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¿Existe el diablo?

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MENTIRAS Y FÁBULAS QUE SE MANTIENEN EN EL TIEMPO
MENTIRAS Y FÁBULAS QUE SE MANTIENEN EN EL TIEMPO

 El diablo está perdiendo popularidad. Hubo una época en la que el señor de las tinieblas, Lucifer, (ex –Luzbel), estaba mucho más presente en la vida de las personas que actualmente. Esto se debía a que los demonios (sus discípulos) eran los causantes entre otras cosas de las enfermedades que hoy se atribuyen a causas como los virus, problemas neurológicos y psicológicos, o las infecciones.

 

    Los médicos egresados de nuestras universidades no tienen una materia llamada “Demonología” o “Demonios de la ceguera”. Lo satánico no es tenido muy en cuenta al diagnosticar una dolencia cualquiera en un paciente. Hoy se salvan más vidas gracias a recetar antibióticos que a rezar oraciones como fórmulas para espantar espíritus. 

Una de dos: o los demonios se retiraron de la ocupación de cuerpos humanos para enfermarlos, o se han descubierto las verdaderas causas de las afecciones. Me inclino más por la segunda explicación. Aunque, como veremos a continuación, aún hay algunos que eligen la primera.

    Hubo una época en la que la existencia del diablo no era ni siquiera puesta en duda. Pocos eran los que se hacían preguntas sobre el misterio de su ser: ¿cómo puede ser que siendo un ángel perfecto de Dios (con todo lo que significa la perfección), se revelase y se volviera su enemigo número uno? ¿Cómo es posible que un Dios todopoderoso, todo amor permita la existencia de un ser de menor poder que solo trae problemas a sus queridos hijos, los hombres? ¿No sabía Dios desde siempre que el diablo se iba a revelar, si lo sabía, porque lo creó entonces? ¿ Si Satanás sabe que será vencido en el final de los tiempos (como está escrito en el Apocalípsis) ¿ Por que sigue en su lucha vana contra los poderes de Dios? ¿ Acaso no sabe que no tiene posibilidad de triunfo?, Etc. Volverémos con mas profundidad sobre estas cuestiones.
    Todas estas preguntas y decenas más, no eran respondidas con sentido crítico. Hoy tenemos herramientas, entre ellas, la libertad y la información, para entender la cuestión desde otra perspectiva.
    Y esta perspectiva es la que debería prevalecer entre las personas que desean vivir en un mundo despojado de demonios y poderes que nos “influyen” para que hagamos el mal. Esta creencia, la de que somos influenciados por Satanás para pecar, nos libera de toda responsabilidad en nuestros actos. Esos actos que llamamos “inhumanos”, no son resultado de la intervención del angel caído en nuestro accionar. Son acciones nuestras y pertenecen a nuestra naturaleza. Aunque esto no hable muy bien de nuestra conducta y nos dé vergüenza aceptarlo.
    Ahora bien, hemos comprendido que el diablo es sólo un mito, hemos podido estudiar que la creencia de una fuerza maligna es básica en todas las religiones de la tierra: Cerca del Río Ganges en la India estaban los Asuras, demonios que luchaban contra los Devas (Dioses buenos) y se encargaban tambien de luchar contra los humanos.
    Para los persas Ahriman era el diablo encargado de luchar contra las fuerzas del bien representadas por Orzmud.
    Los egipcios lo llamaban Set, quien mantenía su constante lucha contra Osiris y la humanidad, cerca de las orillas del Nilo.
    Del diablo Babilónico deriba el diablo de los Hebreos, que es el nuestro. Pero además de él, los Judios creían que había nueve tipos de demonios.
    Para los africanos los demonios eran de color blanco, para los europeos los demonios eran negros. Una alarmante señal de que los temores y odios de las diferentes razas se traducen en la “demonización” delos enemigos o de la gente contra la que se tiene algún tipo de prejuicio.
    Pero volviendo a poner nuestra atención en el mundo “occidental y cristiano”, encontramos al paradójico Satanás haciendo de las suyas.
    ¿Por qué paradójico?. Reiteremos algunas de las preguntas formuladas antes y profundicemos un poco:

   1-El diablo sobre el que nos hablaron, era uno de los ángeles de Dios. La primeras preguntas que se me ocurren son: ¿Cómo fue que el diablo se reveló ante su creador, si todo lo que existía en ese momento era perfecto? Es decir ¿Quién tentó a Satanás? ¿Quién lo llevó al pecado si no existía el mal en ningun lugar, ni otro “diablo” que lo indujera a la rebelión?
    Su libre albedrío explicaría esta conducta si en ese momento se hubiera podido elegir entre el bien y el mal. Pero hay un detalle que no debe pasar desapercibido. En un mundo de ángeles perfectos no existe el mal ni la posibilidad de elegir por él.
    Podemos seguir en esta linea de razonamiento y preguntarnos:

    2-Satanás se dedica a tentar a los humanos, pero ¿Se atrevería a tentar a su creador, sabiendo que no tiene ninguna chance de ganar?. Es poco probable, sin embargo tenemos la historia de la tentación de Jesús en el desierto. Este relato nos habla de un diablo que ofrece al mismo Dios todos los reinos de la tierra (¡Que ya le pertenecían de antemano!) ¿Puede ser tan tonto Satanás como para creer que puede tentar a Dios?

