A veces la vida nos pone en situaciones en las que debemos decidir sobre una cosa u otra, sobre lo bueno o lo malo, sobre lo que fuere, pero decidir al fin. Es entonces cuando hacemos uso de razonamiento del que la vida nos proveyó y decidimos lo que creemos será mejor (aunque debemos reconocer que hay momentos en los que no sabemos qué decidir, o tal vez no nos interese mucho el resultado de aquella decisión que tomemos), así que, ¿para qué pensar tanto, por qué no recurrir a aquella vieja usanza de echarlo todo al azar, que "sea lo que deba ser" decidimos y lanzamos una simple moneda al aire?

    Ahora, nuestra decisión está sujeta a lo que diga la suerte y no a nuestra inteligencia o la capacidad que todos poseemos de discernir; la moneda ya está en el aire, y no esta mal que así sea, o mejor dicho no estaría mal si es que aquella decisión tuviere que ver solamente con lo que concierna a nuestras vidas. Pero, ¿qué pasaría si aquella moneda viniese a decidir lo que sucedería en la vida de otra persona?; peor aún, si decidimos sobre la vidas de varias personas.

    Allá por el mes de enero, alguien arrojó una moneda al aire, alguien que no es usted ni yo, ni tampoco un ciudadano común, quien arrojó esa moneda no es nada mas ni nada menos que el Sr. Luis Armella, juez Federal de nuestra querida República. A esta altura, usted se preguntará para qué un señor juez Federal arrojaría una moneda al aire, si se presupone que él mejor que nadie es —o sería— una persona sumamente capacitada para tomar decisiones, pero lamentablemente en este caso no fue así: su Señoría nunca supo qué hacer al imputar a cuatro personas en un delito que jamás cometieron, en una causa donde, según dejaron ver algunos medios informativos, estaría dudosamente probado el delito y hasta los mismo llegaron a hablar de un supuesto autosecuestro. Hablo de la causa por el secuestro del empresario Leonardo Bergara.

    Pero aún así, el Sr. juez impuso la prisión a estas cuatro personas sin pensar, sin hacer uso de la razón o de esa "inteligencia superior" con la que lo dotó la vida. El Sr. juez Armella arrojó una moneda al aire y aún hoy —¡cuatro meses después!— mantiene a aquellas cuatro personas privadas de libertad; y con ellos a cuatro familias enteras sumidas en el peor de los calvarios.

    Por aquellos días, este juez dictó cuatro prisiones preventivas en una causa totalmente indiciaria, sin ningún mérito, sin actividad probatoria, con todos los reconocimientos en rueda de personas —realizados por el Sr.Bergara, su Sra.Esposa, el albañil que fuera el testigo presencial de los hechos y el Sr. que vendió aquel mentado chip telefónico— con resultados negativos.

    También el reconocimiento efectuado por los mismos personajes sobre dos automóviles secuestrados propiedad de uno de los detenidos resultó negativo, con un casi nulo derecho a la defensa de estos cuatro ciudadanos. Con estos datos, el juez hizo lo que hacen aquellos a los que poco les interesa el resultado: arrojó una moneda al aire y dijo "que sea lo que deba ser".

    Desde aquel momento, todo se convirtió en una cuestión de suerte, pero no para el juez, sino que para aquellas cuatro personas inocentes que aún continúan privadas de libertad. La moneda aún está en el aire y lo mas lamentable es saber que, quien la arrojó no será quien vea el resultado, ya que la causa está ahora en manos de una Cámara de Apelaciones. Sólo rogamos a Dios que aquellos jueces que verán caer la moneda, sean jueces objetivos, verdaderamente juristas y puristas.

    Sólo eso les pedimos, no esperamos milagros ni favores, sólo queremos la verdad de una buena vez y por todas para que a aquellas cuatro personas se les devuelva lo que aquel juez les arrebató al arrojar una moneda al aire, por no saber o no querer tomar una decisión justa.

    La moneda aún está en el aire.

Angeles Pardini
angelespardini@hotmail.com
Hija de José Pardini, detenido en el marco de la causa Bergara