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Recordando la Noche de los Lápices

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A TREINTA Y CUATRO AÑOS DE UN HECHO TRÁGICO DE LA ARGENTINA
A TREINTA Y CUATRO AÑOS DE UN HECHO TRÁGICO DE LA ARGENTINA

El país padecía los años de plomo. La primavera sólo estaba en el almanaque. El clima político y social era gélido. La muerte andaba suelta y la vida estaba abaratada por el terrorismo de Estado. El establishment se solazaba con las medidas de Alfredo Martínez de Hoz y le agradecía al Ministro del Interior Albano Hanguindeguy “el orden” recuperado.

 

La cacería de lo que el poder estimaba subversivo estaba como el objetivo de primer orden.

El General Ibérico Saint Jean, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires en Mayo de 1977, lo sintetizó con su sinceridad brutal: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a los simpatizantes, luego a los indiferentes; y por último a los tímidos”

Sobre la matanza se iba a montar las bases de un nuevo modelo económico.

El 16 de septiembre de 1976, en la Plata, en un nuevo aniversario de la Revolución Fusiladora, se iba a consumar “La noche de los lápices”.

Un grupo de los adolescentes, que el año anterior habían obtenido el boleto estudiantil gratuito, después de una larga lucha, iban a ser las víctimas de esa noche siniestra.

La mayoría de ellos eran militantes políticos de la organización peronista Unión de Estudiantes Secundarios. Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes pertenecía a la Juventud Guevarista del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Afirma:"Yo tenía trece años cuándo empecé a militar. Estuve en Ezeiza, en Gaspar Campos, en el sindicato del calzado donde Galimberti lanzó las milicias populares y di la vuelta al cajón de Perón

Emilce Moler, otra sobreviviente, describe el clima de época en 1975: “Yo diría al revés: ¿Cómo no iba a militar? Habría que haber vivido esos años para darse cuenta. Por supuesto que también estaban los que no se enganchaban, pero a la edad que yo tenía, y en Bellas Artes donde todo era libertad, participación y solidaridad, era imposible no militar. La revolución parecía estar ahí nomás. Latinoamérica estallaba por todos lados. Teníamos los modelos socialistas de Chile y Cuba. Yo podía no saber en qué partido, pero que iba a participar no tenía ninguna duda. Había todo un clima en el que estaba muy mal visto aquel que no se comprometía. Decirle a alguien, "sos un teórico", era el peor insulto. Podías discutir, pero si no militabas y no llevabas a la práctica tus ideas, eras lo peor.”

Del 16 al 19 de septiembre de 1976 se llevaron a cabo operativos contra el movimiento estudiantil. Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, fueron bestialmente torturados en el Pozo de Banfield. El único que salió vivo de ahí fue Pablo Díaz. Otros chicos raptados en sus hogares, por Grupos de Tareas fueron Patricia Miranda, Emilce Moler y Gustavo Calotti. Estuvieron en Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y Devoto. Luego quedaron a disposición del Poder Ejecutivo.

El testimonio de Gustavo Calotti que hoy vive en Francia, es aterrador. Luego de pasar por la tortura y una vez que fue sacado del Pozo de Quilmes, después de muchos días cuenta “Cuando llegué, y al saberme lejos de la guardia, menos controlado, comencé a sacarme las esposas o las cuerdas (depende del momento) y las vendas de los ojos. Fue en ese momento que pude observar mi cuerpo. No podía apoyar el pie derecho porque tenía una infección. Las plantas de los pies estaban negras.

La piel había sido completamente quemada. Tenía heridas en los puños por las esposas y desde los senos hasta casi las rodillas había una placa rígida que se había formado con las quemaduras y la sangre coagulada provocada toda por la picana. En Quilmes el remedio milagroso se llamaba Pancután, que es una pomada antiséptica que ayuda a cicatrizar las quemaduras. Sólo con esa pomada fue desapareciendo la infección en la planta del pie derecho. Durante estos tres meses en Quilmes, sumados a los quince días en Arana, perdí mi aspecto humano. Para levantarme debía hacerlo en varias etapas, lentamente, porque varias veces me desmayé. Y cuando estaba de pie debía aferrarme a algo porque por unos instantes se me nublaba la vista y tenía vértigos. Dormía no sé, 16 o 18 horas por día. Cuando salí de la cárcel, casi tres años más tarde, pesaba 58 kilos y estaba bien. Pienso que en Quilmes debo haber pesado bastante menos y cuando me detuvieron pesaba 72 kilos”.

