Incomparable éxito político de Néstor Kirchner. Es posible que antes de fin de año convalide el que, acaso, haya sido su más escandaloso decreto: el que firmó el 5 de diciembre de 2007, pocos días antes de dejar el poder, para que su amigo Cristóbal López pudiera agregar 1500 máquinas tragamonedas a las 3000 que ya explotaba en el casino de Palermo. Como la concesión del hipódromo vencía en 2017, el decreto la prorrogó hasta 2032. El entonces presidente sabía lo que hacía. Por eso la norma salió publicada, con su firma, la de su hermana Alicia y la de Alberto Fernández, un feriado: el 31 de diciembre.
Al cabo de un año, Kirchner encontró al aliado que consolide esa medida desde el punto de vista legal. No es su dócil esposa, que acaso nunca hubiera ido tan lejos con una concesión. El responsable de proveer un blindaje jurídico a aquel regalo navideño para López es Mauricio Macri.
El jefe de gobierno envió el viernes a la Legislatura porteña un convenio suscripto entre el presidente de Lotería Nacional, Roberto López, y el presidente del Instituto de Juegos de Apuestas de la ciudad, Néstor García Lira, que en su cláusula octava establece que ambos organismos "se obligan a respetar los términos y condiciones de las concesiones y permisos que amparen a los juegos existentes a la fecha, con sus ampliaciones y prórrogas?" El párrafo se completa con un compromiso insólito: "?y de aquellos [concesiones y permisos] que se autoricen a partir de la suscripción de la presente".
El proyecto lleva la firma de Macri. Fue imposible que durante su viaje a Italia lo suscribiera Gabriela Michetti. Ella se negó después de un par de invitaciones, lo que abre una incógnita sobre el voto de los legisladores que la siguen.
El texto a favor de Kirchner y López fue negociado por el propio empresario y su socio, Federico Achával, concesionario del hipódromo. Por el gobierno porteño intervinieron dos íntimos amigos de Macri: Nicolás Caputo y José Torello. El folklore que rodea a esta mesa de enlace es muy frondoso. Fuentes relacionadas con sus cuatro integrantes aseguran que las empresas de López en la ciudad —el casino de Palermo y los dos barcos de la Costanera Sur— fueron, el año pasado, generosos mecenas de la campaña electoral de Pro. Entre las versiones que se oyen en la Legislatura porteña hay una que afirma que, gracias a la cordialidad reinante, López le pudo comprar a Caputo un departamento en Puerto Madero.
La defensa legal
El gobierno porteño defenderá el contrato con la Lotería por su cláusula tercera: la ciudad no percibirá a partir de ahora el 24 sino el 50% de los fondos provenientes de las utilidades del negocio de apuestas. Pero es casi imposible conocer ese monto, ya que, según todos los expertos consultados, las tragamonedas del Hipódromo y de los barcos de López no están conectadas a un sistema online de Lotería ni del Instituto. Es decir: el Estado carecería de información fehaciente sobre el volumen del juego en la ciudad. Por eso hay tantas especulaciones acerca de que esa actividad podría generar grandes caudales de dinero negro. Si fuera así, la ley de blanqueo que los Kirchner enviaron al Congreso ofrece una excelente oportunidad para normalizar su contabilidad.
El acuerdo Kirchner-Macri es, en rigor, una adenda a la que suscribieron la Lotería y el Instituto en 2003, durante la administración de Aníbal Ibarra. En ese convenio original la ciudad admitió compartir con la Nación la jurisdicción sobre el juego en el distrito. Ibarra desistió de seguir reclamando a la Justicia la exclusividad del control, una reivindicación autonómica que había llegado a la Corte con dictamen favorable del procurador general de la Nación.
Macri profundizó la orientación de Ibarra. En su mensaje a la Legislatura, afirmó que aquella pretensión de la ciudad es sólo programática y debería ser el resultado de un acuerdo, no de un pleito. Por si alguna vez ese criterio desaparece, López se garantizó, en su cláusula octava, que las concesiones ya realizadas seguirían vigentes.
El amigo de Kirchner reducirá, gracias a Macri, la precariedad legal de la concesión que le otorgó, durante la presidencia de Eduardo Duhalde, el titular de Lotería, Carlos Gallo. Después de presidir el Instituto porteño con Jorge Telerman —a propuesta de Carlos Zannini—, Gallo (Nota de Tribuna: este funcionario fue señalado antes que nadie por este medio y ha sido denunciado en la Justicia) es hoy la eminencia gris de la Lotería de la Provincia de Buenos Aires. El juego es, en la Argentina, una política de Estado.
Gallo elaboró el proyecto de ley que Daniel Scioli quiere ver aprobado antes de fin de año. El gobernador afirmó ayer, en declaraciones a LA NACION y a Perfil , que su intención es poner un límite al negocio de apuestas. Tiene razón, pero ese tope será superior al actual: se crearán entre 8 y 10 nuevas salas de bingo y las tragamonedas podrán incrementarse en un 50%. Uno de los negocios que se discutieron en el viaje de Cristina Kirchner a Rusia fue la provisión de esas máquinas.
Entre los nuevos bingos-casinos habría dos para Cristóbal López. Scioli sugirió que uno de ellos no estaría en San Isidro. Tal vez lo radiquen en Vicente López. Para eso habría que anular el monopolio sobre el juego que Duhalde le concedió, 150 kilómetros a la redonda, al casino de Alberto Tabanelli, en Tigre. Scioli hizo notar que eso se discutirá el año que viene, igual que la licencia de Tabanelli para levantar apuestas online . El dueño de Boldt deberá elegir entre una y otra prerrogativa.
Otro bingo
El otro bingo en disputa es el de la empresa Codere, en La Plata, frente al hipódromo, donde podría crearse un casino como el de Palermo. Se lo disputarían López —o sus amigos de Bingo Avellaneda— y un astro ascendente: Ricardo Glazman, de Bingo Pilar.
Glazman aspiraría también al gran negocio que inaugurará Scioli con su ley: las apuestas sobre torneos deportivos, veta que el gobernador ya examinaba con Julio Grondona cuando era diputado nacional. También López se prepara, asociado a una firma griega, para hacer rendir esa mina de oro.
El favoritismo del gobierno bonaerense hace que a Glazman lo llamen, en La Plata, "el Cristóbal López de Scioli". Glazman, quien habría acercado a Alejandro Gravier y Valeria Massa a la actividad lúdica, es un pionero. En los años 90 fue socio del administrador de los fondos reservados de Carlos Menem, Alberto Rossi, en el Bingo Lavalle. También fue vicepresidente de la Fundación Carlos Menem Jr. y socio de la empresa Teletevé, creada junto al yerno de Susana Giménez para comercializar las llamadas telefónicas del programa de la diva.
Scioli no pudo conseguir la mayoría especial para que su ley sea tratada sobre tablas el próximo jueves: Ismael Passaglia, alineado con Felipe Solá, promete oponerse con otros 11 diputados del Frente para la Victoria. Esta resistencia se suma a la que lideran Walter Martello, de la Coalición Cívica, y Jesús Porrúa, de la UCR.
La política sobre el juego podría estimular las conversaciones entre Margarita Stolbizer, Solá y los radicales. Falta conocer la conducta del macrismo en la provincia: si se sumará a la oposición o si el acuerdo porteño con Cristóbal López incluyó también los votos bonaerenses.