El Gobierno nacional desplazó hacia
adelante su pieza más preciada y, de modo sorpresivo, logró retomar la
iniciativa en su puja frente a la dirigencia del campo, aunque habrá que evaluar
con el transcurso de los días si tamaña movida logra contener de modo efectivo
la extrema tensión que hoy invade a los productores, quienes siguen la partida
al borde de las rutas.
Haber jugado nada menos que a la Presidenta implica que el
Gobierno ha intentado recobrar lo más rápidamente posible la confianza del
sector, ya demasiado minada desde hace muchísimo tiempo por tantas idas y
vueltas, dilaciones, promesas incumplidas, prohibiciones, cambios de último
momento, actas ad hoc y trapisondas varias.
Por el lado de la dirigencia agraria, la semana pasada
tuvieron que variar 180 grados sus primeras impresiones, cuando notaron que no
hubo discusión, que todo les había sido impuesto y que se seguía sin tocar el
tema retenciones, algo bastante parecido a lo que ocurrió en esta ocasión,
aunque se han mejorado algunos puntos que entonces habían quedado en el limbo.
Para explicar la decisión presidencial de tomar el toro por las astas, tampoco
puede dejarse de lado la necesidad que tiene el Fisco de recaudar lo más
rápidamente posible todo aquello que surja de los millones de toneladas de soja
guardadas en los silos-bolsa, una forma de presión que usaron los
productores, sabiendo dónde más le aprieta el zapato por estos días al Gobierno.
Al respecto, y debido a la reticencia a la liquidación de
esos remanentes, no son ociosas las continuas referencias presidenciales a
"conservar el trabajo y la actividad económica" y a atender las necesidades que
tienen los sectores de "más vulnerabilidad", frente a aquellos otros "a los que
les ha ido tan bien".
Además, con la aparición presidencial culminó la tarea de
desgaste para minar la unidad de la Mesa de Enlace Agropecuaria, que había
comenzado con las versiones de instauración de un ente oficial de
comercialización granaria, un proyecto que varias veces había pedido la
Federación Agraria Argentina y que no se abandona.
Al respecto, la misma Presidenta dejó abierta la posibilidad
de seguir adelante con el mismo y señaló que para contrarrestar lo
extraordinario de la crisis hay que "elegir los instrumentos políticos y
económicos, porque vienen soluciones extraordinarias".
Por otra parte, la caída del precio internacional de la soja
y su correlato, el aumento del valor doméstico del dólar, toda otra señal, han
tenido como misión mantener los ingresos no sólo del agro, sino de su socio, el
Fisco.
Desde este punto de vista, un dólar cada vez más alto ayuda a
licuar el gasto, aunque si no hay liquidación de los ahorros sojeros es lo mismo
que nada, porque los pueblos que viven de la agricultura comienzan a sentir la
crisis por adelantado y potencian su bronca hacia el Gobierno.
En el trasfondo de toda la situación está la lucha ideológica
entre la desregulación que transformó al campo en los años '90 y la intervención
que ahora se enseñorea en nombre de la crisis, aunque durante los últimos años,
sin esa crisis por delante, el Gobierno ya había impedido por decisiones
administrativas la exportación de leche, carne y trigo, un tema central que
sigue sin abordarse a fondo.
De allí es que hay que procesar cómo le cae a las bases todo
este nuevo round, ya que no sólo están peleando por las retenciones, sino para
evitar más discrecionalidades. Si los dirigentes han salido convencidos de algo
que es casi similar a lo anterior, habrá que ver qué pasa con los chacareros,
que ya se han quemado con leche en más de una ocasión.
Hugo Grimaldi