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EL CORONEL TIENE QUIEN LO MATE

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JOSÉ MOLDES Y EL CONGRESO DE TUCUMÁN
JOSÉ MOLDES Y EL CONGRESO DE TUCUMÁN

9 de julio de 1816

    “Desde el último individuo del ejército hasta el de mayor graduación se han comportado con el mayor honor y valor, pero debo recomendar muy particularmente al coronel don José Moldes, que me ha acompañado en todo, me ha ayudado y manifestado un ánimo heroico y el deseo de salvar a la patria”. Parte de Manuel Belgrano luego de la victoria de Tucumán

    Hoy es 9 de julio. Preparo mi barbijo, me baño en alcohol y salgo a recorrer la ciudad. Me encamino para el lado de Colegiales. Soy un apasionado de las nomenclaturas-homenajes que se dan a las calles, a las plazas y a los monumentos. Me detengo, levanto mi cabeza y leo: Moldes. Busco en mi memoria larga y recuerdo que este Moldes tiene algo que ver con la Independencia. Es más, en mis investigaciones sobre la llamada “otra historia” lo tengo como un patriota un tanto olvidado.
    Aprovecho este día para relacionarlo con el Congreso de Tucumán. Su figura es de temer para el centralismo porteño y le pelea palmo a palmo la candidatura a Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo.
    Pero ¿quién es este patriota maltratado que muere en circunstancias misteriosas?
    De familia aristocrática, hijo del Alcalde Antonio Moldes y González, y de doña Antonia Fernández de Loira y Arias Velázquez, nace en Salta el 1 de enero 1785.
    Siendo joven, en 1803, lo envían a completar su educación a España en donde se incorpora como cadete en el regimiento de la Guardia de Corps, cuerpo de la Casa Real, integrado por elementos españoles, flamencos, italianos y americanos de noble estirpe.
    En Madrid, se encuentra con compatriotas —Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, y su futuro rival, Juan Martín de Pueyrredón— e integra la mentada logia secreta que tiene como fin liberar a hispanoamérica.
    Tipo de honor y carácter, pasa a la fama cuando en Madrid se enfrenta con un bravucón francés que lo ofende. Se cuenta que en un agasajo, el general Augusto Requiers expresa con sorna que las tropas de Napoleón podían someter sin inconvenientes a España y a sus colonias. Moldes le responde que no sería tarea fácil ya que los ingleses, en dos oportunidades, atacan Buenos Aires y salen perdidosos. El galo le contesta que si bien los ingleses sirven de poco, él no puede entender como son vencidos por una turba inculta. El salteño, ni lerdo ni perezoso, le pega una trompada. La sangre va a llegar al río. Se acuerda un duelo para la madrugada siguiente. Allí Moldes lo hiere de muerte. Parece ser que por esa actitud de honor y valentía, el rey lo asciende al grado de teniente.
    Invadida España por las tropas napoleónicas, Moldes teme por su patria.
    Cae prisionero del mariscal Murat, pero logra escapar en 1808. Llega a Londres y pide ayuda al ministro George Canning, quien en principio lo apoya pero luego acuerda con España para enfrentar al primer foco, que es Francia.
    El oficial rioplatense regresa al Río de la Plata en enero de 1809. Se junta con los revolucionarios locales y le narra la situación desesperante que corre España.
    Para propagar las ideas del grupo es enviado a Córdoba, Santiago del Estero, Salta y al Alto Perú.
    El 26 de julio de 1810, es nombrado teniente gobernador y subdelegado de la Real Hacienda de Mendoza. Allí se le explica que no hay mala intención hacia su persona, pero que los cuyanos quieren lograr una región autónoma —dependen de Córdoba— y si lo aceptan como gobernante no lograrían su cometido. Moldes acepta la moción y provoca la ira de Pueyrredón, por entonces gobernador intendente de Córdoba.
    Su paso por Mendoza es positivo: les consigue un médico de Buenos Aires, logra mantener el orden y realiza un censo. También, levanta un foco contrarrevolucionario y envía engrillados a los rebeldes a la capital. Confisca los bienes de estos realistas y los vende en subasta pública.
    En octubre de 1811, es nombrado mayor general del Ejército Auxiliar por el Triunvirato. No logra organizar a su gusto a los insubordinados oficiales y renuncia. Cuando Manuel Belgrano toma el mando, el salteño deja de lado sus afrentas personales y pide la reincorporación.
    Se luce en 1812, en la Batalla de Tucumán, y es designado por Belgrano para que pida la rendición del ejército enemigo a las órdenes de Juan Pío de Tristán y Moscoso.
    Un tiempo después, le ordenan viajar a Buenos Aires para asumir la función de intendente general de la policía de la ciudad.
    El 31 de enero de 1813, integra una banca por Salta en la Asamblea General Constituyente. En noviembre, ocupa el cargo de presidente de esta.
    Asimismo, por sus condiciones militares, se lo pone al frente del Regimiento de Granaderos de Infantería. Luego, se lo destina a la Banda Oriental para que enfrente a los españoles. Así, interviene en el sitio de Montevideo.
    Cuando se reinician las sesiones legislativas en Buenos Aires, se opone al proyecto de Posadas y del oficialismo de rendir pleitesía al restaurado monarca Fernando VII. Los considera traidores a la revolución americana.
    Cuenta el mismo Moldes: “En octubre se abrieron las sesiones de la asamblea, y movido de los sentimientos que me imponía mi obligación y honor, que me es imprescindible, no puede menos que oponerme abiertamente a las iniquidades que proponía el gobierno; de cuyas resultas fui sorprendido el 12 de noviembre de 1814 y sepultado en Patagones como un vil criminal, cuando la verdadera causa de mi atropellamiento y abandono de mi familia en un país extraño fue mi oposición a un crimen que advertía”.