Dice Victoria Ginzberg en Página 12 cuando se refiere a otro adolescente desaparecido: “La edad no era un impedimento para tener ideas claras. Cuando Horacio Ungaro tenía trece años, su hermana Marta, que era miembro de la juventud comunista, quiso reclutarlo”. Horacio le contestó que pensaba lo mismo que José Ingenieros: "El que sigue un ideal sin entenderlo es un fanático". Y dos años después empezó a militar en la UES. En la madrugada del 16 de septiembre de 1976 un grupo que se identificó como perteneciente al "Ejército y las fuerzas de seguridad" entró a su casa y se lo llevó, junto con Daniel Racero, que se había quedado a dormir allí. Esa noche también desaparecieron Francisco López Montaner, María Clara Ciochini, María Claudia Falcone, Horacio Ungaro y Claudio de Acha. Son los seis que no volvieron de la decena de adolescentes que fueron detenidos a mediados de ese septiembre.

 

Dos símbolos: María Claudia Falcone y Pablo Díaz

María Claudia Falcone, fue una protagonista central en la lucha por el boleto estudiantil. Los que la conocieron, cuentan que era abanderada y estudiante de Bellas Artes. Vivía en La Plata, iba a las villas a ayudar y era reconocida como una líder. Lectora de Mario Benedetti y seguidora entusiasta de Sui Generis, su flequillo lacio caía sobre sus enormes ojos celestes. Se preocupaba por estar linda, le gustaba ir a bailar y tenía un novio hippie. Militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. Le tocó vivir en un período histórico en el cual “cambiar el mundo” era un mandato y la solidaridad un pasaporte.

Su madre ha declarado que ella no necesitaba el boleto estudiantil por la buena posición económica de la familia, pero María Claudia quería ayudar a sus compañeros de menores recursos.

Tenía 16 años y un equipaje de sueños. Quería que todos tuvieran para comer y un lugar donde vivir. Junto al sobreviviente Pablo Díaz, cuidaron embarazadas secuestradas en el “Pozo de Banfield “. María Claudia había sido salvajemente torturada y vejada en el “Pozo de Arana “. Cuando tuvo la convicción que no llegaría a los 17 años, le dijo a Pablo “Cada 31 de diciembre levantá la copa por mí “En ese “tiempo de desprecio “un boleto estudiantil, la militancia política y social, podían ser un pasaje a la muerte, previo paso por el infierno del horror.

Pablo Díaz cuyo testimonio ha sido fundamental ha dicho: “En Banfield ellos me gritaban que no los olvide, y que los recuerde siempre. Como sobreviviente, yo respondo a eso”.

 

La Noche de los Lápices

Los asesinaron cuando recién ingresaban a la adolescencia. Conocieron el horror infinito en un tiempo de desprecio. A treinta y cuatro años de que los lápices dejaran de escribir, María Claudia Falcone es el nombre de la Escuela Media Municipal número 7 de Palermo. En el 2006, otro colegio, el número 12 de Gonnet, lleva el nombre de Horacio Ungaro, ahí donde acunó sus sueños.

Y todos los 16 de septiembre, miles y miles de estudiantes recorren las calles recordando a aquellos jóvenes. Los que militaban por una sociedad más justa. Los que libraron la lucha por el boleto estudiantil. Ahí en la Plata, en sus diagonales, después de los años de silencio, el viento de la memoria trae el estribillo de aquellas jornadas tumultuosas y esperanzadoras: “Tomala vos/ dámela a mí/ es el boleto estudiantil.”

En estos jóvenes secundarios con inquietudes distintas, acorde a un tiempo histórico diferente, que caminan recordando a sus predecesores de hace tres décadas, está la continuidad de una historia inconclusa.

Mientras a los pibes la memoria les movilice los pies, Daniel, Francisco, María Clara, Horacio, María Claudia, Claudio, seguirán vivos en el recuerdo. Y los Lápices seguirán escribiendo utopías para acercar el horizonte.

 

Estudiantes desaparecidos

Claudio de Acha, 17 años

Fecha de Nacimiento: 21 de septiembre de 1958, en el barrio Los Plátanos, cerca de la ciudad de La Plata. Colegio Nacional.

