“Cuanto más siniestros son los deseos de un
político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje.”
Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés.
Mucho se ha escrito del polémico ministro de Justicia,
Seguridad y Derechos Humanos, un político que ha ido y venido desde las
distintas corrientes del peronismo con una impresionante capacidad para perder
la memoria, por lo menos de los hechos que pudieran complicar sus díscolos
discursos.
Aníbal, siempre ha tenido fascinación por el poder y no ha
escatimado recurso para hacerse de este.
No voy a entrar en esta editorial en cuestiones harto
conocidas de su paso por la gestión ejecutiva en Quilmes y sus evasiones
judiciales publicadas hasta el cansancio, después de todo el tiempo ha permitido
la prescripción de las mismas, un beneficio del que también supo gozar su
delfín el ex intendente Sergio Villordo.
Hoy me interesa el "Aníbal ministro de Justicia", ese que
tiene que coordinar políticas en pos del bien de la comunidad para con la
justicia y el deber de brindar a los ciudadanos medidas serias de seguridad sin
perder el respeto por los derechos humanos de todos los habitantes.
Crease o no, el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos
Humanos posee uno de los ministerios más poderosos: a él le responden las
fuerzas de seguridad nacionales (Policía Federal, Gendarmería, Prefectura) y el
Servicio Penitenciario Federal.
No sólo recibe de estas fuerzas estadísticas diarias e
informes de Inteligencia, sino que también dependen de este ministerio los
registros nacionales del Automotor, de Propiedad Inmueble, de Propiedad
Intelectual, de Reincidencias y la Superintendencia Científica de la Policía
Federal, única custodia de los legajos de identidad personal de todos los
habitantes de la Nación y los legajos criminales.
Además del poder que implica el tener acceso a la
información de cualquier ciudadano, es un excelente mercado para los negocios,
los cuales existen, existieron y existirán en la administración pública.
Si alguien cree que sus datos están reservados, es un
ingenuo, ya que muchos han encontrado en este nicho de información un buen
negocio, algunos vendiendo datos a empresas, otros trabajando con auditorías
laborales, informando extraoficialmente los antecedentes de una persona.
Y otros más técnicos, realizando pericias privadas con
recursos del Estado, valiéndose del archivo dactiloscópico para ello.
Por eso, cuando se anuncian nuevas medidas, que se suelen
disfrazar de beneficios para los ciudadanos, uno debe pensar a quién se estará
beneficiando esta vez.
A tal punto es un buen empleo el Ministerio de Justicia, que
muchos funcionarios de la administración pública anhelan llegar a este, ya que
además del sueldo oficial los empleados del ministerio tienen un plus que abona
la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina
(ACARA).
Con estas excelentes condiciones de contratación uno debería
de esperar funcionarios motivados para el trabajo, pero la realidad está
distante de eso, “hiperlejísimos” para usar las palabras de Aníbal Fernández.
Seguridad
Las estadísticas reales no acompañan a la gestión, los robos
y los hechos de violencia son una constante en la Capital Federal, y no son sólo
los barrios de Constitución, Monserrat, Barracas o San Telmo los que se
encuentran aquejados por una especie de “tierra sin ley”.
Basta con recorrer las calles y observar lo que allí
ocurre, negar esto, además de un acto hipócrita, ronda lo imbécil.
La capacitación de las fuerzas de seguridad sigue siendo
materia pendiente, hoy muchos de los policías que podemos ver en las calles
están más ocupados de sus propios celulares —enviando y recibiendo mensajes de
texto— que de lo que ocurre a su alrededor.
Si de prostitución tenemos que hacer mención, la hipocresía
es mayúscula, está todo a la vista. Existen infinidad de avisos clasificados y
los sitios Web dedicados al tema, pero parece que nuestra policía no lo ve,
aunque es común observar a móviles arrimarse a las “chicas” y mantener amables
conversaciones. Por citar un claro ejemplo, a solo 200 metros de la Cria.18ª.
existe un colegio religioso ubicado en la calle Constitución entre Solís y
Virrey Cevallos. Uno puede apreciar con sólo pasar por allí, cómo prostitutas y
travestis ofrecen sus servicios sexuales en la esquina de Constitución y Virrey
Cevallos o bien caminan frente a la escuela religiosa sin que ningún efectivo de
la mencionada seccional haga cumplir el Código de Convivencia. Por si el
ministro lo ignora, esa dependencia posee un móvil que debería dedicarse con
prioridad a ese tema, pero al parecer sólo se dedica a pasear y “charlar” con
los infractores.
