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La prensa y la República

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LOS CONCEPTOS OLVIDADOS DEL PERIODISMO
LOS CONCEPTOS OLVIDADOS DEL PERIODISMO

“Los medios de comunicación tradicionales son y serán herramientas de control social; reproductores de la visión de las clases dirigentes y cumplen como tales una función variable que depende de los valores de quienes ostentan el poder”. (Marcos Bauzá - Los medios y la cultura de la violencia)

 

Esta primera frase que he elegido de entre las muchas que podemos escoger sobre la prensa, es un extracto que el autor ha editado del libro del periodista Koly Bader “Capitalismo, Neomafias y Poder”, un libro que, si bien describe el rol de la prensa y los políticos en la provincia de argentina de Tucumán, es perfectamente aplicable al ámbito nacional. La curiosidad me llevó a investigar sobre este periodista que, lejos de considerar su libro la obra de un “valiente”, reconoce sentir miedo por las repercusiones del mismo, asegura que tiene miedo a ser golpeado, pero también dice que no podría vivir en su casa callando lo que sabe, ese miedo de vivir “protegido” es peor que el miedo a ser golpeado.

Asegura que no descubrió nada, que sólo transcribe lo que todos saben y que, en realidad, los medios deberían darles espacio a la gente para que los políticos escuchen, y no a la inversa como suelen hacer. Podrá existir quienes estén a favor o en contra del colega y hasta de mi propia opinión -por lo menos en estas aseveraciones- pero es interesante reflexionar al respecto.

La prensa ha sido definida como el “cuarto poder” en los países más organizados y como un “sector de poder” en el nuestro, ya que, a diferencia de esas naciones, rara vez la prensa consigue similares logros, en parte por la cultura particular de los argentinos, a los que nos parece todo un esfuerzo recordar lo que no se debe hacer. En ese cotexto, la noticia de hoy, mañana se vuelve irrelevante.

Durante muchos años, la prensa luchó por un espacio de poder dentro de los sistemas políticos y, en nombre de la libertad de prensa, se ha perdido muchas veces la ética y hasta se han vulnerado derechos de los propios periodistas.

Hace unos cinco años aproximadamente comencé a investigar la situación laboral de los colegas en los distintos medios y, con decepción, pude comprobar cómo es uno de los sectores que registra el mayor número de empleados en condiciones irregulares de contratación. Sólo aquellos que se desempeñan en los “grandes medios” se acercan en parte a condiciones laborales registradas, pero no evitan el maltrato laboral o las persecuciones por cuestiones de militancia sindical. Curiosamente, cuando los medios “grandes” realizan sus purgas, no es noticia en otros medios y todo sigue como si nada. Recuerdo cuando los empleados despedidos del Casino de Buenos Aires se agrupaban en las cercanías de Puerto Madero y los móviles de los canales esperaban salir en vivo mostrando, o bien agresiones de los trabajadores, o cómo eran reprimidos por la Prefectura. Hasta había charlas con noteros entre bebidas para apaciguar el calor. Por ese entonces, Canal 9 había despedido a varios trabajadores, que improvisaron una mesa para reclamar por los despidos y despedir –valga la ironía- el año en la calle, pero ningún otro medio se ocupó de mostrar las imágenes y mucho menos expresar solidaridad con los despedidos. Sus propios compañeros comentaban la bronca por los despidos, las malas condiciones laborales, pero nadie quería perder su trabajo, eso era mejor que nada, y así pasó con Crónica, con Clarín, con Perfil, con Télam, Página/12 y otros medios. La mayoría de los periodistas callaron.

Con esto, no es difícil comprender que la noticia, esa que nos brindan, es afín a los intereses que se persiguen, según el sector que financie el medio, de ahí la pelea por la pauta que algunos medios han sostenido con el gobierno identificado con el kirchnerismo, el de Néstor y el de Cristina, pero esta nefasta necesidad de transformar a la información y a un medio en un aliado mediático también afecta a medios más pequeños como ser los medios locales. Poco importa si el dueño de un medio es abogado, médico, político o pastor, todos observan primero el dinero de la publicidad y, sobre la base de ello, orientarán la línea editorial.

Es muy difícil hacer periodismo independiente, a pesar de que hoy todos aseguran ser parte de él, y esta impureza afecta a la República, porque en el medio de esta madeja de premios y castigos los más beneficiados tienen “favores” y los más “grandes” consiguen impunidad, afectando el principio de igualdad ante la Ley que todos deberíamos tener, como lo asegura la Constitución.

 

La degradación institucional

Si bien mencioné que en nuestro país la prensa no tiene por sí sola la fuerza de generar acciones de los sectores de la República, tiene el enorme poder de hacer públicos hechos que generalmente constituyen delitos o faltas de funcionarios, sea quien lo publique un medio “pequeño” o “grande”. Los funcionarios gustan de las notas en las que se los presente como héroes, a pesar de que lo habitual debería ser hacer bien su trabajo de servicio a la sociedad.

Esta necesidad de los funcionarios o políticos de ser reconocidos, es tan antigua como el hombre mismo, las apariencias siempre fueron útiles para sostener cualquier tipo de gobierno, y para ello la publicidad es un elemento imprescindible. Porque al igual que las religiones son un elemento más de control social.

Esta manipulación de la sensación de las masas que pueden provocar los medios, ha obligado en los últimos años a que muchos funcionarios actúen de funcionarios, es decir, si bien existe como requisito para el ejercicio de una función la idoneidad, muchos han valorado la capacidad de “aparentar”.

