Entre los diversos diagnósticos
educativos, incluidos los autorreferenciales del ministro Juan Carlos
Tedesco que no escatima datos, circuló por estas horas un informe del Banco
Mundial, que más allá de algunos hechos conocidos, aportó una visión
pormenorizada de la situación de la enseñanza en cada segmento del país.
En general se acordó que Argentina ostenta grandes niveles de
alfabetización e inscripción en todas las áreas educativas, pero son pocos
los que lo completan el secundario, especialmente entre los estudiantes de
hogares pobres, donde existe un grave problema de continuidad de los estudios e
inserción laboral.
El Banco Mundial presentó el informe "Los jóvenes de hoy:
un recurso latente para el desarrollo", en el que se afirma que tres millones de
jóvenes argentinos corren algún tipo de riesgo. Según la investigación, el 46
por ciento de la población de entre 15 y 24 años en Argentina corre riesgo de
involucrarse en conductas riesgosas tales como la deserción escolar temprana; el
desempleo, inactividad e informalidad en el lugar de trabajo; el consumo y abuso
de drogas y accidentes de tránsito.
También la actividad sexual riesgosa, paternidad temprana y
VIH/SIDA; y la poca participación cívica y problemas de delincuencia y
violencia. Además, la presencia de factores como la pobreza, la violencia en el
hogar y el desempleo aumenta la probabilidad de que la juventud adquiera
comportamientos riesgosos. El estudio, que fue lanzado en la jornada "Políticas
de juventud en Argentina: debates y perspectivas", organizada junto al
Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, está basado en
una encuesta producida por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO) y el Banco Mundial. Los jóvenes y los niños son el grupo más numeroso
de la población argentina y por ello el informe puso énfasis en que "hay que
invertir en ellos para romper la espiral intergeneracional de pobreza y
desigualdad y así consolidar un desarrollo inclusivo". En el capítulo
educación, el organismo mundial y FLACSO señalaron que "apenas el 24 por ciento
de los estudiantes de bajos ingresos argentinos completan la educación
secundaria" y que el "8,2 por ciento de los menores de entre 6 y 17 años
provenientes de los hogares más pobres no asiste a la escuela". Un tercio de la
juventud que asiste a la escuela se encuentra por debajo del grado que le
corresponde por su edad, es decir se encuadra en el lamentable índice de
sobreedad y en lo que hace al empleo temprano "el 8,6 por ciento de los menores
de entre 7 y 14 años trabaja y no estudia". "Los costos de la deserción escolar
y los bajos logros educativos son enormes para los individuos y la sociedad
argentina y la economía es menos eficiente como consecuencia de oportunidades
perdidas de invertir en la juventud", indicó el trabajo. Sostuvo además que el
capital humano se cultiva en los primeros años de vida; primero en el hogar, más
tarde en la guardería, el jardín de infantes y la escuela primaria" y agregó que
dado "que la ola mundial de cambios tecnológicos y económicos les exige más a
los trabajadores, cada vez son más los niños que ingresan en la escuela
secundaria". El abandono temprano de la escuela puede contribuir a que se
generen muchas conductas riesgosas, entre otras "inserción temprana en el
mercado laboral, alcohol, tabaco, consumo de drogas, sexo no seguro,
delincuencia y participación en situaciones violentas".
Por el contrario, la asistencia a la escuela contribuye a
que los jóvenes eviten correr esos riesgos.
Santiago del Estero, Misiones, Tucumán, Chaco, Formosa y
Corrientes son las provincias que se encuentran en desventaja respecto del nivel
educativo en comparación con el resto del país. En Santiago del Estero, el 16
por ciento de los niños de entre 6 y 17 años está fuera del sistema formal
educativo y en Santa Fe solo el 8 por ciento. La situación empeora en el caso de
los adolescentes de entre 15 y 17 años: En Santiago del Estero, el 45 por ciento
no asiste a la escuela; en Tucumán, el 40,7 por ciento; en Misiones, el 39,1 por
ciento; y en Chaco, el 32,8 por ciento.
En síntesis, más allá de las leyes educativas aprobadas los
desafíos en el país continúan siendo, la integración de los jóvenes pobres y
marginales a todos los niveles de enseñanza y su inserción luego en el mercado
laboral digno.
Laura Hojman