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Frailes Negros: una trama de asesinatos que llega hasta la CIA

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DE RELIGIÓN, MAFIAS Y MUERTE
DE RELIGIÓN, MAFIAS Y MUERTE

Apareció colgado, pendiendo de un puente londinense de lúgubre nombre: Black Friars, Frailes Negros. El único de Londres pintado de celeste y blanco, los colores de la bandera argentina. Fue el 18 de junio de 1982, cuatro días después de la finalización de la Guerra del Atlántico Sur.

 

Se llamaba Roberto Calvi, tenía 62 años y lo apodaban “el banquero de Dios”. Pero ese mote poco le valió para zafar de ese cruel destino, al principio tachado de suicidio pero el 15 de julio de este año la Cámara de Apelaciones de Roma determinó que se trató finalmente de homicidio.

El malogrado banquero formaba parte de una banda integrada por Michele Sindona, Licio Gelli y monseñor Paul Marcinkus. Este último, cabeza visible del Banco del Vaticano o en italiano Istituto per le Opere di Religione, con conexiones con la CIA y uno de los ideólogos del asesinato de Albino Luciani, el Papa Juan Pablo I. A través de este, el clérigo de origen estadounidense financió a la Contra nicaragüense, a la democracia cristiana italiana y al sindicato polaco Solidaridad, en la cruzada de Ronald Reagan destinada a desbancar a la URSS.

Detrás de ellos estaba el paraguas de la Propaganda Due, la logia masónica fascista engendradora de la Red Gladio, otra organización paraestatal concebida por la CIA luego de la Segunda Guerra Mundial con el fin manifiesto de que el Partido Comunista jamás se hiciera con el poder en Italia. Para ello, llegaron al extremo de asesinar al primer ministro Aldo Moro, el 9 de mayo de 1978, gracias a los buenos oficios de las Brigadas Rojas, atentado enmarcado en la estrategia de la tensión mayor.

Un método extremo que manipulaba a los rojos y a los negros fascistas para, como fin último, tomar el poder en una Italia que se desangraba todos los días. En el marco de esta tragedia, se encuentra la masacre de la estación de Bologna, cuando el 2 de agosto de 1980 una bomba mató a 85 personas en uno de los peores atentados que recuerda la historia de la península. Si bien se acusó a la extrema izquierda, investigaciones posteriores determinaron que la autoría correspondía a los neofascistas de Ordine Nuovo, otro de los grupitos de la P2 y la CIA.

 

Buenos muchachos

 

El asesinato de Moro fue un mensaje claro, quienes osaban un cogobierno con el Partido Comunista terminaban baleados por los brigadistas rojos, manipulados por la red Hyperion, un nombre de fantasía surgido de la imaginación febril de los operativos de la CIA en París.

Pero otro de la banda que mordió el polvo de manera poco convencional, fue precisamente el abogado Michele Sindonda. Extraditado de EEUU en 1980, adonde se había fugado en 1974 luego del quiebre del Banco Privado Italiano, fue asesinado mediante un cafecito con cianuro el 22 de marzo de 1986, mientras purgaba una larga condena de 25 años en la prisión de Voghera. El principal cargo contra el denominado “Banquero de San Pedro” había sido instigar el asesinato del abogado Giorgio Ambrosoli, en julio de 1979, aquel que descubrió la siniestra trama de negocios, política y crimen que ligaba a estos tres siniestros personajes. Amén de otro, el defalco al Estado italiano por 225 millones de dólares.

Las andanzas de este terceto llegan a la Argentina del Proceso, pues el gran maestre Licio Gelli mantenía frondosos contactos con el número dos de la Junta Militar, almirante Emilio Eduardo Massera, notorio miembro de la P2. Además, la muerte de Calvi pudo ser una venganza de los servicios secretos británicos a causa del tráfico de armas de esta banda hacia la Argentina en un postrero e inútil intento por dar vuelta el resultado de la guerra de 74 días que se libró en Malvinas.

El único sobreviviente de este terceto del terror es Licio Gelli, “Il Burattinaio” (El Titiritero, para los amigos), más que un fantasma del pasado con muchos secretos que contar. U ocultar, si se prefiere.

 

Fernando Paolella

 

3 comentarios Dejá tu comentario

  1. Los nexos de la P2 de Licio Gelli son anteriores a Massera e involucraban a Perón y a López Rega a través de múltiples contactos. Cabe recordar la entrega de la orden del Libertador San Martín en 1973 al siniestro personaje por parte del General Perón...

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