En 1990, año en el cual se procedió a sancionar y
promulgar la Ley de Encubrimiento y Lavado de Activos de Origen Delictivo, Nº
25.246 —que en teoría iba a ser una norma de última generación—, el Grupo de
Acción Financiera Internacional (GAFI) nos felicitó como país avanzado, que
combatía el delito. Luego de eso, no se realizó nunca más nada y las
modificaciones realizadas a la ley no sirvieron para demasiado.
Para entender un poco de qué va la cosa, voy a contarles una historia que
para algunos va a resultar aburrida, para otros no y a todos les va a resultar
interesante, ya que se hablará de lo que mueve al mundo: el dinero.
El lavado de dinero se denomina así en la jerga, pero técnicamente
es "blanqueo de activos".
¿Qué significa esto? Que el dinero proveniente de diferentes delitos,
establecidos como una especie de ranking: el primer puesto lo ocupa el fraude a
la administración pública, le sigue la venta ilegal de armas, el narcotráfico y,
por ultimo, el más triste y grave de todos, el tráfico de personas, más conocido
como “trata de blancas”.
El blanqueo de activos opera de la siguiente manera: como primer paso se da
la colocación o inserción de esos activos —producidos por diversos delitos— en
el mercado. Esto se dio en un primer momento con los bancos, pero en el mundo, y
en la mayoría de las normativas, se establecieron controles legales a través del
GAFI, en el cual hoy y por ahora la Argentina es miembro fundador junto a otros
11 países.
Cuando este medio dejó de ser efectivo o disminuyó su rendimiento, se cambió
o en algunos casos se varió la herramienta. Algunos siguieron utilizando a los
bancos pero ya en menor medida y se procedió a realizar inversiones en
diferentes ramas del mercado, entre ellas los hoteles, bingos, casinos, video
clubes, restaurantes, compañías de telefonía celular, siendo la mayoría cadenas
importantes.
Un caso puntual de blanqueo de activos en nuestro país ha sido denunciado
por quien suscribe, junto al periodista de investigación Christian Sanz, en
torno a la irregularidad de los aportes a la campaña presidencial del Frente
para la Victoria, el cual fue a mi modo de ver un negocio muy bien hecho,
sobre todo teniendo en cuenta los activos provinieron de los carteles del
narcotráfico colombiano y mexicano, teniéndose que justificar ante la justicia
electoral su procedencia ya que la ley así lo requiere.
En tal contexto, el oficialismo "convocó" a gente de clase media y les
ofreció el 7% del valor que supuestamente aportaban, a cambio esta gente firmó
cheques y documentos de compromiso de pago, de esta manera el negocio fue
redondo ya que ganaron las 2 partes.
Por otro lado, tenemos a supuestos dueños de una veintena de droguerías
que, como también fue denunciado por esta parte, hicieron figurar que aportaron
personalmente y también a través de sus empresas, a cambio también del 7% antes
mencionado y con promesas de ser proveedores privilegiados del Estado, ya que
las personas encargadas de esta recaudación eran los señores Héctor Capacciolli
—hoy destituido de la superintendencia de salud— y José Luis Salvatierra (ex
interventor del Hospital Francés).
Como antes se explicó, la forma de inserción o colocación en el mercado se
hace a través de bancos y empresas, o negocios.
Posterior a esto, se hace lo que también se mencionó en la compra de las
compañías antes mencionadas y cuando una vez son aceptados los activos en los
bancos, o peor para el caso que nos convoca, como es el nuevo proyecto de ley
anticrisis, en el cual se plantea en uno de sus puntos no determinar, ni
investigar el origen de los activos, solo cobrar el 6% del valor del impuesto.
Esto traería un efecto devastador para la sociedad argentina, esto se denomina
técnicamente conversión o el propio blanqueo y el último paso es la integración
que es la ganancia producida con la empresa comprada con capitales provenientes
del delito. Todos estos pasos ya mencionados y oportunamente ejemplificados son
los que representan el "lavado de dinero", los cuales se verán facilitados con
la sanción del proyecto.
Es gravísimo el hecho de que no haya control del origen de
los fondos que volverán al país, lo cual fomentará el ingreso de capitales
provenientes de los diferentes carteles de la droga y todos los que se dediquen
a blanquear dinero de los delitos establecidos el ranking ya mencionado.
No sólo causaría ese efecto en un primer momento, sino que con
posterioridad, como órgano internacional de control, el GAFI, no solamente nos
expulsaría como miembro fundador, si no que los controles de dicho organismo, en
cuanto a las transferencias de dinero desde la Argentina y hacia ella, serán
hechos con mucha severidad y siendo sancionadas todas aquellas operaciones que
no puedan justificar su origen. Ergo, este proyecto producirá un incremento
sustancial de la delincuencia en todos sus niveles y tipos de delito, ya que la
función del lavado, no sólo se ocupa de blanquear activos, sino que también
produce corrupción en todos los niveles sociales y a su vez en funcionarios del
Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como de diversas fuerzas de
seguridad, llegando como bien lo expresa nuestra ley 26.024 y las autoridades de
los EEUU a la financiación del terrorismo del Estado.
También llama poderosamente la atención, cómo un órgano colegiado como
debería serlo la Unidad de Investigación Financiera (UIF), que tiene como
función controlar los procesos de transferencia de activos, de montos de
ingreso/egreso superiores a los U$S 10.000, para sorpresa de todos, es un órgano
unipersonal y a cargo del Dr. Anibal Fernandez, cuestionado severamente en temas
como el control del narcotráfico e incumplimiento de los deberes de funcionario
público.
Para empeorar el panorama, el gobierno tendría pensado
nombrar en el cargo de titular de la AFIP —órgano que según el proyecto de ley
sería el encargado de controlar el ingreso de los capitales al país— al Sr.
Ricardo Echegaray, ex director Nacional de Aduanas, eyectado de su cargo en el
marco de una gestión muy cuestionada. En buen romance: se sospecha que Echegaray
habría facilitado el contrabando y el narcotráfico en nuestro país.
Como conclusión, quiero dejar en claro que las críticas realizadas son al
único efecto de poder construir un país mejor y más justo, algo en lo cual
tenemos muchas más obligaciones y responsabilidades los abogados, ya que somos
los auxiliares de la Justicia.
Hernán Palmeiro
Abogado, especialista en "lavado de dinero"