No es casual que los progresos registrados en la Cumbre del Mercosur en San Juan se hayan dado inmediatamente después del acuerdo entre la Argentina y Uruguay para controlar a la pastera de Fray Bentos, ya que precisamente ese conflicto bilateral había significado una valla para el bloque en los últimos años.
Si bien tanto el último punto conflictivo del Código Aduanero acordado como el entendimiento para verificar el impacto real de la ex Botnia no resisten un análisis profundo, por su precariedad, lo que sirve aquí es que haya primado la decisión política de avanzar en las vías bilateral y regional.
Precisamente el entendimiento para crear el instrumento aduanero se dio en una charla entre los presidentes Cristina Kirchner y José Mujica y se sumó a otros avances.
El ex líder tupamaro fue central en todo este proceso al lograr en cuatro meses lo que su antecesor, Tabaré Vázquez, no pudo —o no quiso— en cinco años, con una lógica de costos y dividendos que se demostró eficaz.
Por lo pronto, en esta misma cumbre la Argentina dio su aval a un proyecto de interconexión eléctrica entre Brasil y Uruguay —para su instrumentación a través del Fondo de Convergencia, Focem— que anteriormente trababa por razones "técnicas".
Este nivel de diálogo parecía impensado en la etapa previa a Mujica, sobre todo cuando Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez se cruzaban acusaciones en cada encuentro regional.
En ese marco, Uruguay llegó a denunciar a su vecino ante un tribunal del bloque por el corte de ruta en Gualeguaychú, antes de que ambos países dirimieran su diferendo en la Corte Internacional de La Haya.
Los próximos desafíos del bloque están atados en buena parte a lo que suceda a la región, como la incorporación de Venezuela como miembro pleno, hoy trabada por el parlamento paraguayo.
Fue Lula Da Silva, quien pareció trazar una línea de puntos entre lo obtenido al hablar al término de la reunión: "En estos años trabajé para haya diálogo en todos los países del Mercosur y en Sudamérica. Hubo conflictos de Brasil con Bolivia y con Paraguay y el de Argentina y Uruguay que felizmente se superó.
Ahora resta que pase lo mismo con Colombia y Venezuela y que esos presidentes analicen costos y beneficios para que los que se beneficien sean sus pueblos".
Gabriel Profiti
NA