El accidente automovilístico que
protagonizó un grupo de catequistas de la iglesia Nuestra Señora de Balvanera en
el barrio de Palermo alrededor de las 05:25 h. del martes, no ha conseguido
despejar muchas dudas. Distintas versiones sobre lo ocurrido le restan
transparencia a lo que verdaderamente pasó.
Para tratar de comprender un poco el motivo de tantas dudas,
hay que analizar los hechos. En primer lugar, varios jóvenes, no se ha
determinado aún con exactitud si eran cinco o siete —ya que aquí también hay
divergencia en las informaciones brindadas— se desplazaban a gran velocidad por
la Av.Santa Fe y a la altura de la calle Laprida colisionaron con un volquete.
En las primeras informaciones publicadas por algunos medios
como La Nación, por citar un ejemplo, se mencionaba al conductor como
Jonathan Matías Lencina, cuando en realidad se trata de Jonathan Matías Alsina.
También en las primeras declaraciones de monseñor Osvaldo Musto, este explicaba
que no había prestado su auto a los jóvenes, que conocía a Jonathan desde los
cuatro años y que lo consideraba como a un hijo. De hecho, era padrino del
joven.
Desde la parroquia confirmaron que los jóvenes eran
catequistas y que concurrían a la iglesia desde los ocho años.
Posteriormente, Musto declaró a la prensa que conocía a
Jonathan desde los 12 años, lo cual sí es correcto según lo que pudo investigar
este medio, con lo cual, no queda claro el motivo del error en sus primeras
declaraciones. Pero este no sería el único dato incorrecto aportado a los
medios.
El diario mencionado informó que fuentes del Arzobispado
señalaron que es habitual el hecho de prestar vehículos en las parroquias. Lo
que no parece muy lógico es que esto se haga para desplazarse a más de 100
kilómetros por hora en una avenida a las 05:00 de la madrugada, con un vehículo
superado en el número de pasajeros y teniendo en cuenta que se trataba de un día
martes.
Tampoco resulta tan lógico que si un par de meses atrás, otro
joven identificado como Sergio Ferreiro (uno de los heridos) chocó otro auto
—también prestado por Musto— según declaraciones a la prensa de Guadalupe
Amarillo, se sigan prestando vehículos a los jóvenes.
Las primeras declaraciones de un tal padre Sergio, tampoco
traen mucha luz a lo ocurrido, sino todo lo contrario, este aseguró que era
probable que los chicos hubieran bebido, pero que no creía que esa hubiera sido
la causa del accidente.
Vale aclarar que en las primeras versiones se mencionaba la
presencia de una botella de bebida blanca cerca de una de las puertas del auto.
Posteriormente, el titular de la comisaría 19a de la Policía Federal, el
comisario Jorge Toma, aseguró que no se secuestraron bebidas alcohólicas y nada
más se dijo sobre la botella que, según testigos, fue dejado en el suelo a uno
de los jóvenes que descendió del auto.
Tampoco las declaraciones del comisario son muy claras, ya
que no descartó que los jóvenes hubieran bebido. Por otro lado, al ser
consultado sobre el volquete, dijo que no debería haber estado allí. La
pregunta, entonces, que surge es por qué sus subordinados no hicieron nada. La
comisaría en cuestión se encuentra a la vuelta del lugar del accidente y es un
paso constante de móviles y policías de esa seccional.
Las versiones tan disímiles entre Monseñor Musto y
allegados al joven Jonathan, dejan demasiadas dudas.
Por un lado, la madre de Jonathan, asegura que ese día el
vehículo Megane propiedad de Musto, estaba estacionado debajo de su
departamento y que pasadas de las 02:00 su hijo salió con unos amigos a una
fiesta de egresados de alumnos del Instituto Tierra Santa.
Cuando nos comunicamos con el mencionado instituto Tierra
Santa, se evidenció una clara molestia por la consulta periodística. Confirmaron
que el joven había concurrido al Instituto por unos dos o tres años, pero
negaron tener información acerca de la existencia de la fiesta de egresados, ya
que las fiestas son organizadas por los chicos. Oficialmente dijeron que el
accidente era un hecho muy lamentable.
De eso no se habla
En esta triste y lamentable historia, hay muchas cosas en el
aire sin una explicación y varios de los medios han comprado una historia que
parece ser la más conveniente, pero no han querido indagar en algunas
declaraciones que pueden parecer incómodas, incluso, para la iglesia.
