Abrumado, el matrimonio presidencial
deshoja por estas horas una nueva margarita en El Calafate, ya que después del
corto veranito que había conseguido unos días atrás debido a un inocuo cambio de
maquillaje, impasse que le permitió comenzar a parar de nuevo las piezas
sobre el tablero, volvió a aparecer el vendaval de la incertidumbre que se llevó
puesta tanta pulcritud, ante la falta de señales más concretas y de largo
aliento que la simple reconstrucción del andamiaje.
Los Kirchner han vuelto a sentir durante la última semana
cómo cruje el piso debajo de los pies, ya que tuvieron que convivir con señales
externas de España y de los Estados Unidos, misiles que les llegaron desde el
mundo del narcotráfico, vía la financiación de la campaña, desajustes
notorios en el discurso económico entre funcionarios de primer nivel, el papelón
incontrastable por la falta de control sobre Aerolíneas Argentinas, luces
amarillas en relación al futuro de algunas leyes y declaraciones venenosas de
Eduardo Duhalde y los opositores, pero por sobre todo de los aliados de la CGT y
de varios grupos empresarios, hasta ahora más que afines al Gobierno, que han
comenzado a recoger el barrilete.
La Presidenta los ha llamado "obstáculos" y dicen en la Casa
Rosada que no se van a explicitar medidas hasta saltarlos, como ocurrió en el
caso del campo, para no tener que actuar contra presión, pero así son las
crisis: hay cada vez menor paciencia por parte de quienes olfatean la debilidad
y por eso aparecen las dificultades una detrás de otra y, si no hay respuestas,
se multiplican las exigencias, en una dinámica que crece sin parar, situación
que a la vez sigue debilitando a quien debe saltar las vallas y que, en el caso
especial del Gobierno, debido a alta la concentración de poder, afecta a unos
pocos. No es difícil conjeturar que Néstor y Cristina deben creer que todos los
palos y las múltiples menciones negativas que han recibido durante los últimos
días y los que amenazan caerles a partir del próximo martes, cuando comience en
Miami el juicio al venezolano Antonini Wilson, son parte de un plan
perfectamente orquestado por sus enemigos para terminar con ellos, debido a su
compromiso con los derechos humanos o con quizás con la acción equilibradora del
Estado.
Sin embargo, y pese a que no todos los actores pretenden la
misma solución, también desde una visión tan conspirativa como la que se percibe
en el núcleo duro del poder, se podría especular, probablemente de modo más
certero, que las motivaciones de tantas pullas tienen más que ver con una
decisión generalizada que los obligue a cambiar de raíz un modelo económico
inflacionario y divorciado del resto del mundo, que subsiste porque falsifica
las estadísticas, no le paga a los proveedores del Estado y va más para atrás
que para adelante.
En este aspecto, al discurso oficial que esgrimió el Jefe de
Gabinete, Sergio Massa sobre la fortaleza económica le faltan un par de patas
para cerrar el análisis. "Díganme ustedes, si no supieran de quién se trata, si
no invertirían en un país con estos números", desafió Massa al periodismo sin
considerar las expectativas negativas que suscitan quienes manejan la economía,
sin planes ni anclajes con los países más confiables. En general, en el exterior
se cree que la Argentina puede pagar la deuda, aunque a la vez no se cree que
sus autoridades quieran pagarla y éste es el matiz no menor que el jefe de los
ministros soslayó: las personas y sus ideologías, casi todas en la vereda de
enfrente de su visión pragmática de la política.
Hoy, Massa está sometido a un tironeo interior entre la
lealtad que siente que le debe a la Presidenta por haberlo convocado y la
opinión de sus asesores, que lo ven más en Tigre que en la Casa Rosada, ya que
la necesidad de defender paradas bravas lo lleva a cometer algunos errores
básicos de comunicación. Si no no se entiende por qué dijo que hablar de plan
antiinflacionario le sonaba a "cavallista", mientras Martín Redrado, como si
fuera miembro de otro gobierno, se desgañitaba para pedir públicamente
coordinación de la política fiscal y de ingresos con la pata monetaria que él
maneja desde el BCRA.
Todos estos desajustes, más la vuelta a la belicosidad de
la gente del campo, cansada de las dilaciones oficiales, le han dado caldo de
cultivo a los mercados para cerrar un agosto horroroso, con una permanente suba
del riesgo-país, degradación de las calificaciones y hasta con el miedo del
Banco de España y su recomendación para que su país, hoy con graves dificultades
económicas, baje su exposición con la Argentina. El Informe español, que fue
considerado de inmediato por la Presidenta casi como una afrenta inspirada en
cierta presión por Aerolíneas Argentinas, ha sido en verdad el ejercicio teórico
de dos aplicados economistas, casi como un juego de guerra en una mesa de arena.