Barrios como Constitución, Once, Barracas, Palermo, San
Telmo, Congreso, Abasto, Flores, Caballito, Lugano, Pompeya, Belgrano, Retiro, y
el microcentro son castigados por arrebatos y robos.
Si de narcotráfico hablamos, este es tal vez uno de los temas
que más han rodeado al ministro de Justicia desde que dio sus primeros pasos en
la política, y no ha dudado en querellar a más de uno por vincularlo a tan
delicado tema.
En este punto, es mi sincera opinión que el ministro, al
declarar que la Argentina esta “hiperlejísimo” de ser un país de consumo, lo
hizo por una cuestión de necesidad política, caso contrario estaríamos ante un
hipócrita patológico.
En primer lugar, asegurar una cosa así es ir en contra de su
propio proyecto de despenalizar el consumo, ¿para qué elaborar una ley que no
tiene beneficiarios?, ya que no es lógico creer que este gobierno lo hace para
las minorías. Entonces, también uno debe empezar a descreer de los resonantes
procedimientos que a diario realizan las fuerzas de seguridad a su mando, donde
se secuestran grandes cantidades de cocaína y marihuana: muchas de estas
sustancias no tenían como destino el exterior, sino específicamente la provincia
de Buenos Aires.
Y es justamente el lugar donde el ministro vive con su
familia uno de los puntos donde la droga ha hecho más daño, allí en Quilmes
justamente las “madres contra el paco” han realizado varias manifestaciones por
el tema.
Hasta el propio gobernador bonaerense Daniel Scioli, ha dicho
en más de una oportunidad que el “paco” es el principal enemigo a combatir, o
para citar un mejor ejemplo, ¿Qué sentido tuvo entonces desfederalizar las
causas de drogas en la provincia de Buenos Aires?.
Señor ministro, algo no cierra, ni siquiera con su propia
propuesta legislativa, ni con sus anteriores discursos.
La corrupción en las fuerzas de seguridad siguen siendo un
verdadero problema que ninguna gestión de gobierno ha tratado de combatir, tal
vez porque aunque muchos no lo sepan, “la caja negra” de recaudación financia
parte de la política.
Aún resuenan los ecos de la camioneta de la delegación de
Salta de la Policía Federal con más de 120 kilos de cocaína que nunca supieron
aclarar de dónde provenía y hacia dónde iba.
La actividad policial en cuanto a la prevención y represión
del narcotráfico pierde por goleada y no justamente por falta de puntos donde
investigar.
Si queremos hilar más fino debemos preguntarnos ¿para qué
arriban al lugar grandes narcos, si sólo somos un país de paso? y ¿qué sentido
tiene que la DEA, desde hace más de 20 años se encuentra trabajando en el país
(1)?
El decreto sobre usuarios de teléfonos móviles
En estos días, un nuevo anuncio —controvertido— tiene como vocero al
incombustible ministro de Justicia: habrá un empadronamiento obligatorio de los
usuarios de telefonía móvil (2).
Para comprender un poco esto, hay que remitirse a las
exigencias que hiciera en su momento Juan Carlos Blumberg, medidas que, si bien
comenzaron a ponerse en práctica, no sirvieron de nada. Tampoco lo hará la nueva
propuesta.
Para ser honesto, el hecho de empadronar a los usuarios bajo
pena de dar de baja la línea no es algo malo, pero tampoco una solución. En lo
personal, no me reporta nada el empadronamiento, pero de ahí, a que aseguren que
esto evitará el uso de teléfonos celulares por parte de los delincuentes hay un
abismo.
Esto es así por el simple hecho de que la medida es
incompleta y errónea, tampoco esto evitará los robos de equipos. El mejor
ejemplo lo tenemos en lo que a las armas respecta, la delincuencia continúa
armada y en muchas ocasiones mejor provista que las fuerzas regulares de
seguridad. Esta medida, hay que decirlo, también abre un nuevo mercado negro, la venta
de "bases de datos".
Respecto al supuesto control de los legítimos usuarios de
telefonía celular, parecería que los funcionarios ignoran que muchos de esos
teléfonos que no se sabe a quién pertenecen, están habilitados con chips que
salen de las propias empresas de telefonía.
Hoy, en muchos puntos de gran circulación de ciudadanos y en
colectivos o trenes se pueden adquirir chips activados por solo $5 (cinco
pesos).