Si realmente la relación de monseñor Osvaldo Musto era
transparente y no hay motivos de silencios, ¿por qué no se cuenta la historia
completa? ¿Por qué sólo se ha mencionado que el párroco le habría regalado
algunas remeras y presentado algunas personalidades? Lo que no se menciona es
que Jonathan acompañaba más de lo habitual al cura y que realizaron varios
viajes juntos, algunos al exterior. Tampoco se menciona que la madre de
Jonathan, Alicia, recibía asistencia económica de Musto.
En una nota publicada por Clarín, Alicia asegura: "Lo
crié sola, y monseñor era como un padre para él". La nota afirma que Jonathan
tenía tres hermanas, Antonella de 16, María Laura de 14 y Nicole de 12. En la
nota, muy conveniente, el cronista X —ya que la misma no lleva firma— parece
adolecer de vicios de ingenuidad para realizar la entrevista o bien, la nota fue
consensuada para satisfacer dudas y evitar publicaciones no convenientes.
Si bien el título destacado dice: “Lo crié sola”, la madre no
explica cómo lo hizo, y solo se destaca la relación de Musto y su hijo como la
de un padre. Curiosamente el periodista no indaga en cuánto tiempo el joven
pasaba con el cura y en qué momentos este le presentaba a sus conocidos, hechos
para los cuales debía dedicarle más tiempo de lo habitual.
Tampoco el periodista pregunta cómo pudo mantener a cuatro
hijos sola, si nos guiamos por el título escogido, ¿a qué se dedica o se
dedicó Alicia? para afrontar toda una familia sola.
Alicia, por caso, durante los años en que Jonathan creció
junto a Musto se desempeñaba como vendedora de un comercio de la zona de Once, a
unas pocas cuadras de la iglesia. Resulta prácticamente imposible afrontar los
gastos de cuatro chicos, un alquiler, vestimenta, servicios mínimos, alimentos y
la cuota de un colegio privado como el Instituto Tierra Santa sin ayuda.
Este periodista lamenta mucho el hermético silencio y la mala
predisposición de los allegados a Musto en develar algunas dudas.
No queda muy claro ¿por qué?, monseñor Musto que tiene
fuertes lazos políticos y sindicales no ha ayudado de igual forma a otros
jóvenes sin empleo tal como lo hizo con Jonathan al gestionar su ingreso a la
federación de Luz y Fuerza.
Conclusión
Como católico, espero que en algún momento el monseñor acepte
una entrevista para charlar sobre algunos detalles que despejen las dudas, no es
la actitud de un buen cristiano el mostrarse irritables con la prensa como lo
hicieron algunos en la noche del martes en la iglesia, uno comprende que se
trata de una tragedia, pero no fue la prensa la que le dio acceso a los
muchachos al auto.
Es de destacar que algo debe haber fallado en la formación de
estos catequistas, si como dice Monseñor, él habló por teléfono con Jonathan, y
este le aseguró que no iba a utilizar el vehículo y que ya estaba en el garage,
le mintió deliberadamente, su madre asegura que el auto se encontraba debajo del
edificio donde viven.
Monseñor Musto también declaró que Jonathan manejaba muy bien
y era muy cuidadoso, algo que no se evidencia en los momentos previos al
accidente, pero tampoco queda claro si es tarea habitual de un sacerdote ir a
sacar el registro de conducir con un joven de la parroquia.
Por qué tanto interés en aclarar la relación entre Musto y
Jonathan dejando de lado a los demás jóvenes por parte de Musto. ¿Qué hay de
cierto en que además de los regalos, los viajes, las fotos y alguna ayuda
económica también existió una gestión por una vivienda?
¿Por qué la gente en vez de responder se molesta? Incluso,
desde la propia federación de Luz y Fuerza han evitado informar que actividades
realizaba Jonathan.
¿Por qué, si Jonathan era como un hijo, las primeras
declaraciones de Musto no fueron expresiones de dolor, sino un rotundo “yo no
les preste el auto, ni para una fiesta, ni para una fiesta de egresados”
diciendo que lo habrían tomado sin permiso, para posteriormente aclarar que
Jonathan lo había acompañado hasta el aeropuerto y se había llevado el auto.
Distintas versiones de la madre de Jonathan, de otros jóvenes e incluso desde la
misma parroquia aseguraban que Musto siempre les prestaba el auto.
Algo no termina de cerrar y seguiremos investigando algunas
declaraciones recogidas de allegados a los jóvenes que por una extraña razón o
miedo, se desdijeron de algunas acusaciones que merecen ser investigadas.
En una historia donde hay muchos involucrados que practican
la religión, lo que más se percibe es la falta de verdad, tal vez deberían
reflexionar si los mueve la fe o la necesidad.
Marcelo Hawrylciw
El Sindical