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LOS SONIDOS DE UN SILENCIO NO TAN INOCENTE

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MOYANO Y LAS SEÑALES TÁCITAS
MOYANO Y LAS SEÑALES TÁCITAS

Un globo de ensayo -al menos eso

    Un globo de ensayo —al menos eso es hasta ahora— surca el cielo político argentino: la idea lanzada desde las esferas del poder de pagar a fines de año a los trabajadores una suma fija (500 pesos, de acuerdo a las versiones) para compensar la baja del poder adquisitivo de los salarios.
    Ante todo, con esto se admite que la inflación aplastó los sueldos. Si se toma en cuenta, por poner un ejemplo, un promedio de ingreso de 2.500/3.000 pesos, y contemplando que el último acuerdo salarial paritario fue de por lo menos 20 por ciento, se está reconociendo un aumento del costo de vida, expresado a grandes rasgos, de por lo menos 30/40 por ciento anual. Un número que dista años luz de lo que pretenden demostrar las cifras oficiales salidas del INDEC.
    También confirma que el Gobierno no quiere que haya nuevas paritarias, pues teme que una reapertura generalizada de las negociaciones entre empresarios y sindicalistas siga disparando el aumento del costo de vida.
    Como se preveía, la difusión de la información tuvo respuesta inmediata. Gremios, de acuerdo con la eventual medida; empresarios —curiosamente algunos aliados del Gobierno— en contra.
    En suma, nadie confía en nadie. La carrera salarios-precios está tan vigente como siempre, y entonces no hay quien le pueda poner el cascabel al gato.
    No hace falta mucho más para tener también la certeza de que ninguno de los sectores involucrados se anima a sacar los pies del plato, habida cuenta de los intereses interconectados que tiene cada uno.
    El tema es que los asalariados siguen sintiendo que sus ingresos se evaporan cada vez con más facilidad y, en consecuencia, la rueda de la economía aminora su marcha.
    ¿Por qué no analizar alguna conclusión más? Parece que esta idea de probar una receta ya aplicada, y por lo tanto absolutamente previsible, viene a justificar la actitud que mantuvo la supuestamente renovada CGT en las últimas semanas.
    El jefe de la central, Hugo Moyano, se enfrascó en temas caros al sentimiento gremial, pero alejadas de cuestiones urgentes como el salario. Así, desató un debate sobre el crimen del ex titular cegetista José Rucci y hasta entró en una pulseada política dentro del propio Gobierno con el trasfondo de las obras sociales, jugándose por la ministra de Salud, Graciela Ocaña, en la disputa que la funcionaria mantiene con el Superintendente de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli.
Pero no se le escuchó reclamar con la contundencia de otras veces (al margen del reconocimiento de la inflación, en sintonía con la versión oficial) que haya una nueva discusión generalizada para recuperar el valor del salario.
    Es que esa cruzada sería morderse la cola: atacar a la administración de la cual es socio y renegar de las limitaciones que él mismo impuso cuando se largó la ronda de paritarias a principios de año, cuyo resultado fue claramente insuficiente.
    Por ello —y porque además su gremio está todavía cómodamente sobre la línea de flotación— Moyano mantuvo casi inaudibles los decibeles de la protesta, a sabiendas, también, de que los sindicatos que lo siguen como obediente manada tampoco están en condiciones de patear el tablero más allá de lo aconsejable.
    Asimismo, esto termina de configurar un panorama que muestra que, más allá del maquillaje acordado cuando se dispuso un supuesto "control" al camionero dentro de la CGT, Moyano hace y deshace y sigue portando la llave privilegiada para entrar a la Casa Rosada.
    De todas maneras, Moyano sigue teniendo cartas importantes bajo la manga: por ejemplo, la contención de los conflictos y las elecciones del año que viene, fundamentales para el futuro del oficialismo.
    Mientras la cuestión de los sueldos continúa su curso natural, al margen de las maniobras de uno y otro sector involucrado, días, semanas y meses siguen transcurriendo y el Gobierno necesita reafirmar el piso para poder tener un paso ganador en el próximo turno comicial, y así acrecentar su expectativa de mantenerse en el pináculo en 2011. Las fechas, miradas las cifras, parecen lejanas, pero en realidad están ahí, a la vuelta de la esquina.
    Así, a medida que se acercan las etapas vitales, hay que saber escuchar los sonidos de ciertos silencios. Silencios que, en ese transcurrir, al fin y al cabo no son tan inocentes.

 

Luis Tarullo

 

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