Lo único que inhibía al oficialismo de abalanzarse descaradamente sobre la diputada Elisa Carrió, eran las diferencias que esta mantiene con el vicepresidente Julio Cobos. Pues pareciera ser que a medida que se enfurece la tormenta, el viento los amontona. Luego de los dichos de algunos funcionarios ultra kirchneristas sobre pedirle la renuncia a Cobos —a partir de la controvertida jornada que este protagonizó en el Congreso al aprobar las modificaciones a la ley del cheque—, Carrió pidió “no entrar en el juego de voltear” de su cargo al vicepresidente, a quien dijo que "respeta" en su rol al frente del Senado.
"Sin autoridades ninguna de las cámaras va a funcionar y vamos a ser funcionales a (Néstor) Kirchner, que quiere que el Congreso no funcione. El caos le conviene absolutamente porque quieren destruir la Justicia y el Congreso", afirmaba Carrió
Si bien la legisladora consideró que Miguel Ángel Pichetto y Agustín Rossi, respectivamente, "están sacados" y que "creen que el poder es eterno”, dejó en claro que hay sectores "muy ansiosos del establishment" que tienen "una ansiedad casi golpista" contra el gobierno nacional. "
Por estas horas al Gobierno le pesa que el papel de la presidencia del Senado lo cumpla el abanderado de la oposición, y cada rechazo a los proyectos oficialistas sea "sal en la herida" del primer voto no positivo de Cobos. Cada movimiento del vice estimula los manotazos de ahogado oficialistas haciéndolo a este pasible de juicio político o de remoción del cargo.
Lo cierto es que los pedidos de renuncia “o de pasos al costado” a los vice presidentes, no han sido nunca un buen presagio en la corta vida democrática de la Argentina.
Equipo de Política
Tribuna de Periodistas