Para adentrarnos en el significado de lo práctico (nada digo por ahora de la cuestión simbólica para no meterme en el terreno “intringulado” del subconsciente y las teorías varias acerca de él), la pregunta parece mas que obvia: “¿Qué es el dinero?”
Aunque la apariencia sea poco creíble, la respuesta no resulta tan sencilla. Pero podemos empezar por decir que se constituye por un conjunto de activos financieros.
¿Y qué son los activos financieros?. Cualquier título-valor o documento que represente un derecho frente a quien lo emitió. Someramente se puede ilustrar mencionando a los pagarés, letras, bonos, acciones, etc. que el emisor utiliza para financiarse.
¿Y como definimos financiar?. Como el acto de dotar de recursos o dinero y de crédito a un ente (personas u organizaciones) para que puedan adquirir bienes y servicios necesarios (o innecesarios… suele ocurrir)
Entonces decía que el dinero se constituye por un conjunto de activos financieros que presentando características propias lo distinguen de otro tipo de activos.
Y ¿qué se define como activo?.
Decimos en las cátedras de Contabilidad de la Universidad que para ser considerado tal, debe contar con “Utilidad Económica”, esto es, “Valor de Cambio” (si lo vendo) o “Valor de Uso” (si lo utilizo para producir bienes o servicios). Y la definición es mucho mas larga y complejita porque también debe reunir otros requisitos indispensables, pero esto se lo cuento otro día.
El dinero entonces tiene potestad sobre otros recursos pudiendo ser empleado para las transacciones, por ser un medio de pago aceptado por todos.
En la modalidad transaccional de “Trueque” por ejemplo, la cuestión es encontrar justamente a quienes quieran lo que uno tiene para ofrecer y ofrezcan lo que uno quiere. Medio que se complica la cosa. Pero supongamos que tenemos esa suerte y encontramos a alguien con quién ponernos de acuerdo, surge otro problema y es el de determinar el valor de las mercancías que uno tiene para dar al otro a cambio de sus mercancías que no se sabe cómo determinaron su valor. Y ahí entra la gran duda “¿éste me habrá visto cara de idiota?, ¿me estará queriendo pasar como alambre caído?”
Bue…. estas dudas existenciales dejan de ser relevantes para dar paso a un “sálvese quien pueda y como pueda” cuando anda todo patas para arriba y entre todos los males tratamos de zafar a como dé lugar. Aunque en este país parece que siempre anda todo patas para arriba. Parece que nosotros funcionamos todo el tiempo patas para arriba y de tanta cabeza abajo no pensamos…claro!!!! Que sinapsis se puede hacer sin irrigación cerebral, con droga libre, Tinelli-zación de la cultura y Fort-ización de los valores”
Perdón, se me soltó la chaveta por la indignación. Sigamos con el dinero.
Decía que el segundo problema en el trueque era determinar si el valor de bienes a intercambiar era proporcional.
Expresado esto en un modelo podríamos representar a los bienes con la letra “x”. De no existir un bien representativo en el mercado que pueda indicarnos cuánto vale una mercancía o servicio, entonces deberíamos calcular algo así como x(x-1)/2 para tener una idea aproximada del valor que deberíamos asignar a un bien a efectos que resulte equivalentemente intercambiable por otro de otra clase diferente…. bue… todo un lío que el dinero como unidad de medida resuelve muy fácilmente.
Entonces podemos ver en el dinero tres funciones relevantes: la primera que es que resulta un medio de cambio, la segunda que representa una unidad de medida y la tercera como reserva de valor, es decir que quien recibe el dinero como producto de una transacción no tiene que gastarlo de inmediato, sino que hipotéticamente (obviemos la inflación por ahora), puede mantener su valor por un tiempo.
Como dije mas arriba, definir el dinero no es tarea sencilla, porque cuando decimos dinero no solo nos referimos a las monedas y billetes sino que también a las cuentas corrientes, las cajas de ahorro, etc.
Nosotros (digo los que andamos siempre navegando por el mundo de la economía, las finanzas, los tributos y todos esos “lugares comunes”), cuando hablamos de dinero propiamente dicho lo clasificamos por su grado de liquidez inmediata que permita transaccionar con facilidad. O sea, las monedas y billetes en circulación, las reservas monetarias que los bancos tienen en el Banco Central representan el mas alto poder expansivo, y es lo que se llama “base monetaria” o Mo ¿escuchó esto alguna vez?. Es lo más líquido de todo el sistema.
El M1, M2 y M3 son representados por instrumentos de menor liquidez respectivamente, pero no lo voy a embarullar con esto ahora que recién empezamos a tratar de desmenuzar algunos conceptos básicos.
Bien, pero ¿como llegamos a todo este entuerto?, empecemos por analizar el contexto político e histórico que viene desde por allá lejos y hace tiempo.
Antiguamente, la mayor parte de elementos de intercambio eran las mismas mercancías, es decir se adquiría algo (bien o servicio) pagando con el equivalente en otros bienes, por ejemplo ganado, sal, piedras preciosas, etc.