El resultado de la temeraria medida sólo será causar más de
una molestia a los usuarios, habría que preguntarle al gobierno si no es más
coherente que, junto con esta nueva medida, se regulara la utilización del servicio de
telefonía móvil, ya que las empresas no se encuentran reguladas y en los casos
de reclamos queda a criterio de cada empresa los pasos a seguir. Algo similar a
lo que ocurre con el servicio de Internet, que no se encuentra regulado a pesar
del crecimiento que este ha demostrado en los últimos años.
Ni hablar de las “cuevas” que abundan en la Capital Federal
donde se clonan líneas no sólo de teléfonos móviles sino también de los llamados
Nextel, servicio preferido hoy por los delincuentes. Por lo que la medida parece
llegar algo tarde.
En una investigación periodística anterior hecha por este
cronista, se pudo constatar
que muchos de los equipos legales que se suelen utilizar para los movimientos
políticos —y que son facilitados por funcionarios a sus bases— terminan en poder
de quienes hoy están en un piquete y mañana terminan delinquiendo, sino basta
mirar fotografías o videos de marchas donde se ven a piqueteros y otros
“desocupados” utilizando este servicio.
Un punto a evaluar —teniendo en cuenta la facilidad que la
tecnología hoy da a los que clonan, libera o borran incluso el IMEI de un
equipo— es que, si un usuario tiene la mala fortuna de que se le "clone" su teléfono,
puede terminar detenido o procesado en una causa de la que sea totalmente ajeno
con todo lo que ello acarrea.
Pero también hay que recordar que esto también puede ser
hecho por los servicios de Inteligencia en operaciones políticas o de
persecución de opositores.
Por si todo esto fuera poco, ¿quién tomará correctamente las
impresiones dactilares?, y cómo se determinará que la huella impresa se
corresponde con el del usuario y su DNI.
Personalmente he visto manipular impresiones digitales en una
fuerza de seguridad y es algo tan sencillo que sólo lleva 10 minutos absolver o
inculpar a alguien.
La seguridad debe ser tomada más en serio y no simplemente un
golpe de efecto que sólo cause molestias a los ya maltratados usuarios
telefónicos.
¿Alguien duda de que en esta medida se esconden otros
intereses?
Justicia
El Estado nacional debe ser garante de un pleno ejercicio del
Estado de Derecho, es decir, fomentar políticas en coordinación con el Poder Judicial tendientes
al pleno ejercicio de los derechos y garantías que nos da la Constitución
Nacional.
Dentro de la amplía gama de actividades que un ciudadano debe
tener garantizados, está el acceso a la Justicia, a su seguridad personal, al
respeto de sus derechos básicos como ser el derecho a la vida, la libertad, la
libre expresión, a su sexualidad, a la salud, la educación, al trabajo y a una
vivienda digna.
Lejos están las políticas hoy implementadas de todo esto, y
es justamente el ministro de justicia Aníbal Fernández quien no ha hecho nada
por mejorar esto, sino todo lo contrario, ha generado un roce innecesario con la
Justicia al dictar resoluciones que son contrarias a su función y que merecieron
el reclamo de la Suprema Corte de Justicia, cuando ordenó que toda medida
judicial requerida por los jueces y fiscales a las fuerzas de seguridad debía
ser comunicada a él antes de su cumplimiento, arrogándose una función de
superior de los magistrados, al ser él quien autorizara o no el cumplimiento de
la orden judicial.
Si bien el decreto ministerial fue revocado luego del reclamo
de los magistrados, el ministro ya había tenido actitudes reñidas con su función
y sin respaldo legal, donde se negó a brindar protección a testigos protegidos.
Pero la mejor muestra de su doble discurso y a la vez la
ineficiencia demostrada, tal vez sea el caso del prófugo Julián Corres de una
dependencia de la Policía Federal Argentina, donde el detenido curiosamente
gozaba de privilegios que lo transformaban más en un invitado que en un
detenido.
¿Cómo se explica que un detenido por delitos tan graves no
fuera debidamente resguardado?, máxime si se tiene en cuenta que es justamente
este gobierno el que pregona el arresto en cárceles comunes.
En ese caso no solamente existió negligencia, sino que hubo corrupción, sin
dudas.
Con este cúmulo de hechos, es más que evidente que no hay un interés en mejorar
la seguridad o la Justicia en beneficio de todos los ciudadanos, y muchos menos
la igualdad ante la Ley.
