Tal como era de suponerse, finalmente se consumó el pacto entre dos de los pesos pesados más importantes de la Argentina, los capomafia, Julio Grondona y Néstor Kirchner.

    Y tal como era de esperar, todas las desmentidas por parte del gobierno, personificadas en el multifacético Aníbal Fernández tratando de disimular lo que era un secreto a voces, el presidente de la AFA decidió, de forma unilateral, rescindir el contrato que ligaba a los clubes de fútbol con la empresa que, hasta el último torneo, era la encargada de televisar los partidos, Televisión Satelital Codificada (TSC).

    De todas maneras, no es nada nuevo que Kirchner se despache, con una nueva mentira por un lado, y con una actitud autoritaria por otro.

    Como todos sabemos, y para no volver a ahondar sobre lo mismo, los motivo reales de la decisión fueron: A) La venganza, por parte de Néstor contra el Grupo Clarín, B) Un gran negocio y C) Tener bajo el control del Estado, también a los clubes de fútbol.

    De otra forma, no se explica, por ejemplo, por qué se castiga al único actor que siempre cumplió lo pactado, por qué no se castiga a los verdaderos responsables, o sea, a los dirigentes de los clubes, porque se destina tanto dinero a los clubes cuando hay otras necesidades; cómo podrán llevar adelante este negocio, de manera exitosa, los mismos que, por un lado, fundieron a los clubes, y por otro, el Estado, que también demostró una capacidad notable para destruir todo lo que administra; y por último, que se tome semejante decisión cuando todos los involucrados saben que ninguna empresa productora y/o televisora, y mucho menos Canal 7, están en condiciones de afrontar, por lo menos en lo inmediato, la televisación de los partidos.

    No hay dudas, entonces, de que Don Julio tuvo que sucumbir a la violenta apretada de Néstor, de hecho, Grondona se comunicó en forma extra oficial con TSC y les aclaró, como queriendo disculparse, que el problema no era con ellos, sino con el Grupo Clarín.

    Pero si usted piensa que esto termina aquí, permítame decirle que no, de ninguna manera. Todo lo contrario. La batalla recién comienza, y para comprobarlo, no tiene más que mirar Telenoche —sólo por citar un producto del Grupo Clarín—, y comprobar el rotundo giro antioficialista de su línea editorial.

    Por supuesto que Néstor, experimentado combatiente, sabe que viene el contragolpe, y para eso, ya tiene preparada su segunda jugada, sacarle a TyC, o sea, al Grupo Clarín, su segunda fuente de ingresos en lo que a deportes respecta, las transmisiones de las carreras automovilísticas, que se realizan a través de otro de sus productos, la productora “Carburando”.

    De esta manera, Kirchner piensa hacer exactamente con el automovilismo lo mismo que hizo con el fútbol. ¿La clave? es muy simple: el automovilismo subsiste por un pacto permisivo y encubierto entre la AFIP con los equipos en la facturación de las publicidades de las empresas que los sponsorean, que permiten a los auspiciantes descargar muchísimo más IVA del que corresponde.

    Por ahí va a pasar la presión de Kirchner. Por eso, como podemos ver, estamos en presencia de las primeras escaramuzas de esta guerra entre pesos pesados.

    En lo personal, creo que el final está abierto, pero lo verdaderamente triste es que Kirchner, en lugar de ocuparse de problemas realmente serios que aquejan al país, destila todo su odio y resentimiento en busca de una venganza personal.

Pablo Dócimo