Oficialistas y opositores renunciaron a negociar, hacen gala de sus máximas durezas y advierten que están dispuestos a toda la estructura de poder del Senado para los próximos dos años en una votación, en la que cada uno sólo puede ganar un voto de ventaja.
Nunca hubo negociaciones en la Cámara alta desde el recambio de diciembre y sólo una reunión donde la oposición le comunicó al Frente para la Victoria que en virtud de tener 37 legisladores se reservaba la mayoría en todas las comisiones y el manejo de la presidencia de 13 de los 25 equipos parlamentarios.
El oficialismo tomó conocimiento y dijo que con esas condiciones no podía hablar: “Somos el principal bloque del Senado y la primera minoría y eso nos da derecho a disponer de una mayoría (8 senadores) y la presidencia de entre cuatro y seis comisiones para que el Gobierno nacional pueda afrontar los dos años del mandato de Cristina Fernández”. Tras ese encuentro del martes 9 de febrero -que reunió al oficialista Miguel Pichetto, al radical Gerardo Morales, el disidente Adolfo Rodríguez Saá, la cívica María Eugenia Estenssoro y el PJ pampeano Carlos Verna-, el Frente para la Victoria denunció que la oposición les pedía una “rendición incondicional” y la propuesta era “obstruccionista y destructiva” del Gobierno nacional.
La ilusión oficial de conquistar los dos senadores que le dieran mayoría propia y alguna esperanza de moverse con cierta tranquilidad en los próximos meses naufragó con la iniciativa del pampeano Verna, que creó un grupo informal de seis legisladores y comenzó a negociar cargos con la oposición.
En nombre de mayorías amplias o estrechas, reales o presuntas, oficialistas y opositores prefieren la imposición y la fuerza, en vez del diálogo y el consenso.
El oficialismo, sumergido en un insondable mutismo, aparece desconcertado y sin instrumentos para revertir esta adversidad que lo convierte por primera vez en años en minoría de la Cámara alta. Pese a que tiene 32 senadores y tres aliados permanentes todavía no apeló a reunirlos para encontrar respuestas contra la oposición.
Recién lo hará el martes, un día antes de la sesión preparatoria, después que desde Olivos definan cuál será la política que deben adoptar: por ahora el único rumbo que se advierte es el de la colisión directa y frontal en el recinto, a suerte y verdad, por un solo voto. Las quejas sobreabundan en los bandos: los oficialistas sostienen que el acta que hacen firmar a los 37 opositores deja sin margen de maniobras para iniciar una conversación. “No podemos negociar para tener minoría en todas las comisiones y hacernos cargo de la presidencia que ellos eligieron. Es un error de la oposición que no dejen ningún resquicio para hablar”, dicen.
Para los opositores, el oficialismo tiene dificultades en entender el cambio político que se operó el 28 de junio y argumentan que “así como tuvieron que aceptar esa realidad después de sufrir una derrota en Diputados el 3 de diciembre, ahora intentan lo mismo en el Senado, sin advertir que si uno hace las mismas cosas consigue los mismos resultados”. En nombre de mayorías amplias o estrechas, reales o presuntas, oficialistas y opositores prefieren la imposición y la fuerza, en vez del diálogo y el consenso.
Diego Dulce
DyN