Otro punto de suma gravedad institucional es el hecho de que
existen numerosos juzgados con jueces subrogantes, esto se debe a que desde el
gobierno se ha fomentado más una política de presión a los jueces utilizando al
Consejo de la Magistratura, que a mejorar el funcionamiento de la apaleada
justicia nacional.
Se sigue esperando que se regulen Tratados Internacionales de suma
importancia que tienen que ver con políticas de anticorrupción, control y
sanción de funcionarios, pero al parecer para esto no hay tiempo.
Y aunque cueste creerlo en el propio ministerio de seguridad,
existen situaciones laborales “irregulares”, relevos hechos por los sindicatos
de empleados estatales así lo demuestran.
Tampoco se explican algunos “contratos” de asesores y
funcionarios que parecen haber omitido leer lo que a incompatibilidades se
refiere, pero de esto tampoco se habla.
Derechos Humanos
La bandera del kirchnerismo —apoyados en algunos de los
sectores más aggiornados de las organizaciones de Derechos Humanos— ha
sido la de implementar una política de derechos humanos sectorial y totalmente
discrecional. Es decir, sólo reconoce los derechos humanos de su “propia
tropa”, algo realmente vergonzoso.
La hipocresía llega a un punto tal que, como se ha visto en
los medios, ni en una cárcel común los ex represores son presos comunes, tomemos
como ejemplo el caso de Miguel Etchecolatz, quien fue detenido en el penal de Marcos Paz
y gozaba de privilegios VIP. Vale mencionar que el penal pertenece al Servicio Penitenciario
Federal, dependiente de Aníbal Fernández.
Es decir, mientras miles de detenidos se encuentran alojados
en condiciones infrahumanas, donde no hay informes positivos de parte de los
organismos de control de cárceles y donde actualmente hay un cortocircuito entre
el Jefe del Servicio Penitenciario Federal el Dr. Marambio y el Procurador
Penitenciario el Dr. Mugnolo, que incluso tiene una investigación judicial, es
la clara muestra de que algo no funciona como debería.
Y si tomamos a las denuncias de reducción a la servidumbre de
trabajadores en talleres clandestinos, la prostitución de mujeres y menores, la
trata de bancas, podemos asegurar que estamos muy lejos de ser un país donde se
respetan los derechos humanos.
El derecho a la intimidad es otro de los derechos que toda
persona debe tener garantizado, pero, ha sido este gobierno el que ha impulsado
leyes para “espiar” y tener archivos de los ciudadanos, tales como mails,
sms,
faxes, conversaciones telefónicas. Y si bien no prosperó en el Congreso, hay que ser muy
ingenuos para creer que no se llevan a la práctica.
Pero esto también es un excelente negocio, el escándalo de
espionaje a jueces, periodistas, empresarios, políticos y personalidades
relevantes es la confirmación de que esto existe.
Conclusión
El ministro de justicia de la Nación el abogado y contador
Aníbal Fernández es, sin dudas, alguien con una gran capacidad intelectual,
motivo por el cual no podemos creer que sus declaraciones son ingenuas o de
alguien que desconoce la realidad.
Es uno de los funcionarios más hábiles a la hora de
defenderse públicamente, motivo por el cual en más de una oportunidad algún
periodista inexperto se ha quedado petrificado ante uno de sus arranques
verbales donde ciñe el cejo, endurece la mirada y apunta los pelos de su bigote
en forma amenazante.
Pero la política también es otra cosa, la política exige un
mínimo de coherencia entre el discurso y la realidad, no hacerlo es subestimar
al pueblo.
Ostentar el poder no es ejercer la fuerza, la presión, la
coacción al que piensa diferente.
Nada nuevo traen las nuevas medidas, ni seguridad, ni
justicia, ni derechos humanos, es más de lo mismo, donde tendremos que ver
quienes se benefician a costa de más burocracia para todos.
Lo más grave de todas estas situaciones es que la
responsabilidad no recae sólo en el ministro, sino en quienes consienten tamañas
acciones —léase superiores políticos— y en la Justicia ausente, que a veces actúa
de oficio en “pavadas” mediáticas y falla en lo relevante.
En definitiva la Argentina está “hiperlejísimo” de tener
funcionarios serios.
Marcelo Hawrylciw
El Sindical
(1) Ver https://periodicotribuna.com.ar/articulo.asp?Articulo=3047
(2) Ver https://periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=4205