María Claudia Falcone, 16 años

Fecha de Nacimiento: 16 de Agosto de 1960, en la ciudad de La Plata.

Colegio: Bellas Artes.

Daniel Alberto Racero, 18 años

Fecha de Nacimiento: 28 de Julio de 1958

Colegio: Escuela Normal Nº 3

Horacio Ungaro, 17 años

Fecha de Nacimiento: 12 de mayo de 1959.

Vivía en Gonnet.

Colegio: Escuela Normal Nº3

María Clara Ciocchini, 18 años

Fecha de Nacimiento: 21 de abril de 1958. Nació en Bahía Blanca donde colaboraba en la Pequeña Obra con un grupo de monjas tercermundistas. Trabajaban en las villas y barrios pobres, en educación y salud, admiraba al Che y a Camilo Torres. Vivía en La Plata Estudiante de Bellas Artes.

Francisco López Muntaner, 16 años

Fecha de Nacimiento: 7 de Septiembre de 1960

Colegio: Bellas Artes

 

Algunos sobrevivientes

Pablo Díaz. 18 años.

Hijo de un docente universitario peronista de derecha, fue expulsado de un colegio católico y recaló en “La Legión”. Había militado en la UES pero en 1976 militaba en la Juventud Guevarista. Secuestrado 21.09.76. Estuvo en Arana, Pozo de Banfield, Comisaría 3 de Valentín Alsina y U- 9 de La Plata (a disposición del PEN hasta 1980).

Emilce Moler. 17 años.

Militante de la UES en la Escuela de Bellas Artes, era hija de un comisario inspector retirado. Secuestrada el 17.09.76. Estuvo en Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y Devoto (a disposición del PEN hasta marzo 78)

Gustavo Calotti. “Francés”, 18 años.

Egresado del Colegio Nacional de La Plata, era cadete policial cuando fue secuestrado 8.09.76. Había militado en la UES pero en el ’76 ya se había desvinculado y estaba más próximo a agrupaciones de izquierda. Estuvo en Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y U- 9 de La Plata (a disposición del PEN hasta 1979).

Patricia Miranda. 17 años.

Estudiante De Bellas Artes, nunca participó de las luchas por el boleto estudiantil ni tuvo militancia política. Secuestrada el. 17.09.76, nunca hizo la denuncia. Estuvo en Arana, Pozo de Quilmes, Valentín Alsina y Devoto (a disposición del PEN hasta marzo 78.

 
 

13 comentarios Dejá tu comentario

  1. Esa inmundicia zurda estan muy bien muertos. Asi que hay que dejarse de joder con darle prensa al cancer marxista. Estan muy bien muertos, gracias a nuestras queridas FFAA y FFSS. A llorar a la sinagoga presman. Nosotros festejamos. Como vamos a festejar una segunda oportunidad donde no habra ni errores ni la menor clemencia. Se entiende??????????????????

  2. Contá una historia con imparcialidad y no el cuentito de caperucita roja y el lobo.... la VERDAD pura y simple creo que nunca la tendremos pero esto.... es una cargada????

  3. Huguito, me conmoviste hasta las lágrimas, pero creo que deberías escribir en bae, página doce o alguna de esas basuras zurdosas que se regalan por todos lados. Fuera terroristas de todo tipo! ! !

