La última información, antes de meterse en la cama, el jueves 2 por la noche, decía que su banco, el Republic National Bank of New York, sería finalmente comprado por
Aquejado de Mal de Parkinson, había llegado para Safra la hora de poner punto final a una dilatada, arriesgada y cuestionada aventura financiera. Vástago de una familia judía de El Líbano, Safra comenzó a mover dinero en Italia en los cincuenta, siguió haciéndolo en Brasil en los setenta y continuaba en lo mismo desde Ginebra, donde dirigía su emporio mundial. A comienzos de los años ochenta participó en Uruguay, Brasil y Argentina de las compras de carteras que abrieron las heridas del pago de la deuda externa. Entre 1986 y 1989 sus bancos se vieron involucrados en varios episodios de lavado de dinero de la droga; el Republic fue la principal arteria bancaria por la que circularon los 500 millones de dólares del cártel de Medellín que el argentino Raúl Vivas lavó mediante exportaciones de "oro uruguayo" a través de su Cambio Italia, con sede en 18 de Julio, frente al Entrevero y con sucursal en Punta del Este.
De alguna manera, el expediente de Safra quedó tan lavado como los narcodólares cuando el Republic y el Trade Development auxiliaron a Ronald Reagan y a George Bush a esconder los pasamanos de dinero que financiaban a la "contra" nicaragüense. De la misma manera, tras una reunión secreta entre el flamante presidente Luis Alberto Lacalle y Joseph Safra, hermano de Edmond, en San Pablo, en 1991, los acuerdos para negociar las reservas uruguayas de oro bajo la modalidad de "swaps" permitieron blanquear la responsabilidad del Republic en el contrabando de oro brasileño a través del enclave montevideano.
Acostumbrado a dedicar "favores" a los gobiernos, Edmond Safra jugó a dos puntas en
El negocio fue autorizado. A los 67 años, Safra se durmió el jueves 2 tratando de calcular si lo que le restaba de vida sería suficiente para disfrutar de la fortuna incrementada en 2.600 millones de dólares. A las cinco de la mañana del viernes fue despertado bruscamente por su enfermera: el penthouse del Palacio Belle Epoque, frente a la bahía de Montecarlo y a
Eso fue un viernes. Veinticuatro horas antes, tres de sus más connotados clientes, George Bush, Luis Alberto Lacalle y Carlos Menem, participaban de una increíble velada en una residencia del concheto barrio de
El anfitrión era José "Puchi" Rohm, presidente del Banco General de Negocios y dueño, junto con Carlos Rohm, del Banco Comercial. Los Rohm, por sí solos, quizás no hubieran sido imán suficiente, pero la velada había sido planeada junto con el vicepresidente del Chase Manhattan Bank, Walter Schiptley, y el director del Crédit Suisse-First Boston, David Mulford. Aunando intereses, los tres banqueros fueron capaces de reunir, en una noche bonaerense, a un presidente en ejercicio, a dos expresidentes, y a dos presidentes electos.
Los vínculos entre algunos de los invitados son cruzados. Carlos Menem, ex presidente de Argentina, mantiene una estrecha relación personal con George Bush, expresidente, exvicepresidente y exdirector de
¿Pero qué hacían en esa reunión de viejos pícaros dos presidentes electos, el argentino Fernando de
¿Qué tema es tan importante como para que viajen y se reúnan cinco presidentes, dos pasados, uno actual y dos futuros, para que algunos de ellos hagan un alto en las recargadas agendas? ¿Qué cosa puede ser de interés común en personajes tan diversos? Según comentarios de prensa, la iniciativa de los tres banqueros tenía que ver con "negocios y política". Para el diario argentino Clarín, fue una convocatoria con la que Bush y los banqueros pretenden anudar "inversiones industriales y comerciales que tendrán bases en Montevideo y Buenos Aires". Para Página/12 se trató de un cónclave donde todos los invitados de Rohm, en una medida u otra, están afectados por las ondas expansivas de escándalos financieros, los antiguos y los recientes: las revelaciones sobre las fortunas escondidas en Islas Cayman por la controvertida funcionaria predilecta de Menem, María Julia Alsogaray; las actividades de lavado, aquí y allá, de la viuda del colombiano Pablo Escobar; y las indagaciones de la agencia antidrogas DEA sobre las ramificaciones del cártel de Juárez en las plazas financieras del Río de
Por lo pronto, en Montevideo circuló la versión de que la cena tuvo por objetivo sondear la receptividad de los presidentes electos a una iniciativa de George Bush y de los tres banqueros, asociados para monopolizar el negocio de la construcción del puente Colonia-Buenos Aires. Vista la calidad de los comensales, los términos de la propuesta deben ser excepcionales, tentadores y difíciles de rechazar, entre otras cosas porque habría que calcular dónde estaba el poder, en los presidentes electos o en los tres banqueros.
La cena estuvo, definitivamente, a la altura de la leyenda de Edmond Safra.
Carlos Morán