C. –“Néstor, ¿Qué podemos hacer hoy para divertirnos?”

N. –“Y… falsifiquemos el índice de inflación, Cristina. Para algo nos va a servir, qué se yo”

Si alguien dijera que el anterior diálogo realmente existió, a esta altura del campeonato, muchos lo creerían. Y lo peor es que para divertirse o no, “ellos lo hicieron”, falsificaron la inflación, aparentaron que la deuda pública era menor y nos contaron el cuento de que estaban ahorrando… O dicho en otros términos, que si había superávit en el Banco Central, es porque son excelentes administradores, cuando en realidad ese excedente se debía a una burda manipulación estadística al margen de la ley.

Esto obviamente, ha de traernos aparejada una catarata de “juicios buitre” contra el Estado Nacional en algún momento, por parte de los acreedores estafados.

Lo voy a decir muy de entre casa. Si Ud. le prestó plata a alguien y en el medio la moneda se desvalorizó, es decir que se registró inflación, cuando su deudor le pague, de modo nominal (el importe que figura en el billete) va a cobrar lo que supuestamente le correspondía cobrar, pero al calcular que ese dinero se desvalorizó y usted puede comprar menos bienes y servicios con esos billetes, entonces se hará obvio que habrá perdido plata.

Para el deudor en cambio, es un alivio, porque en realidad, si bien le está dando la misma cantidad de dinero pactado, por la desvalorización que sufrió el mismo, le está pagando menos. Es decir que sale beneficiado.

Entonces, de nuevo. Si alguien es acreedor y la moneda pierde su poder adquisitivo, sale perdiendo porque lo que cobrará estará desactualizado. Pero si alguien es deudor, sale ganando, porque su deuda se licúa.

Siguiendo con la “lógica económico-delictiva K”, traducida en “sus políticas de Estado”, mentir con respecto a la inflación real, dibujar los números desde el INDEC, ofreció al gobierno varias ventajas en lo inmediato, una de ellas se vincula con el hecho antes descripto.

Si la inflación, por ejemplo, fue superior al 20% y el Gobierno dice (INDEC mediante) que fue del 7%, ese 13% restante es algo que está beneficiando al deudor, en detrimento del acreedor, que en cuanto se dé cuenta tomará las medidas del caso, sobre todo si es un “buitre”.

Pero el tema no termina allí. La mentira más grosera es que con relación a ese 13% hipotético restante (fueron varios años), se le dijo a la población que “el gobierno era tan buen administrador, que tenía una capacidad extraordinariamente brillante para ahorrar”. Por eso teníamos tantas reservas (superávit), las que luego generaron una crisis institucional como la que estamos atravesando, todos peleados con todos, y una sociedad en medio harta, que ya no sabe de qué se está hablando en definitiva

Una vez más, se demuestra la demencial contabilidad creativa en el marco de la improvisación, lo que desnuda un profundo desconocimiento en materia económica.

Decía, entonces, que el tan publicitado ahorro, es lisa y llanamente una estafa a los acreedores externos, a todo el pueblo argentino y al propio séquito K de profesionales calificados en hablar pavadas, que dicen cualquier cosa y ni tienen la menor idea de lo que defienden cuando se refieren con tanta vehemencia el famoso “modelo”.

No soy abogada, pero me pregunto si falsificar deuda -pública en este caso- y sus respectivos intereses, ¿no implicará algo así como “falsedad ideológica de documento público”? ¿O será “falsificación de documento en concurso real con estafa”?.

En fin, dejando esto en manos de quienes saben del tema, en lo inmediato, es importante destacar que a esta medida de “dibujar” el indicador inflacionario, se debió llegar por la improvisación con que el Gobierno maneja la economía nacional, defaulteando la deuda, ofreciendo en canje bonos indexados a la inflación, etc.

Conclusión, las únicas salidas a esta encerrona en la que el mismo Gobierno se metió, eran decir la verdad y empezar a sanear, o “falsificar” el índice de inflación. Como era previsible, se optó por lo segundo.

Con el Presupuesto Nacional ha ocurrido lo mismo, por ejemplo, en relación a los recursos tributarios o recaudación esperada.

Como dije en diversas notas anteriores, en el Presupuesto Nacional se debe detallar el monto estipulado que se prevé recaudar para ese período o ejercicio económico. El cálculo que permite tener una aproximación de dicho importe es complejo así que no viene al caso explicarlo, pero da una idea de los recursos con los que se ha de disponer como una de las maneras más genuinas para afrontar el gasto público.

El Gobierno siempre reflejó un monto mucho menor al esperado y obviamente al efectivamente recaudado, entonces en su esquema de engaños habituales, nos vendía que había habido “superávit fiscal”. Nada más falaz.

Lo digo más claro. Si yo espero recibir $10 millones, pero digo que sólo espero recibir 1 millón, cuando me llegue ese dinero, puedo salir a gritar a los cuatro vientos que soy “inesperadamente” millonaria. Pero la realidad es que estaría mintiendo. Y si encima lo hiciera en relación a las finanzas de toda una Nación, y me quedara con “esa diferencia” para mí y para repartir entre mis secuaces, la cosa sería muchísimo mas grave todavía…. Pero éste es el modelo K, ni más ni menos que así funciona.

Ahí está entonces la verdadera causa de ambos superávit, “la falsificación de la inflación”, y con esto se sustentan los argumentos que suele exponer desde los atriles la Sra. de Olivos, en sus discursos por cadena nacional frente a su plantel estable de aplaudidores, y en los actos de “menor nivel”, a la pobre gente que trasladan como ganado en colectivos para hacer número, respaldar y escuchar a una mujer que habla -conforme a lo que ellos pueden interpretar- “vaya uno a saber de qué”, pero la consigna es: gritar “vivas” en su nombre por un paupérrimo plan social, por una caja con alimentos de cuarta categoría o alguna otra prebenda de idénticas características.

Y como entre otras cosas, ejerzo la docencia universitaria, no puedo evitar sentir en esos momentos una tremenda indignación mientras pienso: “Si esta pobre gente hubiera tenido alguna formación intelectual, aunque sea media, luego de escuchar tantas mentiras, ¿no procedería a abuchearla y lanzarle tomatazos que manchen irremediablemente sus modelitos?”

Finalmente, si bien las pruebas de que existe voluntad de engaño para poder sostenerse en el poder a costa de lo que sea y cueste lo que cueste, o seguir mintiendo para zafar a como dé lugar, incurriendo en delitos para cubrir otros delitos, no es menor la ignorancia que acompaña todas y cada una de las acciones en materia económica. 

Nidia G. Osimani