  4. Aqui les dejo una publicacion de un diario sobre la noche de los lapices.... el episodio de la Noche de los Lápices no debería quedarse fuera de esta revisión, no para justificar la represión ilegal (de ninguna manera), sino para conocer lo que verdaderamente nos pasó a los argentinos despojándonos de cuentos maniqueos de ángeles y demonios que en nada contribuyen. En efecto, lo primero a decir es que miles y miles de jóvenes participaron de las manifestaciones por el boleto estudiantil de 1975, hecho que pone en duda que las Fuerzas Armadas y sus aparatos de inteligencia hayan podido detectar a solo 10 de ellos y con un año de dilación. Resulta más creíble pensar que las razones de la detención y posterior muerte de estos jóvenes no estaba vinculada el boleto, sino a su participación en las fachadas estudiantiles de las organizaciones guerrilleras de la época. Con gran honestidad y efectuando un homenaje a su hermana muerta en este episodio, Jorge Falcone (hermano de Claudia, la coprotagonista de la historia, encarnada en la película por la actriz Vita Escadró), le ha dicho lo siguiente a Viviana Gorbato en su libro Montoneros: Soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde? “Mi hermana no era una chica ingenua que peleaba por el boleto estudiantil. Ella era toda una militante convencida […]. Ni María Claudia ni yo militábamos por moda. Nuestra casa fue una escuela de lucha. […] La construcción ideológica de María Falcone y de quien les habla no fue libresca. […] Nadie nos usó ni nadie nos pagó. No fuimos perejiles como dice la película de Héctor Olivera… fuimos a la conquista de la vida o la muerte”. Además, Jorge ha revelado un dato crucial: “En el departamento donde cayó mi hermana se guardaba el arsenal de la UES de La Plata. Mi hermana no cayó solamente por el boleto secundario… La compañera María Clara era su responsable. No se agarraron a los tiros con el pelotón que las fue a buscar por no hacer mierda a los vecinos en un edificio de departamentos. No porque no querían o no podían. […] Mi hermana no era una Caperucita Roja a la que se tragó el lobo […]. Era una militante revolucionaria. […] Era miliciana. El miliciano era un tipo que podía revolear una molotov en un acto relámpago. También podían hacer una acción de apoyo a un acto militar de mayor envergadura”. Claudia Falcone participó junto a su hermano, por ejemplo, del atentado terrorista que el 22 de septiembre de 1975 hundió la Fragata Santísima Trinidad. En esa ocasión, buzos montoneros le colocaron al buque cargas explosivas que lo hicieron explotar y le provocó serios daños. El 15 de septiembre de 1998, Página/12 publicó un reportaje a Emilce Moler, una de las jóvenes vinculadas a la Noche de los Lápices. La nota fue relevante primero que nada porque quedaba en evidencia que había sido mentira que Pablo Díaz era el único sobreviviente. Al contrario, Moler dejó constancia en esa nota que Gustavo Calloti y Patricia Miranda (todos involucrados y muertos según la historia oficial) se encontraban viviendo en Francia y La Plata, respectivamente. Pero por otro lado, Moler explicaba las causas de la detención: “No fue exclusivamente por el boleto, eso era un objetivo superfluo que fue utilizado buscando reivindicar la militancia. […] No creo que a mí me detuvieran por el boleto. La lucha fue en el año 75, además no secuestraron a miles de estudiantes que participaban en ella”. Y sobre la cantidad de sobrevivientes, remarcó: “Siempre fui fiel al relato de que éramos cuatro los sobrevivientes”. En lo que respecta a Pablo Díaz, éste integraba la Juventud Guevarista, organización estudiantil del PRT-ERP, la segunda organización guerrillera de mayor envergadura militar de los años 70. Ya en democracia, Díaz integrará el Movimiento Todos por la Patria (MTP) que atacó al cuartel de La Tablada y que se cobró la vida de 9 militares y 2 policías. Memoria e historia no son lo mismo. La primera puede ser manoseada por el poder político, mientras que la segunda está sujeta a los datos concretos que el pasado nos deja. Arribar a la verdad sobre los años 70 implica volver a los datos y dejar los eslóganes atrás, incluso allí donde los sucesos son más oscuros y políticamente incorrectos de revisar.

  5. Fue una época dura sin duda, pero no me como el cuento del articulista, que todos eran inocentes muchachos y chicas que solo pedían el boleto gratis, y al parecer un día los milicos se enojaron y tomaron revancha. La paranoia politiquera siempre seguirá y hará héroes o lo que quieran de algunos, mientras la verdad la conoce quienes vivimos aquellos días. Hay chicos que hoy día " reivindican esos movidos días " es cosa de ellos, es cosa de la juventud, pero no vengan a hacernos la historia nuevamente. En el país había una guerra por un lado los del ERP, FAR ,Montoneros etc y la zurda internacional que querían el poder por el poder mismo, y las personas que pedíamos a gritos, BASTA, no jodan mas, son solo como máximo 10.000 zurdos asquerosos. Y llegaron los milicos e hicieron el trabajo mal hecho. Hubo juicios, condenas etc etc, no es necesario volver a rememorar cicatrices que nunca debieron de haber existido. Si hasta hoy día tenemos que aguantar banderas y monumentos al Che Guevara y otros miserables personajes, es que esta gente no reconoce lo que paso, que mistifica a innombrables asesinos, como paladines de la libertad ?

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