En “Sociedades secretas Primer paso: separar la paja del trigo”, hablaba sobre la tendencia generalizada a aceptar todo lo que nos dicen sin cuestionar siendo un fiel devoto del dogma (religioso, político, social, económico).
La “elite” conoce esto mejor que nadie, y en consecuencia instaura creencias (inocula en el inconsciente colectivo) mediante la manipulación emocional, todo aquello pasible de sustentar de manera efectiva su Plan Maestro.
Advirtamos por ejemplo que en términos generales, la temática económica no resulta de interés para la mayoría de las personas, por lo que muchas veces me he preguntado si independientemente de que cada uno tiene su tendencia natural (o programático-filo y onto genética) a interesarse por la disciplina que sea, no tendrá mucho que ver además, el nivel de complejidad y sofisticación con que se la presenta.
En notas anteriores me referí al dinero, definí la base monetaria y unos cuantos aspectos inherentes al tema. La idea ahora es determinar las coincidencias entre la versión oficial y “la otra”, por lo que no puedo dejar de citar la tan trillada demanda de Mayer Amschel Rothschild: "Dénme el control sobre la moneda de una nación y no me importa quién haga las leyes”.
Un Gobierno “decide necesitar” (no implica que realmente lo necesite con fines públicos genuinos) una determinada cantidad de dinero y se la pide a su respectivo Banco Central. Éste entonces acepta dárselo recibiendo a cambio unos papelitos muy pintorescos llamados “Bonos del Tesoro” que fueron decorados por el mencionado Gobierno el que además decide que son equivalentes al importe que le pidió al Banco de referencia.
Una vez hecho esto, el Gobierno deposita estos billetes en una cuenta bancaria y ahí es cuando se empiezan a llamar “moneda de curso legal” que suma esos billetes al Tesoro Nacional.
Ahora bien, en rigor de verdad, la escena descripta nunca ocurre, o mejor dicho, ocurre virtualmente tipeando numeritos y enviándolos desde una computadora a otra, de ahí la cuestión que sólo un porcentaje ínfimo del dinero sea real (unos dicen que el 5, otros que es el 3 y otros que es casi el 10 %).
Los bonos mencionados representan la deuda que el Gobierno tiene con el Banco Central de su respectivo país, lo que indica claramente que el dinero “se origina” en una deuda, de un “pasivo”. (Ya algo suena raro, ¿no?)
Este dinero entonces depositado en esa cuenta bancaria pasa a formar parte de la reserva del banco junto con el resto de los depósitos, pero como es una deuda con el Banco Central del respectivo país y conforme lo determinan las normas, un banco debe retener reservas legales por un determinado porcentaje sobre los depósitos que tiene, considerándose el resto un excedente que es utilizado para prestar.
Ahora bien, como dije más arriba, como el dinero fue creado de una deuda generada por unos numeritos que pasaron de una computadora a otra (pero de dinero real ni hablemos), cuando alguien toma un crédito en un banco lo que paga es interés sobre algo que no existe, numeritos tipeados que pasaron “virtualmente” de una computadora a otra que refleja en la pantalla otros datos alfa-numéricos a la que llaman “cuenta”. Si uno tiene la mala racha de no poder devolver ese dinero “que parece le prestaron”, o pagar los intereses que se inventaron sobre esa “nada”, el banco se queda con la cantidad de sus otros bienes que cubran el importe en cuestión (su casa, su empresa, su auto, etc). Y lo más dramático del asunto es que esto lo hace “en el marco de la ley”.
Es decir, los bancos prestan dinero que no existe y cuanto más lo hacen, más circulante habrá, mayor expansión económica y la gente entonces se endeudará más adquiriendo diferentes bienes.
Cuando la elite decide que es tiempo de volver a concentrar la riqueza en manos de siempre los mismos (ellos), genera primero una gran expansión prestando de manera indiscriminada. Cada vez habrá mayor cantidad de deudores, entonces promueven una mega-crisis y se apoderan de todos los bienes de quienes, víctimas de la gran estafa, no pudieron cumplir sus obligaciones. Esta crisis puede tener varias caras (si bien nunca falta el incremento sustancial de la tasa de interés y el reclamo compulsivo de lo prestado) que puede variar desde inventarse por ejemplo una “oportuna” guerra, atentados, de echar a rodar una “Teoría Conspirativa/Conspiranoica” cuyo efecto desequilibrante sea lo suficientemente contundente como por ejemplo que ciertas acciones en
Entonces advertimos que en el sistema económico vigente el dinero se crea de dos maneras: por el Banco Central “simulando” que imprime billetes, lo que se conoce como “Dinero de curso legal”, y mediante los depósitos que efectúan los clientes de las entidades bancarias privadas, a lo que se denomina “Dinero bancario”.