    3-Si el objetivo del Diablo es ganar almas ¿Por qué indujo a Judas a traicionar a Jesús? Esto deribaría en la crucificción, y despues de ella en la adhesión de millones de personas al cristianismo. Si el Diablo no se hubiera metido, millones de personas hubieran sido condenadas directamente al infierno ¿Cuál sería el objetivo de ir en contra de su propio plan? Evidentemente, o el argumento carece de lógica o el Diablo es demasiado torpe y le falla la capacidad básica de razonamiento.

    4-¿Por qué Satanás castiga en el infierno a los pecadores que el mismo Dios ha mandado allí? ¿Acaso trabaja para Dios? Si los humanos pecamos en la tierra haciendo la voluntad del diablo ¿Porque no premiarlos en el infierno en vez de hacerlos sufrir eternamente?

  
Todas estas preguntas pueden tener variadas respuestas según el teólogo de turno.
    Y sea cual sea el argumento para defender la existencia de este ser imposible y absurdo, encontramos que hay gente que en pleno siglo 21 no sólo cree en el diablo, sino que predica desde el púlpito sus andanzas, intentando (al estilo de la edad media) infundir temor entre los creyentes que escuchan atentos.
    El porqué un creyente puede transformarse en crédulo, es tema de otro debate. Prefiero quedarme en el hecho increíble de que la existencia del diablo es defendida, predicada y utilizada por instituciones religiosas tales como las iglesias católica o evangélica. En especial esta última.
    Lejos está este artículo de ser una crítica a las religiones o las iglesias. Pero es bueno por lo menos tener en cuenta lo siguiente.
    El estado subvenciona a la iglesia católica. Es decir, todos aportamos dinero para su sostén. Esto no ocurre en otros países ¿Y qué estamos subvencionando? No otra cosa que la prédica de la superstición de la creencia en seres mitológicos, que por el bien de la humanidad debería estar ya desterrada. Esta costumbre medieval se extiende por doquier: Es común ver a los pastores imponiendo sus manos mientras “ordenan” a Satanás salir del cuerpo de una señora histérica. Para agregar dramatismo al ritual, generalmente se ha provocado con anterioridad un estado de sugestión entre los presentes que desborda las butacas y circula por el recinto como una corriente eléctrica.
    Otra variante de la defensa de la existencia de este ser de la mitología babilónica es la de la creencia en el exorcismo. Aquí si, debemos detenernos en los miembros de nuestra religión oficial.
    Tres siglos después de que se empezaran a atribuir ciertos desórdenes de conducta a la esquizofrenia o la histeria, en 1999 la iglesia católica llamó a sus sacerdotes a diferenciar entre las posesiones demoníacas y las enfermedades mentales, antes de ejecutar un exorcismo. En mi humilde opinión esto es como llamar a diferenciar si la poliomelitis la provoca un virus o Tribilín. Podríamos hacer la vista gorda ante este llamado del Vaticano si hubiera tenido lugar en la edad media, pero en 1999 tal vez hubiera sido hora de llamar a la reflexión de los fieles y despejar supersticiones.
    “La existencia del diablo no es una mera opinión, algo para tomar o dejar a voluntad. Todo el que diga que él no existe no debería tener fe en la religión católica” (Vaticano 1999).
    “No podemos dudar hoy que el diablo está en nuestro entorno” dijo Juan Pablo II en 1993.
    ¿Por qué?. ¿Qué pasaría si dudamos?¿ Que pasaría si dejamos la superstición y la mitología de lado?. Entre otras cosas, la lucha entre el bien y el mal se convertiría en una responsabilidad absolutamente humana, y ya no tomaría lugar en reinos de fantasía como el cielo y el infierno. Tendríamos que hacernos cargo de que nos falta mucho por hacer, no como católicos, musulmanes o judios, sino como humanidad. Una humanidad muchas veces confundida ante la falta de información clara, por la falta de pensamiento crítico.
   Una humanidad que podría, si quisiera vencer al “poder satánico” dejando de creer en el. Simplemente desplazando la fantasía de sus mentes.
    Intentando una vez mas ubicarnos en el mejor lugar para vivir. Un lugar que se llama realidad.

 Martín Gianola

 

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