Mala cosa es un historiador parcial. Mucho daño provoca, especialmente en los más jóvenes, cuando alguien se erige en cronista absoluto de los tiempos e intenta burlar la memoria colectiva reescribiendo la historia y redistribuyendo el bronce.
Las muertes de Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus
El "día del montonero”, pero más que nada, la verificación de que Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus han sido inscriptos en la historia como víctimas de ejecuciones sumarias, aparecen como documentadas instancias en la reformulación de la historia que el kirchnerismo viene acometiendo.
Uno puede comprender que para los militantes de entonces, las muertes de Abal Medina y Ramus hayan ameritado que se declare de manera interna y conmemorativa el “día del Montonero”. Incluso esto ni siquiera es algo actual, sino que fue declarado en la época. Pero desde hace cuarenta años todas las versiones recogidas sindican a Ramus y Abal Medina como caídos en un enfrentamiento con la policía en una confitería de la localidad de William Morris, incluso por parte de publicaciones del propio cuño. (1)
La misma organización Montoneros emitió en su momento un comunicado contundente relatando de manera pormenorizada los sucesos del 7 de Septiembre de 1970.
“En ese momento afuera se produjo un tiroteo entre el compañero Ramus y el policía que lo abordó, tiroteo que luego se generaliza quedando cercados los compañeros que se encontraban dentro del bar.
El compañero Ramus muere dentro del Peugeot. Al salir por la única puerta del bar. Abal Medina y otro compañero, cubriendo su salida con sus armas, el primero es muerto a balazos…” (2)
¿Cuál es el interés por inventar una nueva historia pues?
Cuesta quedarse en el facilismo de que se deba, apenas, a una cuestión de percibir indemnizaciones por parte del estado nacional; uno intuye que hay razones de fondo mucho más poderosas que algunos cientos de miles de dólares.
El hombre común es el mudo del relato
La visión del argentino promedio acerca de los sucesos de los setenta no suele ser tenida en cuenta por ninguna pluma histórica. Son los mudos de este asunto.
Invito al amigo lector a recorrer cuanto foro de opinión y debate existe para verificar que los argentinos que vivieron la época (digamos, gente que hoy tiene más de 45 ó 47 años) y que no participaron revistando ni en los movimientos civiles ni en los uniformados, se manifiestan abrumadoramente en contra de lo actuado por la guerrilla, casi en un pie de igualdad con el aborrecimiento que manifiestan hacia los crímenes y excesos de la dictadura de Videla.
Nadie toma en cuenta dichas opiniones.
Me atrevería incluso a decir que el peronista tradicional hasta quizá vio con cierta sensación de justicia aquella ejecución de Aramburu, porque, en el fondo, estaba revestida de un mensaje vindicatorio en aras de la “justicia popular“ y a causa de la responsabilidad de Aramburu en los horrores de 1955 y 1956, nunca olvidados por lo que podríamos llamar “el pueblo”.
Pero ese mismo peronista de la calle censuró y deslegitimó toda la violencia posterior.
Ciertamente el gobierno de la Sra. Cristina Fernández Wilhelm está en su derecho de tener la visión histórica que considere, así como todos estamos en nuestro derecho de observar la historia a partir de nuestra propia percepción. Pero lo que no tiene es el derecho de asentar formalmente en los libros un relato irreal.
Y lo que, a priori, no aparece como honesto, es esa metodología de ir reescribiendo la historia de manera paulatina, subrepticia, silenciosa y casi taimada, introduciendo y acercando al bronce a quienes, partiendo de una causa probablemente justa, equivocaron el camino y los métodos tomando las armas. Ese fue un punto de no retorno histórico desde la concepción del hombre común que presenciaba y padecía la violencia cualquiera fuera su signo.
Y la realidad es que todo parece indicar que la mayoría del pueblo argentino no avaló el accionar terrorista, así como tampoco avaló los crímenes y vejámenes perpetrados por los militares. Sería muy bueno compulsar opiniones.
En este punto hay que aclararle a los chicos que se equivoca y mucho quien piense que el terrorismo de los años de plomo en la Argentina está representado por el personaje simpático, romántico y “naif” que se muestra (no casualmente) desde "la TV Pública" encarnado por el actor Diego Capusotto.
“Bombita Rodríguez” es Etchecolatz torturando gente con una batería de 9 volts.
Algo premeditadamente absurdo e históricamente fraudulento.
Instalando Patriotas
Ninguna corriente política en la Argentina escondió a sus referentes, ni trató de instalarlos en la historia en silencio y casi por la puerta de atrás.
La actuación pública de Juan y Eva Perón, Alem, Alberdi, Palacios, Yrigoyen y tantos otros fue objeto de genuinos plebiscitos populares para aprobación o rechazo por parte sus seguidores peronistas, socialistas o radicales, que los reivindicaron siempre (en muchos casos aún bajo proscripciones y persecuciones) y si hoy tienen un lugar meritorio en la historia verdadera de la Argentina ha sido precisamente a causa de eso, de que se los expuso a la consideración popular y, a la luz de los tiempos, resultaron mayoritariamente victoriosos.
A nadie en su sano juicio se le ocurriría intentar hacer lo propio con José López Rega, Videla o Camps, por cierto.
Entonces uno se pregunta, ¿cuál es el motivo por el cual algunos integrantes de los grupos civiles que en los sesenta y setenta decidieron tomar las armas para hacer política por medio del terror y la violencia son subrepticiamente introducidos en la nueva historia argentina, “de facto” y con carácter de cuasi héroes?
¿Por qué no se lo hace abiertamente, a la luz de la democracia, y se los defiende y expone con vigor si es que verdaderamente se los considera portadores de tales méritos?
¿Por qué no se le permite al pueblo en su conjunto otorgarles el sitial que considere adecuado? ¿Por qué un puñado decide en nombre de millones?
¿Qué se busca con esta metodología silenciosa pero constante que, todo parece indicar, ya excede incluso al propio matrimonio Kirchner?
Son cuestiones que nadie explica de manera puntual, y que el periodismo de los grandes medios no parece estar demasiado interesado en formular, dicho sea de paso.
Pareciera que a nadie le interesa relatar la historia completa de la Argentina reciente.
Y eso no es bueno para casi nadie.
Fabián Ferrante
(1) http://www.elortiba.org/gaby.html citando información de eldescamisado.org
"En setiembre, la organización incipiente tiene un enfrentamiento con la policía en William Morris. Caen muertos Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus"
(2) http://www.elortiba.org/pdf/montoneros.pdf