Toda vez que un cliente consulta el saldo de su cuenta ve los numeritos en la pantalla de la pc, pero su dinero en realidad no está en su cuenta sino que anda deambulando por el mundo bajo la denominación de “préstamo” o invertido en acciones de empresas o bonos, u otros valores. Por esto es que si todos los clientes juntos decidieran retirar sus depósitos el banco quiebra por el sólo hecho de que alguien “susurre la intención” nomás.
Bueno, ahí es donde la misma elite “acuerda” (léase presiona) con el gobierno respectivo “una ayudita de amigos” a la que llaman elegantemente “rescate”, pero que con toda sinceridad es otra estafa dentro de la gran estafa porque el Estado le está dando dinero de los mismos estafados a los mismos estafadores que los estafaron……..en fin….. ¿será cosa de locos o cosa de idiotas?….
Hablé por ahí del porcentaje legal sobre los depósitos que hace un banco, lo que nos lleva a la definición de “reserva fraccionaria”.
Una entidad bancaria puede prestar a sus clientes, y debe devolverles su dinero en el momento en que éstos lo demanden. Esto último, como dije, sería imposible si todos los clientes reclaman a la vez su dinero.
Por esto, un banco está obligado por ley a conservar una porción de dinero en efectivo llamado “coeficiente de caja”, para afrontar las erogaciones para con aquellos clientes que deseen retirarlo. Esta es la “reserva fraccionaria”.
Pero cabe la salvedad de que hace muchos, pero muchos años esta práctica era considerada algo así como una “apropiación indebida”.
Sin embargo, como todas las malas costumbres, terminó por adquirir “carácter legal”, lo que trajo aparejada la expansión constante de la oferta monetaria (pero éste es otro tema).
Ahora pensemos, ¿no estamos ya en condiciones de decir que esta “creación” legalizada resulta lisa y llanamente un repugnante fraude a los depositantes porque desequilibra la oferta monetaria, promueve la inestabilidad de los ciclos económicos y hace descender “ad hoc” el tipo de interés real, en tanto los bancos al amparo del propio Gobierno y en el marco de la ley, crean dinero de la nada y encima le aplican intereses, concentrando la riqueza en el sistema bancario en detrimento de la sociedad en su conjunto, la que queda inexorablemente atrapada en deudas?.
Como si esto fuera poco y por el mismo precio, esto naturalmente trae aparejada la inflación.
En relación a los países resulta idéntico. Los Gobiernos piden préstamos que malgastan a más no poder en cualquier cosa menos en atender las necesidades públicas, y “pagan” tanto el interés como el capital original con presión tributaria (ahorcando a los ciudadanos con impuestos “a todo” y cuanto más altos mejor: IVA, Ganancias, Bienes Personales, Impuesto al cheque, etc.). Argentina es uno de los más claros exponentes de esto.
Ahora, ¿por qué los gobiernos no generan su propio dinero sin intereses?. Bueno, la respuesta a priori es demasiado fácil: “No es negocio para los pocos que ocupan los más estratégicos cargos públicos temporalmente”.
Le van a contar sobre la necesidad de insertarse en el mundo, que son cosas de la globalización y las “tendencias a financiarse que tienen los Estados”, que las presiones de acá y de allá, en fin… un montón de argumentos falaces que además son en un 99,9 % estúpidos, y se los tiran en formato “conferencia de prensa” en boca de algún señor con cara de tonto grave que ostente un cargo en un Ministerio, Secretaría o similar, quien en realidad está ahí porque fue puesto a dedo por el poder político de turno, y no sé Ud. pero yo casi siempre me termino preguntando ¿Este es o se hace? (en virtud del nivel de disparates que suelen exponer con la misma expresión de seria-satisfacción como si estuvieran enunciando el más benéfico avance científico en términos de salvar a toda la humanidad de algún flagelo de los más conocidos)
El “especialista” designado Ministro, Secretario o similar, se dirige a la audiencia en un lenguaje para el cual el ciudadano común necesita, previo a sentarse al televisor, disponer de un técnico/economista bilingüe (porque muchos términos económico-financieros encima, son el inglés y como queda “fashion” los dicen así). La cuestión es que “la masa” ignorante (según ellos suponen), entienda lo menos posible y no moleste mientras nos enriquecemos a costa de ellos, generando deuda, practicando la contabilidad creativa, refinanciando intereses y cobrando jugosas comisiones por eso.
A esto hay que anexarle (porque es una arista más que relevante de la trama) los diferentes cambios de paradigma, o evolución científica que fue sufriendo
Bueno, este tema es demasiado extenso y controvertido también y lo desarrollaré en otra ocasión.
Alguien ayer me hablaba sobre la necesidad de realizar algún acto simbólico desde el lugar donde cada uno desarrolla su actividad habitual o desde su casa, que pusiera de manifiesto la disconformidad y el hastío generalizado. No sé si eso pueda ser el primer paso para algo. Por mi parte entiendo que en la medida que sepamos, estaremos menos indefensos, hasta que llegue el momento de dar paso a la transformación. Pero para eso hay que prepararse.
Nidia G. Osimani