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¿Qué tienen en común Gualeguaychú, los barrabravas y la escuela de Once?

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DIRIGENTES AL HORNO
DIRIGENTES AL HORNO

Hay enfermedades que las mentes desparraman por el cuerpo que, cuando se van de las manos, no tienen remedio. A veces, la mala praxis de los médicos es la que precipita el final pero, en general, la situación se desbarranca cuando ya no hay voluntad de sostener la recuperación.

 

En las familias pasa lo mismo y otro tanto ocurre en las sociedades y sobre todo, cuando el poder abdica, contribuye a demoler las instituciones en nombre del facilismo y le cede a quienes deben ser conducidos la facultad de marcar el camino.

¿Qué une el triste y anunciado final de los vecinos más radicalizados de Gualeguaychú querellados ahora ante la Justicia con la vergüenza que representan los barras bravas que van y que vuelven de Sudáfrica? Justamente, eso. Es la enfermedad que avanza y que termina por anular a los dirigentes, a quienes les cuesta cada vez más dirigir algo porque, debido a sus debilidades o a sus conveniencias ideológicas, las instituciones han sido minadas.

Pero, atención, porque si bien los de arriba son los responsables y carecen de atenuantes, los de abajo han celebrado con admiración los sucesivos becerros de oro que supieron conseguir. De su seno han salido, desde ya, los que demagógicamente les han dado las prebendas que, cuando la enfermedad avanza, ya no sirven para nada.

Y entonces, cuando notan que las cosas se les han ido de las manos, llega el tiempo de los arrepentimientos. De aquellos que se salieron demagógicamente de las normas, de los que incentivaron el rol asambleístico de espaldas a lo que dice la Constitución, de los que le dieron cuerda a los violentos y de los que ahora se presentan con cara de compungidos a decir "yo no fui".

Es evidente que al gobierno nacional le cuesta manejar estas cosas, conocida además su pasión por el marketing político, donde no hay lugar ni para pasar por malo, ni para la autocrítica, ni mucho menos para demostrar debilidad.

En todo caso, siempre habrá tiempo para enmarañar la madeja y difusores todo terreno para vender cada historia como si fuese culpa de la maldad del periodismo que ha olvidado vacunarse. O como si la fulgurante aparición de los barras que viajaron bajo el calor gubernamental y con el dinero de todos fuesen parte de una andanada mediática, que así lo presentan. O como si, por arte de magia, la legítima "causa nacional" de Gualeguaychú se ha convertido, recién ahora, en algo ilegal.

¿Qué tiene que ver todo lo anterior con el bochorno de los alumnos de la escuela de Once que le pegaron alevosamente a una persona que se sintió vulnerada en sus derechos? Es lo mismo. Son los desbordes que provocan los ejemplos de la permisividad que vienen de arriba para abajo y, en ese aspecto, Mauricio Macri está siguiendo los mismos pasos del gobierno nacional, pero él por el lado de hacerse el duro, porque nota que cambió el viento social. Y eso tampoco es hacerle bien a las instituciones, sino otro modo de jugar a ser dirigente, una vez más mirando de reojo a la reacción de los demás.

 

Hugo E. Grimaldi
DyN

 
 

9 comentarios Dejá tu comentario

  1. yo creo q no se les fue de las manos mas bien me parece q son crreados, germinados, incentivados y usados por los distintos interesados, sean estos dirigentes de clubs, politicos de toda indol, policias, mafias etc

  2. El 5 de mayo de 2006 treinta mil personas escuchaban en el Corsódromo de Gualeguaychú una vigorosa arenga del entonces presidente Néstor Kirchner, quien defendiendo una "causa nacional" decía: "Hemos venido a Gualeguaychú a comprometernos con el desarrollo sostenible". Lo rodeaban sus ministros, 20 gobernadores provinciales y tres vicegobernadores, legisladores e intendentes de todo el país, como también los principales sindicalistas. Todos ellos estaban apoyando su política en el conflicto por las papeleras, que consistía en alentar el corte del puente internacional San Martín, que une aquella ciudad con la uruguaya Fray Bentos...(¿QUÈ CAMBIÒ AHORA?)

