Con el lanzamiento del Fondo Federal
Solidario, el Gobierno alejó el riesgo de una alianza entre la dirigencia
agropecuaria y las autoridades políticas de provincias y municipios, que a
partir de ahora tienen la pelota en su campo.
Las provincias cerraron 2008 con un déficit que todos los
analistas aseguran que se acrecentará cuando finalice el año en curso. En ese
estado de estrechez financiera, ya enfrentan el descontento de los gremios
docentes por los bajos salarios que perciben, lo que prenuncia futuros
conflictos con otros empleados públicos.
Las entidades agropecuarias, pese a no haberse alcanzado el
quórum en la sesión realizada hoy en Diputados, alcanzaron una adhesión de más
de cien legisladores y esperaban confiadas la nueva composición de las cámaras a
partir del 10 de diciembre.
Las dos partes estaban objetivamente unidas por un elemento
en común: las retenciones. Por un lado, hace más de un año constituye la bandera
de protesta de los productores y el principal factor de desgaste del Gobierno, a
juzgar por las deserciones de dirigentes y aliados.
Por el lado de los gobernadores e intendentes, por su
carácter no coparticipable, las retenciones actuaban como una aspiradora de
recursos, al punto que las transferencias a las provincias se ubican en niveles
tan bajos que ni siquiera alcanzan el piso de garantía del 34 por ciento del
total de recursos fiscales de la Nación. Pero además, al afectar la base
imponible de Ganancias —que sí se coparticipa— el perjuicio es doble. O triple,
si se incluyen en la cuenta la caída en la actividad y los despidos y
suspensiones en las zonas agroindustriales.
Los recursos girados por el Fondo Federal Solidario —aun en
el caso de que se cumplan los pronósticos oficiales— quizás no sean suficientes
para neutralizar el déficit de las provincias. Pero sobran para evitar un riesgo
político que —a la luz de la urgencia kirchnerista por adelantar las elecciones—
parece mucho más peligroso: mayores deserciones que pongan en juego las
mayorías en el Senado y en Diputados.
Después de todo, la chequera sigue en manos de la Nación. Y
lo que se gira por el nuevo Fondo Federal se puede recortar de otras partidas.
Marcelo Bátiz