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Pasteras: se acabaron los dogmas y ¿apareció una salida?

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POPULISMO, POLÍTICA Y DEMAGOGIA OFICIAL
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José Mujica, quien no pudo imponer por la fuerza sus ideas como líder tupamaro en los 60-70, parece decidido ahora a dar lecciones de diplomacia y mostró el camino para destrabar el conflicto binacional por la pastera de Fray Bentos.

 

Mujica derribó aquella máxima de su antecesor Tabaré Vázquez ("con cortes no se negocia"), abrió una instancia con la Argentina, levantó el veto a Kirchner para la Unasur y cambió el clima que dominó el último lustro en el Río de la Plata.

Así obtuvo el compromiso de la Casa Rosada de actuar definitivamente contra el corte de la ruta 136 y, entre unos y otros, acaban de voltear también el dogma de los vecinos entrerrianos que vaticinaba una continuidad del bloqueo "hasta que Botnia se vaya de la Cuenca del Río Uruguay".

Sería ingenuo pensar que la controversia está terminada. En Gualeguaychú y Fray Bentos hay mucho resentimiento, las heridas van a seguir abiertas por bastante tiempo y cualquier chispa o síntoma de polución podrían agitar nuevamente las protestas.

Pero al menos ahora están dadas las condiciones para que se avance sobre el punto central: el control de una planta gigantesca que se instaló frente a la playa más popular de Gualeguaychú, el Ñandubaysal, desde donde tira humo día y noche.

 

Con pies de plomo

 

Después de que la Asamblea Ambiental resolviera levantar el corte del puente y supeditara la liberación definitiva del paso a las garantías de un control estricto de la planta de Botnia-UPM, la pelota volvió a quedar del lado uruguayo.

En el propio gobierno del Frente Amplio todavía hay amplios sectores que no están de acuerdo con la jugada del nuevo presidente. Consideran una locura permitir el ingreso de técnicos a la planta de capitales finlandeses como pide la Argentina.

Sería un error que siguieran sin aceptar su cuota importante de responsabilidad en el conflicto.

Resultó usual durante estos últimos tres años y medio que el Gobierno argentino y los ambientalistas de Gualeguaychú fueran culpados exclusivamente a ambos lados del río.

En muchos casos esos cuestionamientos fueron atinados porque Gualeguaychú se valió de un acto ilegal para propalar su lucha y el Gobierno alimentó esa conducta con un sinfín de ambigüedades.

Pero lo cierto es que todos los protagonistas dieron su contribución al pleito rioplatense, especialmente las administraciones de Jorge Batlle y Tabaré Vázquez y los ejecutivos finlandeses que boicotearon las negociaciones bilaterales.

Un libro de próxima aparición en Uruguay recoge testimonios de los principales actores de esa época, quienes reconocieron que la estrategia fue avanzar con Botnia a todo vapor sin tener en cuenta los reclamos de la Argentina.

Se valieron de varias cosas: la más importante es la contribución de la pastera al crecimiento de la economía, pero también de otras más oscuras como el testimonio de los ejecutivos europeos que indica que eligieron Uruguay porque en la Argentina les pidieron coimas para permitir su ingreso.

Sin embargo, el argumento que expuso Uruguay en todo este proceso fue que el funcionamiento de la papelera ubicada en un río limítrofe era una cuestión de soberanía y la Argentina no debía inmiscuirse. Es el mismo que esgrime el ala dura de la nueva torre ejecutiva uruguaya para oponerse al ingreso de especialistas internacionales a vigilar la planta.

Como dejó establecido el Tribunal de La Haya, Montevideo avanzó en la construcción de la fábrica sin contemplar lo establecido en el Estatuto del Río. Y, si bien hasta el momento no se ha registrado contaminación, que es lo más importante, tiene ahora la posibilidad de resarcirse.

Si Botnia-UPM no contamina ni contaminará como dice Uruguay, el control interno —al que podría sumarse Brasil, pero Lula se va a fin de año— será el mejor sedante para todos.

Del lado argentino, una solución al conflicto clausurará el principal dilema exterior de la era kirchnerista y acompañará el envión positivo que tomó la gestión de Cristina Fernández.

