La "guerra de la basura", que no es nueva y por supuesto no se ha acabado, culminó ayer una de las batallas más sonoras de los últimos tiempos con el acuerdo entre gremialistas y funcionarios para ponerle fin al paro iniciado el domingo por los trabajadores de la Ceamse, que convirtió en un gran basurero temporal a la Capital Federal y al Conurbano.

 El conflicto tiene dos planos que conviene detallar. El primero tiene que ver con el reclamo, si se quiere legítimo, del gremio que nuclea a los trabajadores de la empresa mixta integrada en partes iguales por la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia.

 Efectivamente, como dice el diputado moyanista y titular del sindicato Jorge Mancini, se vienen cumpliendo a paso de tortuga los acuerdos que firmaron Daniel Scioli y Mauricio Macri en 2008, relacionados a la gestión de residuos sólidos urbanos.

 Esto es: la Capital no cumplió con la reducción de la cantidad de basura que envía a la Ceamse (la ley porteña de Basura Cero obliga a reducir un 30 % pero, contrariamente, la ecologista Greenpeace dice que aumentó unas 3.500 toneladas) y desde la Provincia no se iniciaron los trabajos para abrir nuevas plantas de disposición final, como se había prometido.

 Eso le dio al gremio la "excusa" para el paro. Más allá de las incomodidades para los ciudadanos y la desesperación de los intendentes, la medida de fuerza exteriorizó cierta sensación gremial de que se vive el inicio de un proceso de cambio en la lógica del problema de la basura, que podría terminar con la disolución de la Ceamse tal como se la conoce actualmente.

 Scioli, de hecho, ha mandado señales que pueden interpretarse en este sentido. Y acá se cuela el otro plano del conflicto, el que tiene condimentos políticos.

 El gobernador, en efecto, se ha convencido de la necesidad de respetar el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia que dispuso el cierre del depósito de basura del Ceamse en Punta Lara. Al menos eso explican cerca suyo. Digámoslo: las dilaciones que mostró la Provincia para acatar el fallo del alto tribunal revisten una notable gravedad institucional.

 Pero ahora Scioli está en un lento proceso de diferenciación del kirchnerismo, uno de cuyos vicios —justamente la falta de apego a la institucionalidad— suele ser criticado en los laboratorios sciolistas.

 Scioli, además, avanzó con otros gestos que encendieron alarmas en el moyanismo, donde reporta ciegamente el gremio de la Ceamse.

Como respaldar y financiar la Planta de Tratamientos de Residuos que impulsa la Municipalidad de La Plata y hasta incluir, en el ítem erogaciones del Presupuesto 2011, los fondos para este tema.

 Una versión muy extendida en despachos oficiales de la Provincia y del Municipio platense resalta el supuesto enojo de la gente de la Ceamse por haber quedado al margen de este proyecto, que ya inició el camino de la licitación pública.

 El propio Mancini le dijo ayer a este cronista que parte del reclamo de las últimas horas apuntaba a meter presión para que la nueva planta, más allá de quién gane el proceso licitatorio, sea operada por trabajadores de la Ceamse.

 Otras fuentes consultadas, basándose en la tesis según la cual el gremio es el que verdaderamente maneja la empresa estatal, ironizaban con la idea de que el conflicto fue un "lock out" patronal para resistir un achicamiento de la Ceamse, una caja donde unos 35 municipios depositan elevados cánones para enterrar su basura.

 Este escenario fue expuesto sin vueltas en los medios por el director de la Agencia Ambiental platense, Sergio Federovisky.

 En la reunión en la Gobernación, Scioli se habría comprometido a gestionar ante la ministra de Defensa, Nilda Garré, la cesión de unos terrenos del Ejército a la Ceamse, ubicados en la zona de Campo de Mayo, para ampliar el relleno sanitario existente que estaría colapsando.

 Esto habría calmado al gremio, que viene bregando por esta nueva fuente de trabajo hace rato. El problema es que tendrán que convencer al intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre.

 En su momento, asediado por la presión vecinal, el jefe comunal habría conseguido la promesa del gobierno nacional de no facilitar la instalación de otro depositario de basura orgánica en su distrito.

 Pudo haber sido por su supuesto enojo con Hugo Moyano, aliado de la Casa Rosada y la sombra que muchos creen ver detrás de los problemas con los residuos que afectaron un área donde viven 14 millones de personas.

 Lo cierto es que no pasó desapercibida la decisión de Scioli de no asistir junto a Cristina Kirchner a un acto institucional en la ciudad de Mercedes.

 Se tomó nota de esta ausencia porque el gobernador viene mostrando una notable compulsión por salir en las fotos con la Presidenta. Y ni hablar si se trata de una "bajada" a tierra bonaerense.

 En cambio, Scioli priorizó la foto de la reunión por el conflicto de la basura —un tema que podría haber delegado— mostrando una actitud activa en la solución del problema. Mientras tanto, Cristina despotricaba otra vez por televisión contra los medios de comunicación.

Mariano Pérez de Eulate 
NA