  3. Si el gobierno optó desde un principio por no generalizar la represión ante las protestas sociales(digo generalizar porque hubo algunas como la de Kraft) me parece perfecto que haya continuidad en la misma línea en todos los sentidos. O acaso las instituciones no tienen que velar por el derecho a protestar establecido en la constitución? Donde las instituciones si fallan es en el tema barras pero es un problema que ya excede lo político y es parte de la cultura argentina. A los barras los apaña primero la sociedad, luego están los políticos y dirigentes que se aprovechan de eso y finalmente la justicia queda atada de manos. Como sociedad nos debemos un debate al respecto. Saludos y me parece que se mezclaron dos temas muy distintos en el artículo. PD: por las dudas de que algún idiota diga "ah pero bien que manda el gobierno a la justicia el asunto de los cortes para lavarse las manos", aviso que para mí es una respuesta alternativa legal, efectiva y en concordancia con la política de Gobierno. Quiero ver cuantos se quedarán a seguir el corte cuando les llegen las cartas documento.

  4. Nicolás: En primer lugar, creo que Ud. confunde derecho a protestar con vulnerar el derecho de los demás. Además, la desmesura en ejercer un supuesto derecho vulnerando los de los demás genera automáticamente un rechazo a ese reclamo que, si fuese ejercido por métodos menos violatorios generaría mayor aceptación en el resto de la sociedad, sociedad que ya está harta de esta violencia cotidiana que significa tener que soportar que por cualquier motivo se corten calles o rutas. Ysi las Instituciones tienen que velar, como Ud. dice por el derecho a la protesta, tamién deberían hacerlo por los derechos de los que nada tienen que ver con dicha protesta. Saludos.

  5. He asistido a lo inaudito: este señor Grimaldi, que pretende presentarse como periodista, mete en la misma bolsa y en un común denominador, a los grupos marginales delictuales, conocidos como "barrabravas", a los vecinos de Gualeguaychú, que equivocados o no, luchan por algo tan justo como es la defensa de su medio ambiente y la calidad de vida propia y de sus hijos, y a un grupo de adolescentes con un reclamo sobre la deficiente infraestructura edilicia escolar, y que, en un episodio poco claro, alguno se exaltó contra una persona. No vale aquí el forzado argumento de las "Instituciones", cuando dichas Instituciones solo sirven a los intereses de pocos y no al benefico común. Baste decir que esas "Instituciones" prestaron oídos sordos a los requerimiento de los vecinos de Gualeguaychú, hasta que una movilización cubrió al puente. Entonces los gobernantes se apresuraron a tomar cartas en el asunto, y lo hicieron mal y con la clara intención de llevar al fracaso a ese movimiento vecinal y así beneficiar los intereses económicos de una multinacional y sus socios locales. Esas mismas "Instituciones" son las que dejaron en el abandono a la enseñanza pública, y no solo en el aspecto edilicio, llevando a los alumnos que deban reclamar por las únicas vías que les han dejado: la manifestación callejera. Pero el reclamo no es solo por las condiciones de los edificios, sino también por la orientación de la currícula, que tiende a que el fin de la enseñanza ya no sea para el conocimiento sino para proveer mano de obra calificada y barata a las "empresas". Y las mismas "Instituciones" que abrigan y usan el accionar violento de esos grupos marginales para sus propios fines políticos. Y no solo de ahora ni de nuestro País. Las SA de Hitler surgieron de esos mismos grupos. Pero si nos fijamos en las "Instituciones" en nuestra Historia, podremos omitir que la Suprema Corte declaró "Constitucional" a un Golpe de Estado (1930, Uriburu), avaló bombardeo de la Plaza de Mayo o del Puerto de Mar del Plata, el fusilamiento de peones rurales en nuestra Patagonia, y tantas barbaridades que han sembrado nuestra "realidad nacional". Entonces, si nos vamos a referir a las "Instituciones", así en abstracto, establezcamos a qué "Instituciones" nos referimos. Salvo que deseemos mezclar aserrín con pan rallado.

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