¿Méritos? Después de errores repetidos y cierto abuso de populismo con Gualeguaychú, resultó acertada la decisión de no reprimir el corte de ruta y encausar a varios asambleístas.

Es cierto que de uno y otro lado estas soluciones podrían haber surgido mucho antes, sin llevar a la mínima expresión el vínculo histórico, ni apelar a la mediación del Rey Juan Carlos de Borbón o esperar un pronunciamiento ambiguo de la corte internacional.

Pero mirar el pasado sería inútil. La historia de Mujica así lo indica.

 

Gabriel Profiti
NA

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. Amig@s: Este asunto ya dejó su primera baja: el ex canciller Taiana renunció por "falta de apoyo y diferencias" me imagino que la falta de apoyo fue cuando le sacaron la silla y se cayó al suelo. Lo sucede Héctor Timerman, que como diplomático demostró ser un gran periodista, y como periodista demostró ser un excelente remedio contra el insomnio. Digo porque nunca pude terminar de ver uno de sus programas televisivos debido al grave peligro que corría de que se me desjarretara la mandíbula por la cantidad de bostezos que me producía. Este tema de la pastera y de la asamblea no termina aquí. Acuérdense que si Taiana era un moco, arcilla en las manos de la diplomacia americana, este coso (Timerman) va a romper records y nos va a llevar al libro Guiness. Saludos a los señores periodistas y a mis amig@s del foro. Jorge A. Rodriguez jorge@trashmail.net

