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Ejecutivo y Corte Suprema, una relación compleja no sólo en la Argentina

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LA IDIOSINCRACIA KIRCHNER ES INTERNACIONAL
LA IDIOSINCRACIA KIRCHNER ES INTERNACIONAL

La relación entre el Gobierno nacional y la Corte Suprema se tensó en los últimos meses, al ritmo de los temas conflictivos que llegan a manos del máximo tribunal, como parte de una dinámica que no sólo se registra en la Argentina.

 

Hubo durísimas críticas de partidarios del Gobierno a la Corte cuando analizaba un fallo por la Ley de Medios, a lo que se sumaron posturas opuestas entre el Ejecutivo y el tribunal en torno a la extradición del ex guerrillero chileno Sergio Apablaza.

Además, la presidenta Cristina Kirchner cuestionó una decisión de la Corte Suprema que le recorta poder a la AFIP para avanzar sobre evasores, en tanto que el Gobierno consideró como de "imposible cumplimiento" la sentencia que ordenaba reponer en su puesto al procurador de Santa Cruz.

En las últimas horas, tras un fallo sobre la Ley de Medios que el Gobierno interpretó como no del todo contrario a sus intereses, la tensión parece haber bajado.

Incluso el ex presidente Néstor Kirchner evitó criticar a la Corte Suprema durante un acto que encabezó con gobernadores en Santa Cruz, provincia que se enfrentó a un fallo del tribunal.

Pero nada garantiza que ante decisiones sobre temas que afecten a la gestión del Ejecutivo o a los planes políticos del oficialismo, las diferencias resurjan.

Los cortocircuitos de este tipo entre el Ejecutivo y la cúpula del Poder Judicial son prácticamente nuevos para la democracia argentina.

Durante el gobierno de Raúl Alfonsín no los hubo y en los años de Carlos Menem las relaciones entre el Ejecutivo y la Corte fueron inmejorables.

Ambos contaban con una mayoría de jueces proclives a apoyar las posiciones del Gobierno nacional.

Incluso Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde no tuvieron problemas con la Corte.

Néstor Kirchner fue el primero que apuntó al máximo tribunal cuando lanzó una tanda de juicios políticos y renovó la Corte.

Luego las diferencias volvieron cuando varios del los jueces nombrados a propuesta del Ejecutivo demostraron su independencia del oficialismo y se diferenciaron de la opinión del Gobierno.

Llama la atención cómo algunas de estas tensiones institucionales también se están registrando por estos días en los Estados Unidos.

Como en el caso argentino le ocurrió al kirchnerismo, Obama tuvo su oportunidad de nombrar miembros de la Corte: designó a dos de sus nueve integrantes.

Sin embargo, en los últimos meses lanzó fuertes críticas a los jueces incluyendo un cuestionamiento que les hizo cara a cara.

En enero pasado, al pronunciar su discurso de "Estado de la Unión", frente a los magistrados, Obama criticó con dureza la decisión de la Corte de poner fin a los límites al financiamiento de campañas electorales nacionales.

Con esa medida, la Corte dio marcha atrás con una verdadera tradición en los Estados Unidos, y dejó en libertad a empresas, grupos de interés o sindicatos para financiar a candidatos sin límites.

"La Corte Suprema ha dado marcha atrás con un siglo de leyes para abrir las compuertas a intereses especiales —incluyendo compañías extranjeras— para que gasten sin límite en nuestras elecciones. Bueno, no creo que las elecciones estadounidenses deban estar financiadas por los intereses más poderosos de los Estados Unidos, y lo que es peor, por entidades extranjeras", dijo entonces Obama.

Sus palabras retumbaron con fuerza y por ellas recibió fuertes críticas de los republicanos y de cadenas como Fox News, de tono conservador.

Incluso los medios mostraron una imagen del juez de la corte Samuel Alito que, mientras Obama realizaba sus críticas, negaba con la cabeza y decía en voz baja "no es cierto".

La polémica por este tema continúa y es uno de los ejes de la campaña de cara a las elecciones legislativas del mes próximo: la semana pasada, durante un acto, el presidente norteamericano volvió a quejarse de que "las compuertas están abiertas" y apuntó a "sociedades extranjeras" de financiar, sobre todo a los republicanos y en particular a los sectores más conservadores.

Razones no le faltan al presidente norteamericano: estimaciones privadas indican que ya se gastaron 3.400 millones de dólares de cara a los comicios legislativos del mes próximo, casi 800 millones más que en los comicios de 2006.

"Podrían ser las compañías petroleras. Podrían ser las compañías de seguros. Podría ser Wall Street. No lo sabemos, sus labios están sellados y las compuertas están abiertas", se quejó Obama al apuntar contra el financiamiento que están recibiendo los republicanos y, en última instancia, gracias a un fallo de la Corte Suprema.

El Presidente no usó medias palabras para denunciar la situación: "esta es una amenaza para nuestra democracia", enfatizó.

Como se ve, en el esquema de "balances" que inauguró la constitución norteamericana y que en su momento "copiaron" las instituciones argentinas, los cruces entre el Ejecutivo y la Corte Suprema —si cada uno se maneja con independencia del otro poder— no pueden sino ser habituales.

 

Nicolás Tereschuk
NA

 

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