Esta semana, todos aprendieron. Cristina Fernández que, sumamente asustada por el devenir de sus causas judiciales – un miedo agravado por las sanciones que le impuso ayer el Gobierno de los Estados Unidos – hace diez días cometió el tan costoso error de lanzar verdaderas hordas salvajes contra el Congreso con la excusa de acompañar el justo reclamo de los jubilados, esta vez se abstuvo. Pese al audaz desafío que le planteó el Ejecutivo al convocar el mismo día a Diputados para discutir el decreto de necesidad y urgencia que autorizó - sin brindar detalle alguno sobre el mismo - el nuevo acuerdo con el FMI, este miércoles no hubo incidentes.
El Poder Ejecutivo también aprendió mucho de real politik, y logró que Diputados lo blindara, haciendo uso de ese original dispositivo legal que, conjuntamente con los absurdos porcentajes que permiten aquí eludir el ballotage presidencial, distingue a la Argentina de tantas otras democracias; me refiero a que, para un DNU, resulta más fácil entrar en vigencia que una ley, ya que basta con que una sola Cámara no la rechace.
La Ministro de Seguridad, Patricia Bullrich, descubrió que era mejor recuperar el control de la calle que garantizar el flujo normal del tránsito que, de todas maneras, los subversivos vándalos habían impedido antes. En medio de tantas miserias, sobresalió la coordinación de las fuerzas nacionales y locales, ya que probó la utilidad del diálogo entre adversarios políticos. El próximo lunes, cuando se conmemore en Plaza de Mayo el Día de la (falsa) Memoria, ese operativo deberá ser nuevamente instalado porque lo pondrán a prueba La Cámpora y las izquierdas subversivas, que están haciendo prácticas de combate urbano y encontrarán otra oportunidad para intentar desestabilizar al Gobierno, en especial si consiguieran un muerto.
Otros actores, en cambio, parecen no haber adquirido conocimiento alguno. La CGT convocó al tercer paro nacional contra Javier Milei en poco más de un año de gestión, cuando no lo hizo nunca durante el gobierno de los Fernández² + Sergio Aceitoso Massa, que llevó la inflación a las nubes, destruyó la economía con la pérfida utilización de la “cuareterna” y pauperizó a la sociedad hasta extremos nunca vistos. La medida de fuerza no conseguirá conmover al Presidente, no tendrá efecto real alguno pero, sin duda, hará que se acentúe el descrédito que gozan los “gordos” jerarcas sindicales, en especial porque se sumaron los gremios del transporte.
Milei también debiera tomar nota de la utilidad de esa colaboración entre adversarios políticos a la que me referí antes de cara a las elecciones en la crucial Provincia de Buenos Aires para derrotar definitivamente allí al pero-kircherismo y así alejar las enormes dudas para el futuro que suscitaría su victoria; y ambos, él y su Ministro de Economía, Luis Toto Caputo, haber aprendido que anticipar fechas ciertas – como la de la firma a mediados de abril del acuerdo con el FMI o el levantamiento este año del cepo – significa asumir innecesarios riesgos reputacionales, como ya les ha pasado a ellos mismos y tanto ha sucedido a lo largo de nuestra historia.
Pero tampoco la ciudadanía, por muy harta que manifieste estar, ha obtenido buenas calificaciones. No sólo volvió a votar a impresentables y carísimos gobernadores como Axel Kiciloff, Gildo Insfrán y Roberto Quintela, sino que los legisladores que llevó al H° Aguantadero, de todos los partidos políticos, además de carecer de la más básica idoneidad, exhiben sus innobles payasadas en cada sesión; las discusiones de leyes se zanjan con insultos, trompadas, megáfonos y vasos de agua, mientras confiesan, en una clara e impúdica muestra de preocupante pasado personal, estar aterrados por las amenazas que llegan de Comodoro Py de armar causas penales a quienes no voten al nefasto Ariel Lijo para integrar la Corte.
Y así llegamos al meollo de la cuestión argentina: el estado de su Poder Judicial. Es indispensable que tomemos conciencia de que “con una Justicia independiente, incuestionable y rápida, todo será posible; sin ella, nada lo será”. La que hoy tenemos es todo lo contrario, ya que el Ejecutivo, con su propio accionar, permite que se perciba un inmundo trueque en el proceso de selección de jueces y fiscales, que debiera responder sólo a los méritos profesionales y aptitudes morales de los candidatos. Ese chiquero a cielo abierto es el principal impedimento para el arribo de inversiones productivas y para que todos podamos tener garantizadas las libertades individuales, la protección a la vida y la propiedad privada, los derechos humanos y civiles, el estricto cumplimiento de los contratos y la seria persecución a todo tipo de delito.
Todos podemos dar montones de ejemplos que grafican la enorme deuda que ese Poder tiene con la sociedad, tanto en lo que se refiere al prevaricato de la burda e ideologizada prosecución con juicios stalinistas a los militares de los 70’s, la inseguridad cotidiana, al narcotráfico, a la corrupción, al vandalismo sobre bienes públicos, la violencia contra la policía, etc.. Las teorías abolicionistas y garantistas zaffaronianas – que justifican y privilegian a los delincuentes - han calado muy hondo y, con ello, destruido al fuero penal en todas las jurisdicciones, como bien mostró la Juez Karina Andrade que, en minutos, ordenó liberar a todos los detenidos en los flagrantes zafarranchos que cometió el miércoles 12 el pero-kirchnerismo, en alianza con el trotskismo, barras del fútbol y antiguos montoneros y erpianos, sin averiguar siquiera si tenían antecedentes criminales.