[la negrita no pertenece al texto original]

    Sus desdichas no quedan allí. Debido al apoyo que tiene de varias provincias que lo proponen como Director Supremo, Antonio Saénz y Pueyrredón encomiendan al sacerdote Pedro Ignacio de Castro Barros para que convenza al coronel Martín Miguel de Güemes de que retire su apoyo a su comprovinciano. A cambio, le ofrecen dinero, municiones y armas.
Es tal el encono que los intentan desprestigiar desde impresos y periódicos. Por ejemplo, Fray Cayetano Rodríguez compone este soneto:
    “Moldes, joven procaz, desvanecido. / Narciso de ti mismo enamorado; / Joven mordaz, de labio envenenado, / Enemigo del hombre decidido. / Caco desvergonzado y atrevido; / Ladrón de famas; genio preparado / A tirar piedras al mejor tejado, /Siendo el tuyo de vidrio percudido. / Víbora de morder nunca cansada; / Sanguijuela de sangre humana henchida; / Espada para herir siempre afilada: / Sabe que una cuestión hay muy reñida / (De tu alma negra claro testimonio) Cuál de los dos es peor; tú o el demonio”.
    Como también el nombre de José de San Martín sonaba muy fuerte para ocupar la primera magistratura, el mismo grupo enemigo de Moldes encomienda a Tomás Godoy Cruz para que ofenda al Libertador a través dos cartas. No les da importancia y sostiene que está libre de remordimientos en su conciencia.
    No conformes los porteñistas con atacar a Moldes, también quieren eliminar del Congreso de Tucumán a los otros representantes salteños: Mariano Joaquín Boedo y José Ignacio de Gorriti.
    En Salta, se resuelve ratificar a los tres congresistas.
    El ensañamiento contra Moldes continúa acusándolo —sin pruebas— de traidor.
    Para el educador y periodista José Manuel Estrada “el directorio fue la personificación normal y ejecutiva de su espíritu, y se consagró enérgicamente a preparar la fundación de un régimen aborrecido por los pueblos y opuesto a la única vía de organización que la naturaleza les depara. Pueyrredón fue elegido en lucha con la candidatura de D. José Moldes, representante contemporáneo de una bandera política destinada a hacer inmenso camino en el porvenir”.

[la negrita no pertenece al texto original]

    El 3 de mayo de 1816, el Congreso designa a Pueyrredón como nuevo Director Supremo.
    El temperamental Moldes se indigna y manifiesta que esos congresales “han dado puñaladas a la entraña de la patria”.
    En 1817, aunque sea imposible de comprender, hasta Belgrano se equivoca y envía a Moldes engrillado a Chile.
    El gobierno de Pueyrredón cae en desgracia. Este hecho lo aprovecha Moldes para escapar de Chile y regresar a su patria en 1820.
    Según los historiadores del “Instituto Güemesiano de Salta”, este patriota muere envenenado en Buenos Aires el 18 de abril de 1824, cuando investiga delitos cometidos en la hacienda pública.
    Para Martín Gabriel Figueroa Güemes, tataranieto del prócer salteño, José Moldes es el Apóstol de las ideas emancipadoras.

 

Néstor Genta

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Armin Vans

 

3 comentarios Dejá tu comentario

  1. muy rico el relato, me interesa. También me gustaria indagar sobre documentos escritos que pudiese encontrar sobre sus actos.

  2. Recién puedo ver este artículo, muy interesante, quizás para mí (tataranieto del Cnel Jose Moldes) una de los grandes logros fue el origen de la escarapela nacional, sería bueno que indague en eso también. Saludos cordiales.

  3. He podido leer distintos comentarios sobre este gran salteño,y estaba investigando porque tanta contradiccion sobre el en el congreso de tucuman,y aqui me entero que hasta san martin esta involucrado,y se lolleva preso a chile. Porque si el es un autentico federal?

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