Les guste o no a los chinos, cuentan con el mayor porcentaje de reservas en dólares del mundo, esto es unos 2,3 billones, lo que los condiciona irremediablemente al destino de Estados Unidos, a la vez que constituye a China en el mayor a acreedor para ese país.
De todos modos EE UU, sigue siendo la primera economía mundial, a la que siguen la Unión Europea y China, componiendo entre las tres, los dos tercios del producto bruto interno global.
Tanto la UE como los EE UU atraviesan serias crisis fiscales, además de que EE UU es el mayor comprador de productos de la potencia asiática en expansión que arrastra tras de sí a India, Japón, Indonesia, Taiwán, Corea del Sur, y otras importantes economías locales.
La UE a su vez es el otro gran demandante de productos chinos.
Como si esto fuera poco y por el mismo precio, quienes más importan petróleo y gas y materias primas a nivel global son estas tres potencias, lo que implica que si sus economías decrecen, el sistema mundial se desploma en virtud de que, por ejemplo, quienes los exportan son mayoritariamente los países en vías de desarrollo latinoamericanos y africanos.
La crisis empezó siendo financiera, no por casualidad, la que fue “resuelta” con los salvatajes a los bancos con recursos fiscales.
Esto, desencadenó obviamente un esperable déficit fiscal, nada nuevo si se tiene en cuenta que EE UU vive desde siempre en ese estado, una burbuja que cada tanto tiene que desinflarse por algún lado y como corresponde, se lleva puestos a los que nada tenían que ver ni con las especulaciones, ni con los meganegociados.
Como datos ilustrativos puede agregarse que se calcula un rojo fiscal en relación a su PBI de casi un 110 % para el 2014. Esto resulta un dato muy grosero si se compara por ejemplo con algo más del 60 % del PBI en 2007.
Que el crecimiento económico esperado para este año sea apenas de un 3 % no es para nada alentador.
Paralelamente, si bien la economía china crece, no escapa a la burbuja financiera generada por especulaciones bursátiles con recursos fiscales, lo que constituye otro importantísimo (si no el peor) foco de peligro mundial.
Si esto se produce, los primeros damnificados serían los países latinoamericanos exportadores de energía.
Lo concreto es que ya hay indicios de que la economía china se está recalentando, considerando datos, como por ejemplo, la inflación registrada al cierre de ejercicio 2009, bastante alta comparada con los dos últimos años.
Si a esto le sumamos que la única solución viable para que su economía como consecuencia de salvatajes al sector financiero no se desacelere, es el comercio con la UE y los EE UU que están en uno de sus momentos más álgidos, el panorama no se avizora demasiado confortador.
Por último, considerando las magistrales soluciones que suele proveer la elite cuando algo pasa de castaño oscuro, quizás pueda ocurrir que a algún iluminado aporte la genialidad de provocarle a China, de manera directa o indirecta, una guerra local que descomprima la situación. Digo, no implica que esto vaya a ocurrir, sin embargo, no sería la primera vez que se resuelven así este tipo de problemas. La historia está plagada de ejemplos similares.
Nidia G. Osimani