La aberrante muerte del joven Mariano Ianetta, revive la polémica de la actuación de las fuerzas policiales en partidos tan difíciles como San Martín. ¿Hasta qué punto el esfuerzo que puedan imprimir las fuerzas policiales puede dar un respiro a los acongojados vecinos? La respuesta es clara “ninguno”, ya que la permanente pregunta que ronda al ciudadano es ¿cuándo me va a pasar a mí en mi familia?

    Y otra vez la respuesta es obvia ya que la brecha se acorta y cada vez es más la gente que cuenta haber experimentado la sensación —entre comillas— de inseguridad y ser víctima de uno o más delitos los cuales varían en la gama de gravedad como en este caso a los extremos con la pérdida irreparable del primer bien que debe tutelar el estado que es la vida de los ciudadanos, obligación esta que debe ser irrenunciable tanto así como educación y la salud, todas obligaciones estas a las cuales la runfla gobernante hace oídos sordos y se preocupa por vaya a saber qué intereses.

    El tema de la inseguridad crece desmedidamente, mientras desayunamos todos los días con ataques a la sociedad por parte de los delincuentes cada día más impunemente y en consecuencia cada vez más osados y con mayor peligrosidad. Creo que es hora de que la clase política deje de rascarse para adentro y cumplir con su contrato social, que es gobernar por la gente y para la gente y entiéndase bien cuando hablo de gente hablo de los ciudadanos honestos que hacen con su trabajo de este país hermoso un lugar agradable para vivir, donde los ejemplos vienen de debajo, de cartoneros que encuentran fortunas en la basura y la devuelven, de policías que entregan su vida por el ciudadano o que traen una nueva vida en la vía pública efectuando un parto en la calle sin ningún elemento a puro coraje; o como los maestros que hacen la patria todos los días en escuelas de frontera, a lomo de burro.

    Sobran los ejemplos de la bionomía de nuestros argentinos con mayúscula y en honor a ellos creo que cada día tenemos que priorizar más sus derechos los derechos humanos de ciudadanos de primera, los que son aplastados diariamente por los que como dijera Discépolo roban o que matan o están fuera de la ley.

    Para ellos únicamente rigor, ya que la dureza de la Justicia hacia ellos será traducida en el respeto a los derechos del hombre de bien que nos llena de orgullo con su inteligencia y su practicidad, reflejada en lo mejor que tenemos: el hecho de ser argentinos; y como dice nuestra Constitución Nacional: ser un país donde son bienvenidos todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad.

    Por ellos exijamos a los incapaces de turno que se transformen en hombres de buena voluntad que consulten a las Universidades, fuentes de diversidad de ideas para que formulen planes de seguridad sustentables en el tiempo que nos permitan terminar en un plazo razonable con este flagelo y que no haya más familias que tengan que llorar a sus hijos porque fueron muertos en las manos de un delincuente como le pasó a Mariano y a tantos otros, de los cuales se nos van borrando los nombres porque son tantas las víctimas que el dolor nos ahoga los recuerdos.

    Justicia para todos ellos y cárcel para los delincuentes, eso es lo que quiere la gente; y parece que ante este reclamo los políticos y algunos jueces tienen una suerte de sordera selectiva.

Alberto Weckesser
Especialista en Alta Dirección de Seguridad