
Muchos libertarios llegaron a comparar la aprobación del DNU del acuerdo con el FMI con la Ley de Bases, tal la importancia que le asignan. Más moderado, el consultor Rosendo Fraga admitió igual que lo aprobado por los diputados el miércoles pasado es lo más importante que necesitaba este año el gobierno de La Libertad Avanza.
“Puede no hacer nada más en el Congreso, porque lo único que necesitaba para este año ya está hecho”, agregó el politólogo sin faltar a la verdad. Porque ni aunque vaya a salir la ley de ficha limpia -un tema en veremos en el Senado, que el Gobierno prefiere que no se apruebe, aunque por momentos dé señales de estar jugando a fondo-, nada será lo suficientemente imprescindible para esta administración, como para igualar este acuerdo.
Ni una reforma impositiva que por ahora no impulsará, ni mucho menos una previsional, cuestión que le costó la cabeza al extitular de la ANSeS Mariano de los Heros, cuando dijo que estaban preparándola. A propósito, este fin de semana vence la moratoria previsional que los gobiernos kirchneristas impulsaron desde 2005 y por las cuales el 59,5% (4,3 millones) de todos los jubilados del país obtuvieron sus jubilaciones a través de una moratoria. El Gobierno no piensa prorrogarla, y ese tema generará consecuencias. Porque una cosa es que este gobierno en extrema minoría ya no necesite nada del Parlamento este año, y otra muy distinta que esté blindado allí.
De hecho, el miércoles en el que el Gobierno tuvo su gran éxito legislativo con la aprobación del DNU en Diputados, más tarde la oposición más dura intentó llevar adelante una sesión para tratar una serie de proyectos para extender la moratoria previsional. No tuvieron quórum, pero hubo 124 presentes. Para el 3 de abril, la Comisión de Previsión ya fue convocada a analizar esos temas. Si llega a haber otra ley, habrá otro veto.
Tampoco está previsto que vaya a haber una reforma laboral este año. Quedará lo que se logró a través de la Ley Bases, que es menos de lo que el Ejecutivo pretende. Pero este no es el tiempo, como no lo fue el año pasado para la modernización sindical que el presidente Javier Milei llegó a proponer en su primer discurso ante los legisladores, pero cuyo debate cargó sobre sus hombros el diputado Martín Tetaz. Los proyectos que ahí debatieron no pudieron ser tratados en el recinto porque la sesión en cuestión no tuvo quórum. Vaciada especialmente por el oficialismo, que pactó con los gremios no aprobar nada de eso este año a cambio de paz social. ¿Cambia ese acuerdo tácito el paro que finalmente aprobó la CGT para el 10 de abril? El Gobierno quiere que sea tratado por el nuevo Congreso, y además tener el derecho de autor, no vaya a ser cosa de favorecer a un ajeno.
A propósito de la paz social, celebró el Gobierno que esta vez la calle no se desmadrara. Debió hacer concesiones, como olvidarse esta vez del protocolo antipiquetes. Valió la pena y al cabo de la jornada en la Rosada suspiraban con alivio. Pero el método persistirá: la oposición kirchnerista y la izquierda creen haber recuperado la calle para desgastar al Gobierno. Esta vez la bala entró.
Por eso en el Gobierno observan con inquietud lo que vaya a suceder el lunes en la marcha de organizaciones de derechos humanos, que tendrá gran concurrencia de dirigentes K y de la izquierda.
De ese tema se habló, entre otras cosas, en la reunión del lunes en la Rosada, cuya foto se convirtió en un hecho político en sí. Allí se vio al presidente Milei, su hermana, el armador Sebastián Pareja, Lule Menem y los diputados del Pro Cristian Ritondo y Diego Santilli. Muchos la interpretaron como una “mojada de oreja” a Mauricio Macri. Es verdad que Ritondo le avisó al expresidente que irían a la Casa de Gobierno, donde pareció formalizarse la alianza de LLA con el Pro para la provincia de Buenos Aires. Eso aún no sucedió.
Esa fotografía dio mucho que hablar, no solamente por la presencia de los diputados del Pro. Principalmente la disposición de los lugares en esa mesa, en la que el rol preponderante lo exhibía Karina Milei -ahí más “Jefe” que nunca-. Sentada en la cabecera, la postura personal parecía darle a la secretaria general un rol aun más importante que el del Presidente, a un costado, casi insertado por photoshop. Después se explicó que la reunión fue en el despacho de Karina, por eso la cabecera, y el Presidente llegó cuando ya llevaban un buen rato. ¿De qué hablaron? Actualidad pura, también algo sobre las elecciones, pero vagas definiciones sobre eso, sin precisiones. La alianza LLA – Pro en la provincia que todos dieron por acordada, todavía sigue en veremos. La Libertad Avanza quiere privilegiar esa marca, sin formalizar frentes o alianzas. Abrir sus listas, sí, pero que los que acepten se sumen sin que eso los lleve a compartir después el eventual éxito en la elección.
