El oficialismo, que todavía tiene una enorme deuda interna, parece observar cómodamente cómo la oposición se dispersa a medida que se acercan los meses clave.
A un año de las elecciones primarias, el Gobierno no generó un plan serio para urbanizar villas, instalar cloacas y redes de agua, aunque es cierto que mucha de esa situación la heredó de otros planes económicos, pero el kirchnerismo cumplirá en diciembre siete años y medio de gestión.
“No tenemos que pretender ser el granero del mundo, sino la góndola del mundo”, afirmó esta semana la Presidenta.
Es un tiempo suficiente como para haber construido la góndola, atacado el núcleo duro de la pobreza estructural y desarticular las bandas que generan inseguridad, que no están integradas por ‘trapitos’ ni por pibes que piden monedas en los trenes.
El kirchnerismo, en tanto, mira con regocijo la orfandad en la oposición de un liderazgo fuerte que coseche el favor popular.
Allí se observa la ausencia de ingeniosidad política frente a las sucesivas acciones que despliega el oficialismo, la generosa siembra de celos y vanidades y sobre todo la falta de un proyecto de Nación. Todo ello se conjuga para que la oposición en vez de fortalecerse aparezca cada vez más dispersa.
“Si la estrategia que tenés es gobernar, no podés pelearte por una foto”, comentaba a DyN hace unos días un dirigente opositor que aludía así a los retos públicos que había recibido Ricardo Alfonsín por compartir un acto con el oficialismo en Chascomús.
Luego los retos públicos le llegaron a Hermes Binner, que lo único que hizo fue ratificar sus principios que están en consonancia con su ideología socialista moderada.
Mientras tanto, un sector de dirigentes justicialistas opositores al oficialismo cree que el peronismo, es decir el oficialismo y cualquier otra expresión de ese signo, no será gobierno el año venidero y que si el radicalismo llegase a triunfar será una gestión débil que necesitaría respaldo desde el justicialismo para mantener la gobernabilidad. Falta demasiado tiempo para saberlo.
Así fue como la oposición que se reunía alrededor del Acuerdo Cívico y Social parece desmoronarse, aunque allí resta ver qué hará Alfonsín. Ya ganó un comicio interno, lanzará una corriente nacional y su candidatura en octubre, ahora le resta trascender el partido para aglutinar otras fuerzas y a otros sectores.
El radicalismo debe prepararse de una vez por todas para gobernar, porque la última vez que terminó un mandato completo, a raíz de diversas causas, fue en 1928, cuando Alvear le entregó la banda presidencial a Yrigoyen.
¿Y Mauricio Macri? Se halla empantanado desde hace varios meses a raíz de su procesamiento y a todos los problemas de gestión.
Ahora se le sumó un derrumbe con muertos y heridos, que opera como metáfora de su situación.
Desde el PJ disidente, atentos, salieron a despegarse del titular de la gestión porteña. A ese sector del peronismo también le cuesta ganar adeptos y hasta se estaban peleando por estos días por un acto. Mientras que el kirchnerismo se encarga de levantar uno a uno los heridos para que vuelvan al redil del oficialismo o al menos para que no se vayan con los opositores.
Horacio Raúl Campos
DyN