Otro crimen se suma con la tentativa de
homicidio en ocasión de robo de Fernando Cáceres. Un menor está sindicado en el
oscuro hecho como el autor material de las graves lesiones que tienen al
entrenador y ex jugador entre la vida y la muerte y muy probablemente con
consecuencias y secuelas gravísimas las cuales ensombrecen seriamente su futuro.
A este tema se le suma otro hecho de apenas unos días atrás
en la zona de Ciudadela, donde un padre de poco más de treinta años fue
masacrado en situación bastante parecida y suman cada vez más y más los hechos
en los que los menores juegan el rol principal.
Hoy el menor es un instrumento ideal para la concreción de
cualquier tipo de hecho, no es casual que este modus operandi se repita y
se repita; la pregunta de fácil respuesta es ¿quién esta detrás de los menores?
Y la respuesta es lógica: los grupos mafiosos pequeños, medianos y grandes, que
usan a estos idiotas inimputables ya sea por el grado de intoxicación que portan
por el paco o por la falta de educación y el alto grado de promiscuidad que
ostentan, gracias a la sucesión de gobiernos corruptos que tenemos y hemos
tenido en nuestro país.
Sigue este corzo a contramano, en el cual caen y caen las
víctimas nuestras de cada día, esas víctimas que ya no tan famosas como Cáceres
se tapan unas a otras para ser olvidadas rápidamente. Mientras tanto, lo
urgente reemplaza a lo importante para las autoridades que manejan la seguridad
de la Nación, pero en el camino quien le da las explicaciones necesarias a las
familias de los caídos por ser nada más que personas comunes.
Continuamos con la misma canción aburrida de la "sensación de
inseguridad" y, mientras tanto, nadie tiene la valentía de convocar a una sesión
extraordinaria en el Congreso de la Nación, tal como la que se promovió para
darnos la ley de medios K a efectos de hacer una reforma por la cual terminemos
con la tolerancia que hace absolutamente espurio todo el trabajo policial que
las fuerzas pueden realizar. La realidad es que los cacos entran y salen tal
como si los juzgados de menores fueran verdaderas puertas giratorias; sabemos
que es realmente importante terminar de inmediato con este flagelo aplicando un
rango de "tolerancia 0" al delito, donde el delito mayor sea pagado por el menor
como si fuera mayor.
Donde a la tercera ofensa criminal se pague con cárcel sin
posibilidad de libertad condicional.
Tenemos la obligación de darle las herramientas a las fuerzas
de seguridad para hacer detenciones realmente efectivas y para que los
menores cacos se dejen de reír cuando salen por la puerta giratoria,
gritándoles insultos a los uniformados amenazándolos de muerte sin ningún
miramiento. Para poder dar vuelta la cosa los políticos fundamentalmente de la
provincia de buenos aires se deben poner los pantalones largos ya que tienen las
herramientas para terminar con esto y parece que ignoran o que no les importa
que la historia los juzgue.
Luis A. Weckesser (h)
Especialista en Alta Dirección de Seguridad
Especial para Tribuna de periodistas