El Gobierno sigue en racha. Y en el Congreso, créase o no, se acostumbró a ganar. Esta última semana se anotó tres victorias que revitalizan su aura y le dan bríos para lo que resta hasta el 21 de febrero, fecha de cierre del período extraordinario. No es que la tenga fácil -el Senado es la Cámara más complicada para todo gobierno no peronista, y le falta cruzar esa frontera-, pero todas las señales son auspiciosas para la gestión libertaria.
No hay peor muestra de debilidad para una gestión que trastabillar en el Congreso. Si tomamos por cierta esa definición, la preocupación original para el gobierno más débil legislativamente hablando de la historia de la democracia argentina debería haber sido a priori frustrante. Pero al cabo del primer año de gestión, e iniciando ya el segundo período, las expectativas libertarias deben estar más que satisfechas. Más allá de que, como ya hemos dicho, los logros en materia de leyes tampoco han sido demasiados para la gestión mileísta en el Parlamento, donde lo máximo que pudo conseguir -y no es poco, más bien lo contrario- fue la aprobación de la Ley Bases y el Paquete Fiscal. Luego, apenas el Banco de Datos Genéticos, teniendo en cuenta que la Boleta Única de Papel era un proyecto de la oposición, que nunca fue una propuesta propia.
En efecto, como siempre le reprocha Miguel Pichetto al Presidente, el Gobierno se negó a buscar consensos para ampliar su base de sustentación, conformándose con haber alcanzado un tercio con el cual blindó su capacidad de veto. Pero a Javier Milei le alcanza y sobra con sentirse invencible en el Parlamento y eso no es poca cosa.
Ningún gobierno debe ir al recinto sin la certeza de que ganará la votación correspondiente. Esa fue -por ejemplo- una máxima que el Gobierno de Alberto Fernández nunca atendió. Una prueba clarísima era que se empeñara en mandar para extraordinarias extensos temarios de proyectos librados a su suerte que en general quedaban en el camino. Nunca nadie podrá explicar ese comportamiento en un gobierno que, dicho sea de paso, tuvo como enlace Parlamentario a Fernando “Chino” Navarro, dirigente del Movimiento Evita que nunca cumplió ese rol clave.
Siendo un oficialismo con mucha más cantidad de legisladores y hasta mayoría en el Senado, el compañero de fórmula de Cristina Kirchner envió en sus cuatro años de gestión 82 proyectos para tratar en extraordinarias, logrando apenas que le aprobaran 11 (el 13,4%).
Veamos el detalle: la mejor performance la tuvo el primer año, cuando mandó 11 proyectos a extraordinarias y le aprobaron 5; en 2021, de los ¡25! proyectos remitidos, solo se aprobaron 4. Peor le fue en 2022, cuando la suma de proyectos ascendió a 18 y no le aprobaron ni uno (ni siquiera los trataron en comisión). Y en su último año, batió récords con los 28 proyectos enviados, de los cuales solo convirtió en ley 2 (el último día de extraordinarias).
Este gobierno mandó 7 proyectos de ley para su tratamiento en estas extraordinarias. Nada le garantiza un éxito del 100% que nadie espera que vaya a tener, pero en su primera semana de trabajo concreto en comisiones y el recinto, le fue más que bien: ya tiene tres de esos proyectos con media sanción.
Y eso que el arranque no fue nada auspicioso, si se tiene en cuenta que el martes sudó la gota gorda para conseguir las firmas suficientes para garantizar el dictamen necesario para que la suspensión de las PASO se tratara dos días después. Oficialistas y aliados debieron alargar los discursos en el plenario de Asuntos Constitucionales, de Justicia y de Presupuesto y Hacienda para asegurarse que mientras tanto aparecieran las firmas necesarias. Eso se logró cuando los gobernadores de Santiago del Estero y Catamarca mandaron a sus legisladores a firmar un dictamen propio y aseguraron así las 58 firmas necesarias (la mitad más uno de los presentes) para validar el tratamiento normal en el recinto.
Fue tan notorio que el oficialismo estaba en problemas esa tarde que el titular del bloque UP, Germán Martínez, denunció al Gobierno por estar “haciendo un apriete infernal para lograr las firmas”. Y cuando todo se perfilaba para pasar a un cuarto intermedio hasta el martes venidero, poniendo en riesgo el cronograma del oficialismo, se hizo la luz cuando los citados diputados de Unión por la Patria habilitaron el tratamiento del proyecto en el recinto dos días después. Concretado ese paso clave, quedaba garantizado que si el jueves había quórum, no habría dificultades para aprobar el proyecto.