Mas adelante se utilizaron metales como el oro y la plata como dinero por su facilidad de transporte y porque conservan su valor a lo largo del tiempo (bueno, el detalle de la cotización en el mercado es harina de otro costal).
Para garantizar el contenido de una cierta cantidad de oro o plata de un trozo de metal los gobiernos y bancos empezaron a acuñarlos, lo que permitía avalar su peso y calidad. Las primeras monedas acuñadas de las que se tiene noción estaban en Turquía (bueno antes se llamaba Lidia, creo), mas o menos por el siglo VII A.C si mal no recuerdo (Téngame paciencia que esto lo estudié en primer año de la facultad en el 6000 antes de Cristo y desde entonces que no me defragmento el disco)
Algunos autores consideran que las primeras acuñaciones tuvieron lugar en Ardis (pero no me pregunte por donde quedaba porque ni la mas remota idea), y fueron hechos como aleaciones de oro y plata.
Con el transcurso del tiempo los diferentes Estados comenzaron a emitir sus propias monedas y billetes que el portador podía cambiar por oro y plata de las reservas que tuviera dicho Estado, y así vamos llegando a que le pueda resumir como fue evolucionando el respaldo del papel moneda.
Durante los siglos XVIII y XIX muchos países tuvieron un patrón basado en oro y plata. Desde 1870 a 1914/18 mas o menos (Primera Guerra Mundial), se adoptó el patrón oro, y esto duró hasta terminar la Segunda Guerra Mundial, cuando los aliados decidieron establecer un nuevo sistema que implementaron por los Acuerdos de Bretton Woods. Y esto es mas que relevante, porque justamente por este punto le puedo contar algo sobre la nunca bien ponderada “Deuda Externa” que ya nos tiene hasta la coronilla, que cada gobierno de turno nos cuenta puras pavadas, mienten y mienten y siguen mintiendo y el “Soberano Idiota” es el que paga toda la vajilla rota.
Resulta que en 1956 el por entonces Presidente de facto Don Pedro Eugenio Aramburu, tuvo la “original” idea de adherir o aprobar por Decreto Nº 15.970/56 los Acuerdos de Bretton Woods, de New Hampshire, en el que se incorporaba la Carta Orgánica del Fondo Monetario Internacional.
Con esta simpatiquísima bromita “original” con el tiempo se enviaron nuestras reservas en oro a los Estados Unidos, quien nos mandó a cambio sus dólares o propio papel moneda, el que constituye desde entonces las reservas en nuestro país.
Se institucionalizó el dólar estadounidense como moneda de reserva, bah, por decirlo a lo entre casa.
Bien, en torno al tema hay mucha tela para cortar porque honestamente la lista de barbaridades es extensa por lo que cierro acá diciendo que en 1971, un señor llamado Richard Nixon que parecer ser, trabajaba de Presidente de los Estados Unidos, tuvo un aparente brote psicótico y decidió que el dólar ya no sería respaldado por el oro, es decir, que todos los países que habían adherido al acuerdo y tenían sus reserva en esa moneda “fueron”, porque sus dólares de reserva se devaluaron “de facto”.
La cosa fue mas o menos así: La política fiscal de Estados Unidos sustentada en el gasto extraordinario producido por la Guerra de Vientnam, provocó superexistencia (o superabundancia, como le guste más) de la moneda norteamericana, lo que inducía a suponer que ya no era posible sostener la antes planteada convertibilidad en oro.
En ese contexto, los bancos centrales europeos decidieron que lo mejor era convertir sus reservas en dólares, en oro, lo que generó a Estados Unidos tamaña crisis de nervios.. Ja!, ¿Cómo se vería en un mapa un país exasperado?
Bien, la cuestión es que por eso este buen hombre Nixon suspende de manera unilateral la convertibilidad de dólares en oro y devalúa el dólar en un 10 % si mal no recuerdo, devaluación que se volvió a repetir en igual proporción en 1973 y eso da por finalizada la convertibilidad de dólar a oro
La anécdota es que con esto nace la enorme deuda flotante con los Estados Unidos. Ya me volví a indignar, pero esta vez no lo voy a expresar ni siquiera irónicamente.
Decía Juan Manuel Grijalva “Antes, un dólar valía un dólar porque en Fort Knox había oro. Ahora un dólar vale un dólar porque la Sexta Flota dice que vale un dólar”.
Nosotros seguimos en “Argentilandia”, y entre otras muchas razones es porque tras el histórico aparente brote nixoniano el dólar siguió siendo tan solicitado como antes. Es la confianza, es la subjetividad que juegan en todo esto, y como decía al principio, si bien no quiero hablar esta vez de la cuestión simbólica del dinero, parece que “todos los caminos conducen a Roma”.
Pero seguimos otro día que el temita es largo y sinuoso, pero muy importante poder desmenuzarlo, entenderlo en profundidad y ver si podemos implementar sistemas alternativos que nos permitan salir adelante alguna vez (continuará).