Las airadas manifestaciones de Cristina sobre el episodio, que explotaron en la
prensa española al día siguiente de pronunciadas, se hicieron oir un mes y medio
antes de tener que viajar a ese país, adonde llegará con la mochila de la
prohibición impuesta a Radio Continental (Grupo Prisa) y con el vidrioso caso
Marsans probablemente sin resolver. Todo un galimatías que, si termina en una
expropiación, como se reitera desde la secretaría de Transporte, emparentaría al
gobierno argentino una vez más con Hugo Chávez.
En este problema, el avance del tratamiento legislativo ha
dejado en claro el desmanejo que hubo por parte de los funcionarios
gubernamentales a la hora de representar al Estado durante los últimos cinco
años. Hoy, ese mismo Estado que no supo controlar y que le entregó a Marsans el
Acta-Acuerdo firmada por un secretario y un ministro, un documento con moño y
todo que le dará la oportunidad de litigar contra el país, se hará cargo
alegremente de operar la compañía, tal como saldrá del Congreso la ley. Mientras
Silvio Berlusconi está resolviendo el caso Alitalia con achicamiento de
estructuras y aportes privados casi compulsivos, en la Argentina, y a partir de
la reestatización de Aerolíneas y Austral, el Estado será dueño de cuatro
empresas aerocomerciales, ya que a ambas habrá que sumarles LADE y además Lafsa,
una compañía a la que mandó a volar un día Néstor Kirchner apelando a la
soberanía y que hoy tiene personal a cargo de los contribuyentes, pero no
aviones ni rutas, flagrante demostración de que el Estado no está preparado para
manejos de este calibre.
Otro frente externo, al menos desde la presión, se ha abierto
con los Estados Unidos, aunque disimulado por el lenguaje diplomático y afable
del encargado regional dentro del Departamento de Estado, Thomas Shannon. "No se
engañe, faltan pocos meses para terminar la administración Bush, pero gane
quien gane, desde enero todo seguirá igual con América latina. Shannon habla
porque sabe cómo será el futuro, que las miradas seguirán yendo hacia otro lado
y que la región sólo puede aspirar a subirse a Tratados de Libre Comercio", le
dijo a Agencia DyN un analista que conoce muy bien el entramado de las
relaciones bilaterales.
El mismo personaje invitó a darle una doble lectura a ciertas
frases de Shannon, por ejemplo "hay que tener paciencia estratégica", referida a
que las relaciones entre los países siempre trascienden a los gobiernos, pero
que dirigida a los empresarios sonó algo así como "aguanten que falta menos".
Otra frase del visitante fue "es importante, al gobernar, tener la capacidad
para cambiar", lo que para el analista ha tenido un solo destinatario, el
gobierno argentino.
Sin embargo, fueron aún más urticantes las palabras del
embajador Earl Anthony Wayne sobre el consumo de drogas en la Argentina, quizás
para que tome nota el ministro Aníbal Fernández. Para un diplomático, decir
a viva voz que "compartimos la preocupación con respecto al aumento del consumo
de drogas en la Argentina" y mencionar expresamente a la "sustancia altamente
adictiva, conocida como paco", significa que su país cree que se consume cada
vez más en los sectores más vulnerables, pese a las estadísticas que buscan
minimizar la cuestión y a los planes de despenalización. Tampoco ha sonado
ingenua la frase sobre "el rápido crecimiento del comercio ilegal de efedrina y
otros precursores químicos", ya que en la misma no involucró a la Argentina
con el verbo "compartir" sino que dijo "estamos preocupados", como si al país no
le importara el tema. Esta cuestión no puede dejar de emparentarse con las
muertes de un empresario ligado a este tipo de comercio, uno de los tres
acribillados en General Rodríguez, y con otro que se suicidó unos días después
para "evitar" que lo mataran, ya que ambos habían sido proveedores del Estado,
probablemente le surtían de efedrina a una banda de narcos mexicanos y como
rasgo en común tenían haber sido aportantes de efectivo para la campaña
electoral de Cristina de Kirchner.
En tren de dificultades, las que vienen pasarán por el
Congreso de la Nación y en ese ámbito la Presidenta deberá decidir si pierde el
invicto y la ampliación del Presupuesto 2008 que hay que autorizar antes de fin
de año la ordena por un Decreto de Necesidad y Urgencia o si la envía al
Legislativo para que la oposición se haga un festival. También los diputados
oficialistas están pidiendo algo más de flexibilidad en la ley de movilidad
jubilatoria, hasta ahora enviada bajo el antiguo método del ley a "libro
cerrado" que murió con la Resolución 125, por lo que Agustín Rossi deberá
explicar los problemas que tiene para avanzar al respecto.
Por último, el 15 de septiembre deberá enviarse el
Presupuesto 2009 y ya ha trascendido que se está trabajando con una hipótesis de
crecimiento algo más realista de 4 por ciento y con una inflación inferior al 8%.
Y ver qué se hace con la Ley de Emergencia Económica, una herramienta que se usó
cuando no había emergencia para manejar fondos directamente desde el Ejecutivo y
que ahora, cuando parecen volver los problemas, la oposición se ha juramentado
en decir que "no pasará".
Hugo Grimaldi