  2. ¿Se preguntaron alguna vez por qué Botnia se empecinó en levantar su planta a las puertas de dos centros urbanos de importancia, sabiendo que debería afrontar críticas y cuestionamientos, y, como sucediera, un conflicto de cierta envergadura, cuando con el simple recurso de mudar su emplazamiento (en esos momentos solo en etapa de planeamiento, sin ninguna obra iniciada) unos pocos km. aguas abajo lo evitaba?. Muy simple: esa empresa lo hizo porque cuando planificó su instalación lo hizo con un ojo puesto en la Argentina, específicamente en la Mesopotamia, dado que en su desarrollo y expansión ulterior una planta de celulosa de tal envergadura, tendría una demanda de insumos (rollizos de madera y químicos) que la reducida extensión del territorio uruguayo no podía garantizarles. A ello se debe la instalación de la planta industrial sobre prácticamente la red vial argentina. Porque nadie puede tener dudas que el proyecto celulósico, que comprende a varias multinacionales y no solo a Botnia, requiere el uso de los ríos Uruguay y Paraná, y las tierras de la Mesopotamia como áreas de forestación que les brinde los eucaliptos suficientes. Y esto que parece tan inocente no lo es. Por un lado tenemos la contaminación directa producida por este tipo de industrias, especialmente las nocivas dioxinas, pero también hay otras consecuencias negativas debido a las forestaciones. Estas forestaciones llevan a una alteración de la humedad de los suelos (el eucalipto demanda mucho agua) que impiden todo otro cultivo, llevando al monocultivo y sus nefastas consecuencias, entre las que no son menores la concentración de la propiedad de la tierra, la expulsión de población, la pérdida de la soberanía alimentaria y, con el tiempo, la desertificación. Pero también exigen el uso de agroquímicos tóxicos (el glifosato entre ellos) que contaminarán tierras y aguas, ya afectadas por la sojización. Últimamente se están evidenciando en distintos centros de investigación las malformaciones que estos agroquímicos causan en infantes y el aumento de la tasa de mortalidad a ellas debido, tal como se evidencia en Chaco y se ha denunciado en Córdoba y el mismo Entre Ríos. En suma, la industria de la celulosa brindará enormes ganancias a las multinacionales y sus accionistas extranjeros, pero traerá miseria locales y a la larga, contaminación y desertificación de un territorio muy amplio. Y hay más. A la contaminación y forestación, se suma el riesgo del transporte de sustancias tóxicas por rutas que bordean núcleos urbanos o vías fluviales que abastecen de agua a muchos otros. ¿Esto puede ser de “interés nacional” para cualquier país de la Tierra?. Creo que NO. ¿Es desconocido para las autoridades del Uruguay o de la Argentina? NO. Pero ambos gobiernos son dependientes y sumisos de los intereses de las multinacionales y los han de privilegiar aún a costa de sus propios habitantes y de los intereses nacionales. No sucede solo con la celulosa. No hay más que ver qué sucede con la mega minería, la pesca y los hidrocarburos. Se le suma que hay muchos y poderosos intereses locales, como Corrientes que programa la instalación de este tipo de plantas. Otra pregunta, ¿tanto Uruguay como la empresa Botnia se habrían atrevido a llevar adelante sus planes y las inversiones necesarias de no contar con un guiño por parte del gobierno argentino?. Considero que NO. ¿Y entonces todo el “apoyo”, todos los discursos, toda la “causa nacional”, todo el recurrir a La Haya, qué fue?. Quizás no más que discurso para la gilada (para ellos, la gilada somos nosotros, los ciudadanos) o, como dicen los que saben: “doble discurso”. A mi modo de ver a los K nunca les interesó oponerse a la instalación de una pastera multinacional, sino todo lo contrario. Su intención siempre fue cooptar a la Asamblea Ambiental para llevarla a la disolución o a vía muerta y terminar así con la oposición de los vecinos, mientras se pronunciaba como “el primer ambientalista” para no quedar en evidencia y perder votos. Pero el ataque actual contra los vecinos de Gualeguaychú también es un mensaje de advertencia para todos los otros vecinos que en el País luchan en defensa del medio ambiente y su calidad de vida. No es casual que también se esté reprimiendo a vecinos de Andalgalá (Catamarca) que se manifiestan contra las mega mineras La Alumbrera y Agua Rica, según denuncia la Unión de Asambleas Ciudadanas. Como tampoco es casual que, pese a los discursos, no se tomara medida efectiva contra la exploración de yacimientos de hidrocarburos en Malvinas, ni se sancionara y expulsara a las multinacionales que allí operan y también lo hacen en nuestro Territorio Continental, y también se podría pensar que de no haber una inacción o un guiño de la Argentina, ni Uruguay, ni Brasil prestarían sus puertos para asistir a esa plataforma. A mi entender estamos ante otro doble discurso, este comprometiendo la Soberanía sobre las Islas, el Mar y la Antártica. Por esto es que estoy agradecido a los vecinos de Gualeguaychú, porque su lucha se empalma con los verdaderos intereses nacionales, como lo son la conservación de las tierras y el agua y la salud de sus habitantes, y con ello no solo nos enseñaron dignidad, también hicieron caer la careta a estos gobiernos serviles de los poderosos. Ahora se anuncia un “monitoreo conjunto” que, a luz de los antecedentes, despierta muchas dudas sobre su implementación y la veracidad de sus resultados. Baste recordar que los profesionales de la UBA solicitaron desligarse del ente de control del INDEC porque no se les permitía acceder a los datos necesarios para su trabajo. El vigilar que esto no ocurra con la planta de la ex Botnia no será tarea fácil, pero no me quedan dudas que la Asamblea de Gualeguaychú sabrá manejarse. Asimismo se propone dar intervención al Brasil, fundamentado en que posee ribera sobre el río Uruguay. Argumento cuestionable ya que es Estado Ribereño aguas arriba de la planta cuestionada, por lo que no pareciera que lo que en ella suceda pueda afectar al Brasil, el que dicho sea de paso, no se caracteriza en el control ambiental de las explotaciones de sus recursos naturales e industrias. Pero si consideramos que, como oportunamente se informara en la prensa, el Brasil urgió a la Argentina para concretar el proyecto de la represa del Guarabí y la central hidroeléctrica de Sta.Marta, que han de afectar seriamente al régimen del río Uruguay aguas abajo, destinado a la generación de electricidad que en parte ha de suministrar la energía necesaria para la implementación de otras plantas de celulosa en la región, quizás lleguemos a entender el por qué de la intervención brasileña propuesta. Sería una forma de dar un mayor peso regional a un “monitoreo conjunto” que despierta dudas en su finalidad, amén de reforzar la consolidación del proyecto celulósico de la cuenca del Uruguay. Esto tampoco es desconocido por los vecinos de Gualeguaychú, ni por el resto de los entrerrianos, y es seguido con mucha atención (ver Análisis Digital 25/01/2008).

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