
Es bien sabido que las principales dotes del buen entendimiento son la madurez del juicio, el buen sentido y el tacto: cuando estas cualidades faltan en un individuo, le es muy difícil analizar la realidad, dejándolo enredado en elucubraciones interminables.
Algo de esto está ocurriendo en la sociedad desde hace muchos años, lo que nos ha llevado a vivir pendientes de las cosas que pudieron o debieron haber sido, mientras cometemos yerros imperdonables respecto de lo que las mismas SON, sin resolver adecuadamente ninguno de los problemas de la vida diaria que nos afectan.
El “criptogate”, es una muestra autóctona de las características que señalamos, habiendo contribuido para que un hecho político inesperado se convierta en una batahola pública sin control, que solo sirve para que los eventuales responsables del enredo sientan que pueden cometer idénticos desatinos en el futuro sin recibir sanción efectiva alguna.
Y quizá ponga en evidencia que una gran mayoría de ciudadanos ha demostrado, una vez más, su deseo irrefrenable de singularizarse a como dé lugar, luchando entre el sí y el no, sin lugar para un “puede ser” que obliga a dedicar más reflexión a cuestiones a las que habría que dedicarle siempre una “segunda mirada”.
La disputa que se ha generado entre los enemigos declarados del Presidente Milei en el caso que nos ocupa, muestra asimismo un deseo de pelear con fiereza usando argumentos cuya endeblez y vulgaridad discursiva espanta, habiéndose oído muy pocas reflexiones fundadas y serias respecto de lo que significan episodios de esta índole, en orden al futuro de una democracia que sigue atada a pugilatos bastante similares a los que ocurren en los bajos fondos de algunos barrios del conurbano.
Esto provoca que muchas reputaciones se manchen y/o destruyan, por la vanidad de los que se pierden en ditirambos vinculados con sus propios intereses, sin dar ninguna importancia a las reflexiones de quienes ven más claro, pero tienen la desgracia de ser mirados a la distancia por no haber descendido, quizás, a la región donde se debate con argumentos muchas veces esotéricos.
Si los protagonistas de la política –desde Milei hasta el último concejal de provincia-, no se deciden a abandonar sus conflictos epidérmicos con noticias que no los favorecen, confirmarán la oscuridad en la que hemos vivido durante años: el drama de una sociedad que no sabe afrontar su destino con dignidad e inteligencia, impidiendo reconocer, como en este caso, que el actual gobierno, a pesar de utilizar un fervor discursivo muchas veces algo petulante, está obteniendo resultados prácticos que asombran por su eficiencia.
Lo más probable es que después de este episodio inesperado, muchos dirigentes variopintos se sientan alentados a “mojar la oreja” del Presidente por cualquier motivo. Por lo cual, “corsi e ricorsi”, muchos intríngulis que habían ido quedando en suspenso, recobrarán su virulencia sin solución de continuidad.
A buen entendedor, pocas palabras.