"¿Cómo hacemos para ganar?". Las hipótesis que responden a ese interrogante es de prácticamente lo único que se habla por estos tiempos en el peronismo bonaerense alineado en el oficialismo kirchnerista.
Se refieren, claro, a retener la Gobernación y a ganar las elecciones en los municipios, donde la mayoría de los intendentes —que constituyen "el poder" en el PJ provincial— se prepara para buscar la reelección (y algunos pocos para dar el salto a cargos institucionales mayores).
Y no se trata de un dilema que afecte sólo al peronismo. Los distintos espacios opositores esperan atentos las definiciones que se alcancen en el oficialismo para delinear a su vez un esquema que les otorgue chances en un territorio que les es esquivo desde hace más de dos décadas.
Cuestión de chances
Es precisamente frente a ese interrogante que ha ido ganando espacio en estas semanas la opción de que sea Daniel Scioli quien pelee la carrera presidencial.
Los referentes del PJ miran que las encuestas les siguen mostrando que aún con Cristina mejor posicionada que Néstor, ninguno de los dos Kirchner son una opción ganadora para la competencia por la Presidencia.
Y sostienen que, lógicamente, una derrota nacional implicaría para el peronismo una debacle que podría arrastrar a la Gobernación y no pocas intendencias.
A alambrar
Desde esa visión, estos dirigentes se convencen cada día más de la necesidad de "alambrar" la Provincia y sus distritos con el objetivo de amortiguar o anular una eventual catástrofe nacional.
Y en ese punto, los planes electorales de Kirchner chocan frontalmente con su objetivo. Están absolutamente convencidos de que la estrategia de imponer listas colectoras para la Gobernación y las intendencias, que Kirchner sigue amasando sin pausa, los llevaría a derrotas seguras en las peleas por esos cargos.
Y descuentan que, además de mejorar notablemente las chances de una victoria presidencial, Scioli no permitiría, si ostentara la candidatura mayor, la utilización de ese mecanismo.
Por eso, la hipótesis de una postulación del gobernador bonaerense a la Casa Rosada sigue tomando cuerpo en las filas del PJ provincial más allá del propio Scioli.
El gobernador, en tanto, se ocupó en los últimos días de mantener su diferenciación con la índole esencial y más cuestionada del kirchnerismo, asistiendo, por ejemplo al Coloquio de IDEA, el ámbito que concentra a los sectores empresarios más críticos del kirchnerismo.
Para participar de esa "asamblea" —a la que, como hace años, tampoco asistió esta vez ningún integrante del gobierno nacional por orden directa de los Kirchner— y dar inclusive el discurso inaugural en el que habló del futuro con conceptos propios de un mandatario nacional, Scioli aceptó sentarse a una mesa en la que también estaban Eduardo Duhalde y el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti.
Claro que Scioli también se ha esmerado en estos días en mechar sus declaraciones públicas con elogios al gobierno nacional, en particular a su política económica y social. Y salió a respaldar el veto de Cristina a la ley que impuso el 82% móvil en las jubilaciones con una expresa declaración de rechazo a la norma que impulsó y sancionó la oposición.
Un tema complejo
Mientras tanto, en el plano institucional —aunque con una visible contaminación política— comenzó a instalarse una polémica en torno de la necesidad, la conveniencia y las posibilidades de crear "policías municipales" en la Provincia.
El proyecto de instaurar esas fuerzas está impulsado por los intendentes "críticos" que conforman el Grupo de los Ocho en el que militan Sergio Massa (Tigre) y Pablo Bruera (La Plata), entre otros.
Proponen una policía manejada por los intendentes que actúe de manera simultánea a la Bonaerense y que tenga hombres, armas, vehículos y todo tipo de equipamiento propios, absolutamente sin ninguna dependencia de la fuerza provincial, empezando por sus jefes.
La iniciativa ya ha abierto complejas discusiones de fondo, además de algunos rechazos políticos automáticos como el expresado por intendentes y legisladores del radicalismo. Cómo funcionarían de manera simultánea dos fuerzas absolutamente diferentes que tendrían la misma tarea, y de dónde saldrían los enormes recursos que sin duda requeriría la instauración y mantenimiento de policías municipales forman parte de un debate que, sin duda, será arduo.
De cualquier modo, en lo que se refiere al funcionamiento, hay en el mundo numerosos ejemplos de ciudades con esquemas de seguridad en los que policías municipales, provinciales y nacionales trabajan simultáneamente con exitosos resultados.
Y está claro que en la provincia de Buenos Aires resulta necesario rediseñar precisamente el esquema de seguridad, desde un diagnóstico que habla de las dificultades de hacer eficiente y controlar un ejército de 50 mil hombres como es la Bonaerense y de la demanda creciente de mayor seguridad que la ciudadanía vuelca sobre su gobernante más cercano, el intendente.
Marisa Álvarez
NA