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BUDAPEST, UNA CIUDAD DE POLVO(S)

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LA FRECUENCIA SEXUAL MUNDIAL
LA FRECUENCIA SEXUAL MUNDIAL

    El Sexo es un tema tabú con el que se desayuna la sociedad postmoderna. Se hace gárgaras matinales con el erotismo, y nada es como antes, detrás de las cortinas, bajo las tenues persianas de los papás, las tías o las abuelas.
    No es un asunto abandonado a la siesta o a las recámaras secretas, para eso existen las playas, discotecas, automóviles, los baños, ascensores, cubículos, salas, las mañanas, los medio días, las tardes, las noches, los, las. No se me mal entienda, ya nada es como antes y no faltaba más.
    La antropología ha reiterado que el hombre es por naturaleza un animal sexual. En el sexo nos va la vida, la guerra, actos inexplicables, se muere en el lecho, como un último acto de despedida  a la vida.
    El sexo es redondo como una naranja  fragantemente madura y como  un pepino. Sirve para el placer y se hace de distintas maneras, pero no es un platillo volador desconocido, sino más bien un apetitoso bocatto di cardinale.
    Los adolescentes llevan el tema en la punta de la lengua, como un frágil pezón quinceañero, parecido a un gramo de azúcar  o al rocío matinal.
    El sexo es tan duro o flexible como el corazón del ángel que cargamos en ese momento.
    La literatura está llena de sexo, erotismo, lenguaje corporal cifrado, directo, las relaciones de parejas, humanas, triángulos, traiciones, los mil y uno vericuetos de la pequeña, punzante, motriz palabra amor.
   De tan vieja data, la expulsada  palabra del paraíso, ancestral manzana podrida, se mantiene aún en vitrina y primera fila.
    El sexo es noticia desde el paraíso, de una y mil formas. Se camufló en los altares, pero hoy lo vemos a flor de piel, sin ambages, fresco, sin complejos, liviano, desprovisto de una agenda en muchas ocasiones.
    Vende, como ningún otro producto, reguero de su propia pólvora, sobre el mostrador de un supermercado, en la valla de la carretera, en las tiendas de ropa, toda la publicidad para el sexo en los medios de comunicación, por los ojos, oídos, se respira, es de una actualidad francamente insuperable, vigencia a toda prueba.
    La historia de la humanidad, su curso, ha tenido unos componentes de  ruidosas sábanas de indudable repercusión y efectividad.
    Ha ardido más que Troya, por un cuerpo femenino. Cleopatra, una de las pioneras en el arte de sumar conquistas a través de la piel. Camelot, un reino de amor. Pero hay tantas historias auténticas de amor, sencillas, más allá de los reinos perdidos y paridos por el falo de la  heroica espada, como gentes en el planeta.
    El sexo como una gran carreta tirada por los bueyes de la humanidad, se arrastra en sus sagradas escrituras, posturas y formas. El placer no tiene excusas, ni partidos. Ni vencedores, ni vencidos.
    Kamasutra es el arte de sumar de dos en dos.
    Y las noticias vuelan en el mundo global, mediático. Por la vía de la encuestas, el método para decir secretos a voces, sabemos que en Budapest, capital de Hungría se encuentra la gente más fogosa del planeta.
    Los húngaros superan  a los franceses, de acuerdo con los estudios de opinión pública realizado por la marca de preservativos Durex y ocupan el primer lugar en cuanto a la frecuencia con que hacen el amor.
    Los brasileños, en cambio, son considerados los más “eróticos”, en una muestra realizada entre más de 150 mil personas de 34 países.
    La frecuencia húngara es de 153 veces al año (365 día tiene el calendario humano) contra 144 de los franceses, cuyos apetitos descendieron en la lista al séptimos lugar. Bulgaria, Rusia y Yugoslavia están por sobre la máxima gala con 151, 150 y 147 oportunidades.
    Los amantes españoles e italianos, son más de película, porque están más bajos en el ranking, ya que sus frecuencias andan por los números mágicos 123 y 119.
   
En Estados Unidos, el país del ritmo laboral continuo, se hace el amor en promedio 118 veces al año. Singapur, el país de los circuitos electrónicos y de salvaje ritmo laboral, tiene la más baja frecuencia global en  amor: un estimado anual de 96 veces.
    Los chinos, con 1.300 millones de personas, hacen el amor  132 veces al año. Menos mal, dicen los expertos en crecimiento poblacional. Gran Bretaña, 135 veces.
   
No existen encuestas en Panamá sobre este tema. Recomendamos dejarlo a su imaginación. El SIDA ha frenado la fogosidad de no pocos participantes profesionales. Le dejamos a usted, amiga y amigo lector, que haga su propia encuesta entre sus amistades, con realismo, alejada de la fantasía. No olvide que aun no llegamos a los tres millones de habitantes y que somos un país visitado y escogido por extranjeros.
  
Deben haber  húngaros, brasileños, norteamericanos, franceses, Chinos, ingleses, rusos, porque todos  forman parte del ranking mundial del sexo frecuente, por lo que le recomendamos revise bien su agenda de compromisos.

 

Rolando Gabrielli

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Armin Vans

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. ehyy viejo revisa tu reaccion, es pesima , esta muy mal escrito " Deben haber húngaros, ..." se dice: " Se podria creer que Hungaros...... " o se "podria Suponer que Hungaros .... por de mas el contenido del blog es muy flojo...

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