Hechos muy puntuales de la actualidad nacional confirman la temeraria improvisación de personajes públicos a los que se les paga el sueldo con fondos del Estado, en brindar declaraciones a la prensa que rayan lo ridículo cuando luego deben esforzarse en desdecir lo que dijeron. Ejemplos: el ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, ha hecho de su gestión el mejor ejemplo de un funcionario que, al no saber y no poder ordenar la seguridad de una provincia afectada en la inseguridad por la corrupción, la impunidad y la incapacidad, una retractación permanente de casi todo lo que anuncia, menos de su puesto. Vale recordar su defensa de la policía que hoy denuncia como conspirativa, de su defensa de los rastrillajes en el caso de la familia Pomar, para luego relevar policías y, resignado, reconocer errores; o el mantener aún hoy que los delitos en la provincia bajaron. Idénticas conductas de retractación tienen por ejemplo la fiscal Karina Pollice al brindar diferentes versiones a la prensa sin tener elementos seguros, se puede culpar a la policía por su mal desempeño, pero no por su imprudencia en salir a los medios apresuradamente en lugar de controlar sus propias medidas judiciales. El fiscal de Mercedes, Juan Ignacio Bidone, que investiga el denominado Triple Crimen de Rodríguez es otro ejemplo de lo que no debe hacer un funcionario judicial, brindando opiniones sobre la muerte dudosa de un importante testigo sin tener presente elementos relevantes que no hagan que hoy diga una cosa y mañana otra.

Tanto necesitan algunos estar en los medios que, en el caso del accidente del jugador Diego Buonanotte, antes de los resultados de los peritajes, el fiscal Carlos Colimedaglia ya aventura un posible procesamiento por triple homicidio culposo, una figura que por su tipicidad parece más grave de lo que en la práctica judicial implican las condenas de este tipo.

En el espectro político abundan los ejemplos en todos los partidos, hoy aseguran una cosa y mañana legislan otra.

Es por este motivo, que siempre es bueno tener un medio aliado y si no, se compra; por eso, no hay que dejarse engañar ni por unos ni por otros en las peleas por la libertad de prensa o la ley de medios; y esto es así porque muchos de los grandes grupos empresarios de noticias han tenido durante años practicas desleales y violado casi todas las formas sobre trabajo registrado, buenas condiciones laborales, respeto de la libertad sindical y cumplimientos impositivos.

Cuando los medios no reflejan la realidad que viven día a día los ciudadanos -y hay mucho por mostrar: exclusión, desempleo, retardo de justicia, pobreza, discriminación, falta de libertad sindical, persecución, corrupción, narcotráfico, trata de personas, malversación de caudales, impunidad y una prensa que no es independiente-, se ven afectados derechos y garantías constitucionales, por ende, la República.

La inseguridad no se soluciona con nuevas penas si no se cumplen las que existen. Si primero no se depura el sistema policial y judicial que, según propias estadísticas oficiales, tiene más de un 75% de detenidos esperando juicio justo. De personas que terminan, ellos y sus familias, arruinadas por un sistema corrupto y saturado, incapaz de administrar justicia en los tiempos coherentes que debería tener un proceso, o bien con causas armadas por una estructura policial ineficiente para investigar cuando debe hacerlo, pero rápida para hacer bien las “tareas” que benefician a los políticos de turno, que son los responsables de que no funcione el Estado de Derecho.

 

Conclusión

Puede parecer pesimista mi informe, pero simplemente trato de que de una vez por todas reflexionemos sobre qué nos pasa y por qué. Las respuestas no llegan por correo a nuestra puerta. Dios, por más que le pidamos, no va a cambiar las ideas de quienes ocupan mal sus puestos; es nuestro el derecho y el deber de comenzar a actuar y participar, de organizarse no sólo para cortar una calle o realizar un escrache, sino para participar en las decisiones importantes, de acercarnos a los políticos para saber qué hacen.

También de denunciar, si es necesario, a quienes se aprovechan de la posición de poder que tienen, de participar también en los medios.

Hoy estar comunicados es algo realmente muy sencillo, podemos interactuar con cualquiera en cualquier parte del mundo, y no dejarnos que nos vendan que las nuevas tecnologías son sólo para intercambiar fotos, música o andar “de levante” en la web.

La libertad de opinión es de todos, no es un patrimonio de los periodistas, no se engañen idolatrando a programas o periodistas como los dueños de la verdad. Investiguen, comparen noticias, tengan crítica personal, ¿Qué le puede importar o saber a un periodista que recibe “extras” de empresas lo que ocurre con los trabajadores despedidos?

Que nadie les quite a los ciudadanos, al pueblo, el poder que históricamente es del pueblo. Basta de que los funcionarios crean haber sido designados por una designación divina y sólo atiendan sus propios intereses.

Que nadie les diga que un hecho es así porque lo dijeron en la televisión, muchos de los que suelen brindar noticias no tienen oficio de periodistas, porque en la facultad se los prepara y egresan como licenciados en comunicación. Si prestan atención, nuestros periodistas leen la noticia según la línea editorial y sólo hacen breves comentarios cuando la noticia es evidentemente relevante, idéntica metodología aplican la prensa escrita y radial.

La República sólo se puede salvar si todos estamos dispuestos a ponerle nuestra voz a nuestro reclamo, si sumamos nuestra voz a la del que también necesita ser escuchado, nadie es dueño de nuestros sentimientos o necesidades, el poder es del pueblo.

Marcelo Ricardo Hawrylciw
El sindical

 

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