Existe una obra de teatro muy antigua del autor griego Aristófanes, llamada Lisístrata, que significa “la que desarma los ejércitos”, cuyo argumento gira en torno a la “huelga de piernas cruzadas” llevada a cabo por las mujeres atenienses esposas de soldados, con el fin de que éstos abandonaran definitivamente las guerras.
La protesta consistió en negarse a tener relaciones sexuales hasta tanto éstos no dejaran por completo las acciones bélicas, hartas ya de tanta miseria, de tanto dolor y de tanta violencia.
Como no podía ser de otro modo, los hombres, cansados de la abstinencia, decidieron firmar la paz definitiva, o como dijera Ricardo Arjona: “Mujeres, lo que nos pidan podemos, si no podemos no existe, y si no existe lo inventamos por ustedes…”.
La obra Lisístrata, inspiró a las mujeres parisinas de fines del 1800, quienes marcharon hasta Versalles reclamando “Libertad, Igualdad y Fraternidad” y exigiendo el derecho al sufragio femenino.
El Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada año el 8 de marzo, fue establecido por la Organización de las Naciones Unidas para conmemorar la lucha de la mujer en aras de lograr sean reconocidos sus derechos en pie de igualdad con el hombre.
Su origen real es en pleno auge de la Revolución Industrial, cuando mujeres obreras demostraron su valor y tesón en defensa de los derechos de los trabajadores.
Pretender enumerar los miles de millones de logros que ha tenido la mujer en su participación en diferentes disciplinas, diversos y disímiles acontecimientos a lo largo de la historia, sería interminable. Asimismo lo sería, pretender enumerar sus protagonistas, ya que siempre los héroes (heroínas en este caso) del anonimato, cuadruplican las conocidas. Entonces, solo me queda hacer una última reflexión.
Sabemos lo que podemos, sabemos de lo que somos capaces, sabemos que todo lo que queremos podemos conseguirlo. Sabemos todo lo que depende de nosotras, sabemos todo lo que hemos logrado y sabemos todo lo que nos falta todavía.
Hemos comprobado que a pesar de todas las dificultades naturales y sociales por las que tenemos que atravesar, siempre las superamos y logramos los objetivos que nos proponemos.
Ya sabemos perfectamente que no tenemos que competir con nadie, que tenemos nuestras propias capacidades naturales, y que es absurdo buscar nuestra identidad por divergencia con el género opuesto, como también lo es, seguir ejecutando un libreto ideado por otros, que en definitiva ha demostrado ser un fracaso en términos humanos, sociales, ecológicos, económicos, políticos, ideológico, etc.
Finalmente, mirando el plano nacional, somos demasiadas las mujeres argentinas que por contraste y mirando hacia la Plaza de Mayo sabemos muy bien quienes no nos representan en nada, que el país necesita otra cosa, una conciencia cabal de los problemas que tenemos, una voluntad firme para resolverlos, una actitud permanente de contener, de escuchar, de armonizar, de conciliar la sociedad, de solidarizarse con los demás, de sentir que cada hijo ajeno es nuestro hijo, que cada necesidad ajena es nuestra necesidad, que cada dolor ajeno es nuestro dolor, que cada logro ajeno es nuestro logro como sociedad, que lo único que pretende es paz, igualdad de oportunidades y justicia. La cuestión es simplemente, organizarse.
¡Muy feliz día para todas!
Nidia G. Osimani