Distinto fue el miércoles, con un proyecto como el de ficha limpia que a priori aparecía más complicado y sin embargo le bastaron 45 minutos a La Libertad Avanza para anunciar que ya estaban las firmas. Y dadas las circunstancias, a pesar de que no hay ninguna chance de que el miércoles próximo haya un quiebre en el bloque UP, como sí sucedió la última semana, el proyecto tendrá media sanción.
Lo que nadie esperaba el jueves era una holgura tal como tuvo la aprobación de la suspensión de las PASO. Por tratarse de un tema electoral, se necesitaba una mayoría especial de 129 miembros a la hora de votar, que se superó con creces: fueron 162 los votos positivos; le faltó uno solo para tener los dos tercios de los presentes. Semejante amplitud hubiera sido imposible sin votos de la principal oposición, donde un cuarto de sus miembros terminaron apoyando la suspensión de las PASO. Apenas 43 de sus 98 integrantes votaron en contra: menos de la mitad.
Ese fue el dato saliente de esa votación clave, porque exhibió las primeras fisuras notorias desde que el peronismo unido volvió al llano. El Frente Renovador mantuvo su postura histórica contra las PASO y votó la suspensión; lo mismo hicieron los catamarqueños y santiagueños que responden a sus gobernadores (11 votos en total), más un chubutense, un tucumano, un fueguino y tres mendocinos. Otro dato notorio fueron las abstenciones, donde se anotaron Leandro Santoro, Gisela Marziotta, Victoria Tolosa Paz y los diputados que responden a los gobernadores de Formosa, La Pampa y La Rioja, contrarios a las PASO.
Este último, un dato para tener en cuenta para palpitar lo que sucederá en el Senado, donde algunos del bloque de Unión por la Patria ya anticiparon su voto a favor, como el sanjuanino Sergio Uñac, que tras la aprobación en Diputados recordó que cuando era gobernador “fuimos pioneros en la eliminación de las PASO”. Y preanunciando su voto, aclaró que “seguimos firmemente creyendo en la eliminación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, no en su mera suspensión temporal y oportuna”. A lo que Gastón Marra, histórico promotor de la ley de ficha limpia, sumó: “También yo recuerdo que siendo gobernador abrió sesiones legislativas y pidió a los legisladores que aprueben la ficha limpia que era una iniciativa que Ud. apoyaba y promovía. ¿Va a apoyar el proyecto promovido por el presidente Milei?”.
De cara al debate sobre las PASO en el Senado, es más sencillo allí anticipar el sentido de los votos, teniendo en cuenta que en su momento armaron dos bloques para quedarse (sin éxito) con un lugar más en el Consejo de la Magistratura. El bloque Unidad Ciudadana, que desde la próxima sesión tendrá 17 miembros, responde enteramente a Cristina Kirchner, y votará en contra del proyecto del Gobierno. El otro bloque es el Frente Nacional y Popular, donde habría que esperar defecciones, en línea con lo ocurrido en Diputados. Por ejemplo, en el voto de los tres santiagueños que responden a Gerardo Zamora, entre ellos su esposa Claudia Ledesma Abdala. Y al menos el del catamarqueño Guillermo Andrada. En espejo con lo sucedido en Diputados, ¿debería esperarse la abstención del pampeano Daniel Bensusán y los riojanos Florencia López y Jesús Rejal? ¿Y también los formoseños María Teresa González y José Mayans? No debería llamar la atención en ese caso que este último, en su calidad de presidente del bloque, imitara lo que hizo Germán Martínez en Diputados, que en tono componedor se abstuvo allí.
La realidad es que la aprobación de la suspensión de las PASO en el Senado es casi segura, lo mismo que las otras dos reformas judiciales en materia de seguridad aprobadas el jueves en Diputados. No así ficha limpia, donde UP no mostrará fisuras en el Senado, como tampoco las tuvo en la Cámara baja y los partidarios de esa ley necesitan 37 votos que serían inalcanzables.
Lo cual no incomodaría demasiado al Gobierno, que cuenta con Cristina Kirchner compitiendo en octubre. Un fracaso en ese sentido se lo adjudicaría al kirchnerismo.
Eso sí, de momento no hay señales sobre lo que pueda suceder con los jueces propuestos para la Corte. Necesitarían en el Senado una sesión especial para ese tema; los tiempos se agotan y de momento hay silencio de radio. Las versiones de que el Gobierno mandaría a debatir el tema a suerte y verdad ya no serían tan seguras. Tal vez el Gobierno se haya entusiasmado con mantener el invicto y evitar riesgos. Se verá más temprano que tarde.