El 10 de marzo de este año, el mundo se vio conmocionado por la tragedia. El presidente de Polonia, Lech Kaczynski, y 131 personas –muchos de ellos funcionarios rusos- que viajaban en un avión Tupolev-154 perdieron la vida cuando la nave intentó aterrizar en el aeropuerto de Smolensk. El jefe del ejército, general Franciszek Gagor y el presidente del banco central, Slawomir Skrzypek, también viajaban en el avión.
Kaczynski, quien volaba junto con una delegación oficial polaca, tenía previsto asistir a la localidad rusa de Katyn donde rendiría un homenaje a los miles de oficiales polacos ejecutados en 1940 por los servicios secretos soviéticos, durante la época de José Stalin.
Las primeras versiones indicaron que la pareja presidencial viajaba acompañada de 85 funcionarios, sin embargo el número de personas a bordo se vio curiosamente elevado tras verificarse la información.
Lo cierto es que luego de 3 meses de haber ocurrido el atentado, el hecho está plagado de dudas, pero también de un gran hermetismo.
Recordando el enfrentamiento que Kaczynski mostraba con los servicios secretos comunistas, su postura en el tema petrolero, sus polémicas medidas por intentar poner en marcha una ley que obligaba a 700.000 polacos a confesar si habían colaborado con esa secretaría de Inteligencia, el rechazo (único en todo Europa) por parte del gobierno polaco a la cuestionada vacuna contra la gripe porcina, que el gobernador del Banco Central de ese país no permitiera que la moneda nacional se fortaleciera respecto a la tasa de cambio del euro y la negativa a tomar préstamos del FMI cediéndole a Polonia ser el único país de la región en evitar la recesión; permite suponer que a este “accidente” puede añadírsele la posibilidad de atentado.
La periodista científica, Jane Burgermeister es reconocida por sus polémicos informes e investigaciones de las cuestiones más impenetrables, así como por sus denuncias penales ante la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en contra de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de las Naciones Unidas (ONU), del gobierno norteamericano y de varias otras organizaciones públicas de salud como la FDA, así como varios laboratorios médicos y farmacéuticos.
Burgermeister ha logrado difundir un informe en el que cuestiona las grandes vulnerabilidades y el incuestionable encubrimiento que circunda sobre lo que pasó ese 10 de marzo con la totalidad de la clase política polaca en terreno ruso. Pone en duda el por qué del ausentismo de los principales mandatarios mundiales al funeral del presidente polaco adjudicando problemas climáticos inexistentes, cuestiona las razones por las cuales investigadores rusos recogieron inmediatamente la totalidad de las pruebas forenses, incluso los cuerpos; y finalmente presenta un video filmado segundos antes del accidente donde pueden oírse disparos de una arma de bajo calibre en lo que pareciera un último remate a los pocos sobrevivientes del supuesto accidente de un avión que, según las cajas negras, funcionaba perfectamente.
La periodista pone en tela de juicio las razones por las cuales las fuerzas de seguridad rusas confiscaron el material acopiado por los periodistas que se aproximaron a la zona del siniestro. Burgermeister aporta la información de que testigos lugareños al área del accidente tuvieron la oportunidad de ver la colocación de lámparas como las que se utilizan en las pistas de aterrizaje dentro del bosque donde se desvió de manera supuestamente accidental el avión. Esto alimenta la especulación de que las lámparas estaban puestas para confundir al piloto respecto a la localización real de la pista de aterrizaje.
Alexis Montefiore