Resignado, el Pro estaría dispuesto a aceptar esas condiciones en ese distrito al menos. La fórmula sería la de 2013, cuando emergía el fenómeno Massa y Mauricio Macri optó por resguardar a su partido en la provincia de Buenos Aires, con una alianza menor, sin bombos ni platillos, que consistió en sumar algunos nombres a la lista de diputados nacionales. Entre los candidatos del Frente Renovador hubo entonces tres del Pro: Gladys González, Christian Gribaudo y Soledad Martínez. Tres entre los 16 que sumó Massa en esa elección que ganó con amplitud (44%, 5 puntos más que los que había tenido en las PASO), superando por casi 12 puntos al Frente para la Victoria, que llevó como primer candidato al exesposo de Jesica Cirio, Martín Insaurralde.
Francisco de Narváez, que en 2009 había ganado de manera resonante, en una alianza que entonces compartió con Macri y Felipe Solá, concurrió a esa elección con el frente Unidos por la Libertad y el Trabajo, y apenas consiguió el 5,5%. Ese ejemplo es el que tiene muy en cuenta el Pro. De Narváez sumó con ese puntaje 2 diputados; el Pro, con su alianza silenciosa, 3. Pero el mote de gran perdedor le correspondió al empresario que luego del resultado de 2009 llegó a explorar la manera de ser candidato presidencial a pesar de su origen colombiano. Además, en 2013 había PASO, en las que Narváez había sacado casi el doble de puntos. Es la razón por la que el Pro cambió su decisión original de mantenerlas este año: el voto útil podría resultarle letal.
Entre tantas buenas señales que mejoraron la sucesión de traspiés iniciada en enero en Davos, la pérdida de reservas no se frenó ni con la luz verde al acuerdo, de cuyos datos todavía se conoce poco. La preocupación es alta en materia económica. Se ve en los mercados y también en la calle.
Las encuestas marcan una baja sostenida para el Gobierno, pero la preocupación se relativiza porque no aparece amenazado el resultado electoral. Un sondeo de Pulso Research conocido esta semana muestra que no solo la imagen viene bajando, sino también las expectativas. Ante una pregunta sobre el estado de ánimo, las respuestas negativas superan las positivas con un 41,9% a 37,6. Y eso sucede por primera vez desde junio del año pasado. El pico máximo en esta materia fue en enero pasado, con un 47,4% y en marzo fue superado por la sensación negativa.
Un 46,3% tiene una mala imagen de la gestión del Gobierno, contra el 45,9% (un escenario parejo), pero el dato saliente aquí -como en los que iremos viendo- es que después del pico positivo de 51,75%, en enero, el negativo supera el positivo por primera vez desde octubre del año pasado.
La misma tendencia negativa y superando este mes la positiva se da ante las preguntas sobre expectativas de mejora económica del país y en la economía personal. El dato sorprendente es que por primera vez durante toda la gestión mileísta las expectativas negativas sobre una mejora del país superan a las positivas.
Eso sí, el 49% le atribuye la responsabilidad de la situación a las decisiones tomadas por la gestión anterior, aunque un 38,7% culpa a la de Milei.
El Presidente alardea con que las encuestas lo favorecen a pesar de haber implementado “el ajuste más grande de la humanidad”, pero un 40,7% piensa que lo peor del ajuste está sucediendo ahora, en tanto que un 23,6% opina que lo peor está por venir, según la encuesta de Pulso Research. Solo un 22,5% le cree al Gobierno en cuanto a que lo peor del ajuste ya pasó. Y más allá de lo que vayan a decir los datos oficiales sobre la pobreza, para un 52,3% aumentó.
La encuesta es lapidaria con el “triángulo de hierro”, al estimar el 55,2% que Milei está mal rodeado, contra un 26,5% que piensa lo contrario. Y un dato que da bajo la línea de flotación de Milei: el 52% opina que Milei es deshonesto, contra un 39,7% que opina lo contrario.
Ya en lo electoral, un 33,9% piensa votar a alguien aliado al Gobierno, mientras que un 36% piensa votar a un opositor, un llamado de atención porque revierte en marzo una tendencia que siempre fue al revés. Un 30,1% no lo tiene decidido. Como sea, La Libertad Avanza aparece primera en intención de voto para 2025, con 38,7%, proyectando indecisos, en tanto que el opositor mejor encumbrado es un peronista kirchnerista, con 22,5%.
Por último, un detalle que irrita en la Rosada: mientras la imagen negativa de Javier Milei supera a la positiva (47,2% contra 46,4%), la única dirigente que tiene un diferencial de imagen positivo (3,8%) es Victoria Villarruel.