismo islámico, cuyos proyectos y cometidos están muy
lejanos de las enseñanzas del Corán —que predica la no violencia— pero que las
transforman y contextualizan de acuerdo a sus intereses, ya está presente en
distintos países latinoamericanos, entre ellos Venezuela —con el aval de
su presidente Hugo Chávez—, El Salvador y Bolivia,
inicialmente con el envío de misioneros chiítas destinados a convertir al
islamismo a indígenas y habitantes más pobres y luego con el refugio brindado a
terroristas de sus distintas extracciones, pero que tienen un objetivo común: no
sólo extenderse por Latinoamérica sino utilizar a esta parte del continente como
trampolín para lanzar sus ataques al corazón de Estados Unidos, país al que
obviamente tienen así mucho más cerca que desde Medio Oriente.
Pero en el caso de
Nicaragua parte de la pesadilla ya ha comenzado. Pudimos tomar conocimiento
de que, con la complicidad del presidente Daniel Ortega, un importante
grupo de la Guardia Republicana iraní, los “pasdarán”, están
instalados en un sector de la selva del territorio nicaragüense, realizando
desde maniobras de instrucción y ensayo de ataques a determinados objetivos
hasta el probable reclutamiento de elementos locales para utilizarlos como
eventual apoyo. A la vez, reciben colaboración en el aspecto logístico del
gobierno sandinista, que les provee periódicamente de lo necesario para
subsistir.
Incluso nuestras fuentes han señalado que habitantes
de pequeños poblados donde los “pasdarán” incursionan esporádicamente en busca
de algunos placeres —por ejemplo mujeres—, han sido aterrorizados tanto por los
iraníes como por las autoridades sandinistas para que no revelen nada de lo que
ven.
Obviamente que este grupo no
quiere testigos de su presencia y su accionar en Nicaragua, ni mucho menos desea
el gobierno sandinista de Daniel Ortega que trascienda esa presencia y el
apoyo que les brinda a estos terroristas.
Sin embargo, en horas recientes ha ocurrido algo que
hará que esos ocultamientos salgan a la luz. Allí se verá entonces que actitud
toman los gobiernos de Nicaragua e Irán frente a la curiosidad que se despertará
en la comunidad internacional y en las agencias de inteligencia de varios
países.
Héroes del silencio
Lo que aquí se expondrá pertenece a uno de los
secretos mejor guardados hasta ahora acerca de ciertos grupos de agentes,
integrados por elementos de distintas nacionalidades, que operan en forma
independiente, sin contacto alguno con los gobiernos de los distintos países
donde tienen representación, y que dependerían conjuntamente de dos o tres
fuerzas y agencias de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Esta
información y la que sigue proviene de contactos que pudimos hacer con un
personal superior de uno de esos grupos, quien nos exigió la mayor y exclusiva
reserva sobre diversos puntos que nos confió, por lo que cumpliremos por
supuesto con esa solicitud.
Lo que estamos en condiciones de informar es que hace
escasos días un grupo de esos agentes ingresó secretamente a territorio
nicaragüense, mientras otra parte hacía monitoreo y apoyo desde la frontera
de un país vecino. La importancia de la misión hizo que hasta debieran ser
agregados a la misma algunos jóvenes agentes aún sin demasiada experiencia en
este tipo de operaciones encubiertas, aún a sabiendas que el objetivo disponía
de armamento y equipos de localización de los más avanzados, además del eventual
apoyo de elementos sandinistas.
Fue así que, salteando algunos detalles, en un
momento tuvo lugar un enfrentamiento en plena selva entre los agentes y los
“pasdarán”, que ya se encuentran en grupos numerosos en el lugar. El grupo de
agentes debió dividirse en pequeños subgrupos para poder plantear el encuentro
en distintos frentes, y hubo bajas en ambos lados. Entre los caídos hubo un
agente de nacionalidad argentina, lo que hace recordar que hace alrededor de dos
meses también cayó un argentino en un encuentro con narcotraficantes en la
frontera entre Guatemala y México.
De acuerdo a nuestra fuente, hubo detalles de
verdadero heroísmo en la actuación de dicho agente, que dejando a un joven
compañero herido oculto que fue posteriormente rescatado por la retaguardia,
atrajo tras de sí la persecución de los iraníes para alejarlos de aquél,
emprendiendo una retirada hacia un punto de la frontera donde podía encontrar al
resto de sus compañeros. Lamentablemente fue interceptado a escasos dos
kilómetros de llegar a ese punto, y cayó tras una tremenda lucha en condiciones
desfavorables. Aún así causó varias bajas en el enemigo, que además de llevarse
apresuradamente a sus compañeros muertos y heridos —no querían dejar ninguna
presa ni testigos— solo le quitaron al agente su fusil. Al lado de éste quedaron
su pistola con dos cargadores vacíos y su puñal manchado de sangre.
Además de querer resaltar el acto de heroísmo de ese
agente y de los grupos en general que operan muchas veces en condiciones
adversas, señalando al respecto que “nosotros acudimos a limpiar la basura
que no limpian otros por temor a las repercusiones, por convenios
internacionales o porque los Congresos no deciden lo que deben decidir a tiempo”,
nuestra fuente reveló que uno de los objetivos principales ya cumplido —revelar
efectivamente la presencia de la Guardia Republicana iraní en Nicaragua—, era
también tratar de capturar al menos a uno de los “pasdarán”, quien podría
efectuar muy interesantes revelaciones. En este punto la fuente, dando por
terminado el diálogo, se negó a confirmar si ello se concretó, pero cierto gesto
involuntario de satisfacción en su rostro permitiría suponer que fue así.
Y en caso de que así fuera realmente, cabe ahora
esperar qué reacciones en cadena pueden llegar a sobrevenir en diversos
despachos de la comunidad internacional, además de la preocupación de los
gobiernos de Nicaragua, de Irán y de los países tan amigos de los mismos, entre
ellos Venezuela, Ecuador y Bolivia, ante la magnitud de las comprometedoras
revelaciones que pueden surgir de aquí en más. Comparables, si se quiere, a las
que continúan surgiendo de las laptops del finado narcoterrorista de las FARC
“Raúl Reyes”, que pueden hacer rodar más de una cabeza y cuya explotación está a
cargo de la Interpol.
Buena parte de estas diferentes reacciones generadas
por estos hechos aquí mencionados habrá que agradecérselas, entonces, a estos
verdaderos héroes del silencio que por ahora deben “limpiar la basura que no
limpian otros”.
Carlos Machado